Habibi 3# "Mi Amor, Mi Vida, Mi Luz"

CAPITULO 15

 

Un tradicional vestido verde jade, pegado a mi cuerpo hasta los muslos, y cae como una cortina al piso, un recogido muy bien elaborado, haciendo de mi espeso y largo cabello más elegante, un maquillaje extravagante haciendo de mi rostro un poco más mayor. Mis labios pintados de un color rojo carmín, y por supuesto un collar de plata con hermosos diamantes verdes, decidí utilizar la corona de jade que Selim me dejo con un enorme ramo de rosas rojas con una nota de disculpa arriba de la caja de terciopelo. Suelto un suspiro cansado, hoy fue un día agotador, no pare de dar órdenes, y hacer todo lo posible para que la dichosa celebración fuese perfecta.

-Ya está todo listo Majestad, su alteza la espera en su recamara- asiento, me levanto y me encamino hacia el cuarto de mi marido. Cuando entro me lo encuentro mirándose al espejo alisándose el tradicional aballa y aquel vino tinto turbante. El al escucharme entrar se voltea, sonríe al barrerme con su mirada, cuando sus ojos se fijan en los míos, esa sonrisa desaparece, al ver mi seriedad.

Él se acerca a mí, trata de acariciar mi mejilla pero retrocedo dos pasos.

-Ya es hora- digo para evitar su caricias.

-Aún falta unos minutos para nuestra entrada- responde, da unos pasos hacia mí, pero por instinto voy a retroceder, pero una de sus brazos es más rápido y rodea mi cintura para atraerme hacia su cuerpo- ¡Ya deja de huir de mí!- murmura muy cerca de mi rostro, mis manos están sobre su pecho, sintiendo los frenéticos bombardeos de su corazón, a la cual late al compás de mío.

-Aléjate de mí Selim, ya me decidí, lo mejor para nosotros es que solo seamos pura apariencia- el frunce el ceño.

-Que estás diciendo- muerdo mi labio al sentir su cálido aliento chocar con mi rostro.

-No quiero estar más contigo, por lo que os propongo que si queréis un hijo, empecemos con el tratamiento en la clínica de enci...

-No se hará tal cosa, me case contigo para tener una esposa no un jarrón más en mi casa- responde. Mi furia se acentúa más.

-Así, pero eso es lo que me has hecho sentir durante todo este mes que desapareciste.

-Sabes perfectamente que tengo obligaciones que atender, y mi tiempo es muy limitado Amira.

-Si claro, tan limitado que hace dos semanas cuando fui a verte tu concubina está entrando a tu recamara- el me mira nervioso.

-Ella solo fue a pedirme permiso para ir al cementerio a visitar a su madre- dice, el enojo se apodera más de mí, por su mentira, sé muy bien que el la llamo, Salma me lo conto, como si fuese estúpida.

-No te creo- respondo- y duele aún más que me mires a los ojos y me digas esa estupidez- me acerco más a su rostro, mis ojos están tan fijos de sus esferas mieles, soy gracias a Dios que tengo tacones y me dan más estatura- eres tan iluso al creer que no sé qué la llamaste, y eres tan cínico que me mientes en la cara- digo con todo el odio que poseo en ese instante.

-Amira...- murmura mi nombre con un son de arrepentimiento.

-No quiero saber nada, no quiero escuchar tus escusas absurdas.

-No estuve con ella- responde.

-No me interesa...

-No entiendo por qué te molestas.

-Acaso te gustaría saber que me he besado con alguien- su agarre en mi cintura se hace más apretado. Su mirada a cambiado, sus bellas esferas miles se volvieron tan oscuros que incluso podría dudar si son negros o marrones.

-Primero lo mato- murmura muy cerca de mi boca, sus labios se rosan a los míos- segundo te follo tan duro y te beso tan fuerte y posesivo que borrare todo rastro de aquel que se atreva a poseer el corazón de mi mujer, eres mía Amira, solo mía.

-Soy tuya, pero tú nunca serás mío- una verdad que daña el alma, él niega.

-Desde el primer momento que te vi en esa fotografía supe que siempre seria tuyo- voy a responder pero sus labios se apoderan de los míos, posesivo, imponente, un hombre fuerte, poderoso y autoritario.

Como podría odiarlo, como podría evitar amarlo.

"Eres como la brisa frescas de la mañana, eres como el calor de la tarde, eres como el frio de la noche, eres como la estrella más brillante, eres la mujer que me desequilibra, eres la reina que gobierna mi vida, eres mi mujer, la que empecé amar desde el primer momento en que la vi en esa fotografía".

SELIM.

La alzo entre mis brazos, sin importarme nada la dichosa fiesta, necesito poseerla, ya no puedo contener más estas ganas de tenerla, necesito hacerle el amor, y sentir la tibieza de su cuerpo, llenarla de mimos, demostrándole cuanto la amo y la deseo, demostrándole que no hay mujer en mi vida que no sea ella.

-No podemos- murmura ya acostada en nuestra cama.

-Claro que si podemos, soy el Emir, tu mi esposa- respondo sin dejar de besar su cuello- estamos recién casados, ellos no se quejaran porque tardemos en aparecer- respondo besando de nuevo sus rojos labios. Mis manos hurgan en aquel largo vestido, subiendo la tela a cada envite de mi lengua en su boca, cuando llego a su ropa interior me dispongo a masturbar esa flor tan exquisita que tiene entre las piernas.

-Ha Selim...- gime deseosa de mas, duro unos buenos ratos besando su carne, acariciando su hendidura ya húmeda por mis caricias. En un rápido movimiento subo el abaya y desabrocho mi pantalón, saco mi miembro y lo posiciono en la entrada de mi mujer- ¡ha... si!- sus manos se aferran a mi espalda mientras la penetro con rudeza y mucha dedicación, haciendo de mis embistes más intensos.

Beso sus labios, muerdo chupo su carne blanda, mientras nos envolvemos en ese vaivén delicioso que está a punto de llevarnos al cielo. Esto es solo el comienzo, cuando termine la dichosa celebración me encargare que mi zawja disfrute todo el placer que pienso proporcionarle.

Cuando llegamos al más alto de los placeres, muerdo con cariño el lóbulo de su oreja, nuestras respiraciones son erráticas, nuestros corazones van de mil por hora, beso la coronilla de su cabeza. Para luego fijar mis ojos en los suyo.




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