Mientras Alonso trataba de capturar a José Antonio Palacios en La Costa, Millán, en el cerro El Tomate, procuró los medios para organizar todo el avituallamiento y los pertrechos de guerra que habían dejado los rebeldes en su huida. Solo ahí, habían unos 400 fusiles de chispa, 100 lanzas, 50 pistolas de caballería, 30 sables y 80 machetes, con los que se iba a reforzar la división que comandaba Valentín Jerez, además de unas cuantas cabezas de ganado, gallinas, viejos y chivos, además de uniformes de oficiales
Pero mayor aun era el arsenal que capturó Alonso en La Costa. Más que quinientos fusiles de chispa, 70 pistolas de caballería, 150 lanzas, 100 sables, 200 machetes y barriles de pólvora y munición para que un ejército de más de 1000 hombres combatiera por un mes. Todos estos pertrechos de guerra, que en si fueron la razón del nombramiento de José Antonio Palacios como Jefe Supremo, fueron llevado a Laguna, población ya recuperada por los monárquicos.
Y es que, para los patriotas, la obtención de armas y munición era lo más importante. Las carencias de estos era el común en sus filas. Los Cordobeses peleaban normalmente con palos con la punta afilada, garrotes con púas en la punta, machetes mal amoblados, además de esto, la gran mayoría de ellos luchaban a pie, y como vestimenta, un simple trapo amarrado con un mecate, haciendo las veces de pantalón. Los oficiales tenían que proveerse su propio uniforme, su sable, pistola o fusil. Esto , en la mayoría de los casos, lo obtenían comprándolos de contrabando o en combate, al quitárselo a un ibérico. Es por esto que, quien consiguiera las armas, tenía asegurado o la jefatura o, en su defecto,.un puesto prominente en la dirección del ejército.
En Laguna, Millán presenció las consecuencias de la "liberación" del pueblo por parte de los patriotas. Los residentes ibéricos tuvieron que escapar escondiéndose monte adentro, los que no lo lograron fueron pasados por las armas. Los comercios fueron saqueados, el ganado, los animales de consumo, los granos, caballos, oro y plata, en poder de los residentes, monárquicos o patriotas, fueron quitados a sus legítimos dueños. La iglesia fue profanada para robar el metal con que estaba hecho el altar y demás ornamentos religiosos.
Laguna, un pueblo que hace unos años también sufrió el saqueo, la rapiña y la matanza salvaje, pero en ese caso protagonizada, ni mas ni menos, que por el propio Millán, ahora horrorizado por los mismos desmanes que él protagonizó, pero ahora causada por el bando patriota. Este pueblo, próspero en el pasado, se estaba levantando de esa destrucción, sin embargo, ahora se convirtió nuevamente en un pueblo fantasma. Nada quedaba de la pujante ciudad, que en otrora se caracterizó por una industria talabartera que exportaba y abastecía a la provincia de sillas de montar, chamarras, baúles, cinturones, entre otros. Lo sucedido en Laguna se regó como pólvora en Los Esteros y La Pampa, por lo que los pueblos en estas provincias huían despavoridos al saber que se acercaban huestes patriotas o monárquicos. El temor a ambos ejércitos era inmenso.
Alonso y Millán se reunieron y salieron en persecución de lo que quedaba de la división de José Antonio. Mientras esté huía con los barcos de Detrox a Sotavento primero y luego a Paria, Mac Donald tomaba un largo camino hacia Oriente, tratando de evitar ser alcanzado por los monarquicos y evitando enfrascarse en combate con las guarniciones monárquicas
Mac Donald envio emisarios por ayuda. A su llamado acudieron Pedro Manrique con 40 lanceros, quien se les une en Arrozal, del mismo modo que Judas Burgos, con otros tantos, se les une en Chaparral. Con estos patriotas, que tienen 2 años peleando y asaltando pequeñas patrullas monárquicos por toda la región, Mac Donald logra recibir un poco de ayuda de la población. Este galés, veterano de guerras en el viejo continente, traído como mercenario, al igual que otros 80 compatriotas suyos, trató de disciplinar a la tropa que estaba comandando. Prohibió el saqueo, aplicó severos castigos al que lastimara a la población, sea patriota o monarquico y trato de convencer a los otros jefes que no se necesitaba el reclutamiento forzoso sino convencer a la población para tener voluntarios.
Su avance fue muy rápido por La Pampa. Le había sacado 3 días de ventaja a Millán, mientras este se reorganizaba en Laguna, lo que aprovechó para avanzar y no engancharse en combate con las guarniciones monárquicas que iba consiguiendo; sin embargo, tuvo 3 escaramuzas de cierta importancia, en las que demostró todas las habilidades aprendidas en Europa..
Llegando a Oriente, y conocedor que Millán seguía persiguiéndolo, pidió auxilio a Santiago en Paria, a Manuel María que estaba en Las Cuevas y a Olegario Guevara que comandaba la Guarnición de Bahía, ciudad de la que estaban muy cerca y que era el sitio donde Mac Donald quería esperar a Millán para entablar combate.
Por su parte, José Antonio, desesperado por los acontecimientos vividos en La Costa y de lo traumático de su reembarque, le pide a Felipe que lo lleve con Santiago para que este le de tropas y poder ir en auxilio de su división que está siendo perseguida. Felipe por fin decide apoyarlo y, luego de pasar por Sotavento, lo lleva a Paria donde se encuentra Santiago, quien no sabe nada de la derrota sufrida en la Costa todavía.
En Paria no solo está Santiago, sino también se encuentra Francisco Pueblo, quien al ver a José Antonio sin su gente, ya intuye que este se encuentra perdido. Mientras José Antonio le pide a Santiago hablar en privado y este se lo lleva a su puesto de comando, Francisco reúne a la población en las afueras del cuartel y los incita a amotinarse a José Antonio.
Este último no tiene tiempo de hablar con Santiago, ambos salen a ver qué pasa con la muchedumbre, que ya está en conocimiento de lo sucedido en El Tomate y en La Costa e, invitados por Francisco, increpan, reclaman e incluso, intentan linchar a José Antonio, quien es visto como el culpable del descalabro e indigno de comandar la guerra.