Mis ojos están fijos en la bailarina que mira a mi marido con lasciva, mi cuerpo se estremece, una ola de rabia y quizás celos me embarga, miro a mi esposo quien no ha dejado de mirar a la mujer, y es entonces cuando me atrevo a tomar su mano y la entrelazo. Sus dedos la envuelven y sus ojos vuelven a mí.
La alza hacia sus labios y deja un beso en mis nudillos. Sonrió embobada por su acto. Mis mejillas se enrojecen y trato de evitar sus ojos, una pequeña risa sale de su garganta, sorprendiéndome un poco. La bailarina termina su baile y se va dándonos esta vez una última mirada.
Despues de un rato Selim me hace levantar, me ayuda a bajar las escalinatas y luego me hace subir a la carroza de oro y zafiros, me siento en él y allí unos hombres me alzan, empiezan a bailarme las mujeres sonríen y me tiran pétalos de rosas, yo también lo hago divertida por la situación. Aunque los ojos de Selim me taladran el alma.
Me bajan, salgo de la hermosa carrosa dorada, cuando la música de "Dil Cheez Tujhe Dedi", las mujeres comienzan a gritar que baile. Miro a mi marido que empieza aplaudir y a sonreír. Mi corazón se llena al ver tan maravillosa sonrisa. Comienzo a danzar como mi mama me enseño, mi esposo se acerca a mí y yo bailo a su alrededor. Muevo mis manos, mis caderas, y mi cabeza al compás de la música. Termino acercándome a él, y danzar a su lado, todos aplauden mientras yo bailo para mi marido.
Al final de la música Selim me toma de la cintura y empieza a dar vueltas conmigo- preciosa mi hubibi, demasiado preciosa- murmura cerca de mi oído, besa una vez más mi frente, le sonrió apenada, por una vez en mi vida me sentí satisfecha y segura de algo, y es que dare todo de mi para ser feliz con el hombre que tengo frente a mí.
***
Muerdo mi labio, las mujeres me han ayudado a quitarme el pesado vestido de novia, ahora solo llevo una bata de ceda de tirantes, casi transparente, mi madre me cubre con un albornoz, para cubrir mi desnudez. Me han amarrado el cabello con un ganchete de plata que Verona me regalo.
-Todo estará bien, ya lo veras habiba- la abrazo por última vez, para el dia de mañana no estará.
-Te voy a extrañar...
-Igual yo.
***
Entro con pasos torpes a la enorme habitación, todo está alumbrado con velas aromáticas, y muchos pétalos de rosas están esparcidos por la enorme estancia poseedora de una cama redonda con sábanas de satén color blanco. En el medio de ella guinda desde el techo un dosel de telaje transparente.
Mi mirada busca nerviosamente a mi marido, pero no lo encuentro. Me adentro más al lugar cuando lo veo en el balcón mirando al cielo. El miedo se apodera de mí, pero una vez mas no me dejo dominar.
-Ha... habibi.
Él se voltea sorprendido, frunce el ceño y se me queda mirando por un buen rato, para luego terminar acercándose a mí. Muerdo el interior de mi mejilla, sonrojada y tensa.
Bajo la cabeza, mirando mis pies pálidos y descalzos. Los suyos se unen a los míos, una de sus manos hacen alzar mi rostro. Relamo mis labios, sus pupilas se dilatan al ver el acto.
-Eres tan preciosa, como podría resistirme a ti, y hace boca tan provocativa.
-Ahora soy tuya, ya... ya no hay nada que te detenga a poseerme- susurro mirando sus ojos mieles. Sonríe de lado y asiente.
-Muy cierto, no hay nada ni nadie que lo evite- trago saliva- tan solo tú, solo tu podrías evitar que hoy te posea hubibi.
-No are tal cosa, y sería imposible, tendría que mostrar...
-La prueba de tu pureza, ¡lo sé!, pero no quiero obligar a mi esposa a estar conmigo.
Lo miro fijamente, niego, hasta que me arriesgo, me acerco aún más a él, mis manos en su pecho mis pies se colocan en punta y le doy un beso en sus labios, es simple, solo un roce, que termina siendo profundizado por él, sus brazos rodean mi cintura y me estruja contra su cuerpo. Su lengua se encuentra con la mía, avivando la pasión entre nosotros.
Una de sus manos acaricia mis nalgas, apretujándolas al momento en que me hace retroceder, gimo cuando sus brazos me levantan del piso y nos facilita a ambos a continuar hacia el lugar donde me entregare a Mi marido.
-Habiba...- gimo cuando sus labios besan mi cuello, ya acostados en la cama. Desata el cinturón del albornoz dejando a la vista la clara bata. Mis pezones se estremecen al sentir el tacto de sus dedos. Le ayudo a desvestirme, me quito el albornoz y con lentitud y torpemente, sin dejar de mirarle me quito la bata, quedando completamente desnuda ante sus ojos.
-Habibi...
-Hubibi...- sus dedos tocan cada línea de henna sobre mi cuerpo, su toque preciso y sin vacilación, y sin dejar de mirarme pasa su lengua por el valle de mis senos. Cierro mis ojos gimiendo por es delicioso espasmo que me embargo su cálida y húmeda lengua. Sus dedos acarician mi vientre, luego mi pelvis para después tocar ese botón curioso de mi entrepierna, mi piel se eriza por completo.
-No te retengas Amira... déjate llevar- besa mis labios, mientras acaricia mi clítoris y gran parte de sus lados. Olas de calor se acumulan en mi vientre, y cada vez me contraigo más.
Cuando estoy a punto de llegar al más pecaminoso clímax él se detiene. Una de sus manos quitan mi ganchete haciendo de mi cabello soltarse y esparramarse todo. De por si es largo, nunca me lo había cortado, a cambio mi hermana si, decía que las puntas de sus cabellos estaban muy feas y que necesitaba otra luck. Para mí siempre era que no deseaba parecerse a mí.
-Hermoso...- su boca chupa mi pezón, jala de el con los dientes dolorosa y excitantemente. Sus labios hacen su recorrido, hasta detenerse en mi entrada, voy a cerrar las piernas cohibida- ¡No!- exclama, lo veo besarme allí, y si soy sincera conmigo misma, se siente demasiado bien.
Mis uñas se clavan en las sabanas, incapaz de controlar el fuego tan ardiente que me atraviesa. Su lengua juega con mi botón sensible he hinchado, hasta que sin poder controlarlo llego al más inexistente orgasmo.
Editado: 26.08.2020