CAPITULO 19
Queremos a la Princesa.
D
espués de deshacerse de todos Sielloss que se encontraban en el patio de la posada, Keiko guía a su corcel hasta donde esta Jana para ver que la chica se encuentre bien. Con un solo salto el chico baja de su corcel y corre para ayudar a su amiga quien ahora se ve muy pálida y cansada. El uso de la magia tiene su precio y cada vez que se usa la energía o la esencia como se le conoce al poder que cada ser vivo posee, se debilita. Jana se tambaleo un poco y es sostenida por el cazador quien ágilmente la sostuvo entre sus brazos antes que cayera al suelo.
La joven lo observo y sonrió antes de desmayarse, Keiko le aparto el cabello de su pálido y agotado rostro y noto que las manos de Jana estaban de color azul claro, como si se estuvieran congeladas, con el uso de una gran cantidad de magia las manos del que la usara se tornaban de ese color hasta que recuperara toda su esencia o energía.
Lux estaba de rodillas en el suelo, jadeaba rápida y repetitivamente, ese uso de magia lo había agotado, desde su llegada a Carema había hecho unos pocos hechizos y muchos de ellos de manera inconsciente, este había sido el primero de gran poder que había realizado, se sentía muy cansado y sus ojos aun emitían un leve destello purpura.
La pequeña Demerise baja a Umbra de su cabeza y la coloca en el césped húmedo, el hechizo del Guardián había mojado totalmente todo aquel lugar, la niña se acerca a Lux, lo toma de un brazo y lo ayuda a levantarse. Felicito a su amigo por lo que hizo y juntos comenzaron a caminar hacia donde estaban Keiko y Jana.
--¿Están bien?—Pregunta La pequeña Princesa.
--¡Si estamos bien, Jana solo esta desmayada, uso gran cantidad de magia para detener a ese patético Dios!, ¡Y al parecer no fue la única que hizo un gran hechizo, estuvo genial lo que hiciste para sacar a los Sielloss de este lugar!—
--¡Mi abuela me enseño esos pasos, pensé que solo eran ejercicios, pero al parecer eran mucho más que eso!—Le contesta Lux a su amigo cazador mientras se sienta a su lado para observar a Jana y cerciorarse de que no tiene ninguna herida.
--¡Sacaste a los aldeanos de aquí pero no tardaran en entrar a la posada y atacarnos nuevamente, debemos llegar a la carreta e irnos de Társis!—Keiko se levanta y carga a Jana entre sus brazos, Lux sube a Demerise y a Umbra sobre Dobitak mientras tira de las riendas y se dirigen a la carreta abandonando el desolado patio que poco a poco se llenaba de niebla.
El lugar donde estaba su medio de transporte estaba en llamas, por fortuna la carreta no había sufrido ningún daño, Keiko recostó a Jana delicadamente sobre una pila de heno detrás de la carreta, Demerise brinco desde el lomo del caballo hasta aterrizar a un lado de su compañera y la pequeña gatita negra salto tras ella. Lux aun con mucha debilidad ayudo a Keiko a sujetar las cuerdas al caballo, tambaleándose un poco y con su visión nublada Lux dio tumbos sosteniéndose de los muros hasta llegar a la carreta subiendo difícilmente a ella con algo de ayuda de Demerise. Keiko trepo al caballo y con unas sacudidas de su cuerpo hizo que relinchara y se sostuviera sobre sus dos patas traseras, destrozo lo que quedaba de las puertas de aquel recinto convirtiéndolas en pedazos de madera inservibles, tan rápido como pudo cabalgo a toda prisa por la calle principal que horas antes estaba totalmente desierta. Docenas de Sielloss salían de todas partes y corrían frenéticamente detrás de la carreta; sus alaridos parecían más escalofriantes, parecían estar enojados y excitados en alcanzar a los ocupantes de aquella carreta y a su caballo.
Keiko condujo sin mirar atrás mientras esquivaba a cuanto aldeano se le atravesaba hasta salir de Társis dejando atrás un puñado de cuerpos sin alma, mientras sus almas estuvieran en manos de Hades ellos estarían prisioneros. De repente Lux le pidió a su amigo que se detuviera, el jinete tenso las riendas tanto como pudo frenando de sopetón después de que Lux le gritara varias veces que se detuviera, pues el joven cazador estaba deseoso en salir de aquel tétrico lugar. Társis era una trampa mortal para todo aquel Caremo que entrara a esa aldea, debían hacer algo hasta que lograran recuperar las almas de los pobladores, ese lugar debía permanecer oculto. Keiko se detuvo, sin bajarse del corcel giro su cuerpo para ver lo que el Guardián estaba por hacer, Jana aún seguía inconsciente y la Princesita temblaba de frio o quizá de miedo, como pudo, Lux se puso de pie al borde de la carreta estiro sus brazos y flexiono todos sus dedos como si estuviera rasgando el mismísimo aire, cerro sus ojos y comenzó a respirar lentamente, cada vez más y más despacio. Su pecho se inflaba a mediada que tomaba grandes bocanadas de aire, comenzó a gemir como si le dolieran los pulmones con cada respiración, de nuevo Lux recordó su infancia y un juego que su abuela le enseño cuando era un chiquillo, un juego para ocultar las cosas, él solo debía imaginar un velo invisible que cubriera lo que quisiera esconder, él y Anastasia pasaban horas jugando y ambos fingían que eran invisibles, usaría ese juego para desaparecer a toda la aldea. Siguió respirando y haciendo sonidos con su voz, como si se tratara de un ancestral cantico, cerro lentamente sus puños y después de un fuerte y alargado grito abrió sus dedos de golpe dejándolos lo más estirados que sus huesos le permitieran, abrió de par en par sus brillantes ojos y enseguida una especie de bruma turbia comenzó a crearse sobre el oscuro cielo de Társis cubriéndola como si de un gran domo se tratara dejando al pueblo totalmente invisible e inaccesible para cualquiera que transitara por esas tierras. Después de que el pueblo desapareciera a la vista de todos, Lux dejo de emitir aquel grito, cerro sus ojos, se tambaleo y cayo inconsciente sobre los cuerpos de Jana y Demerise.