Sonrió al ver el pequeño bulto que está empezando aparecer, me quedo embobada de amor por el pequeño ser que crece dentro de mí. Suelto un sonoro suspiro, aun sin dejar de acariciar mi vientre, decido terminar de leer el libro de anatomía humana, me siento en mi lugar habitual de siempre, cerca del ventanal, me acomodo y empiezo. No pasa media hora cuando escucho que tocan la puerta, sin dejar de leer respondo que pasen, Eva entra a la recamara, hace su típica y aburrida reverencia con la cabeza, deja la charola con comida en la pequeña mesita cerca del ventanal, para luego retirarse, pero antes de salir pregunta- Necesita algo más.
-No gracias, puedes irte- respondo sin mirarla, ella se marcha, suelto un pesaroso suspiro, me levanto sin quitar mi vista de aquella interesante analogía, tomo el vaso de jugo y me lo bebo de golpe. El líquido tiene un extraño sabor amargo, pero no coloco mucho cuidado. Me acuesto de nuevo en el sofá, hasta que el sueño me vence.
No sé en qué momento me quede dormida, solo sé que un intenso dolor me recorrió la espina dorsal, me tenso cuando y fuerte dolor se acumula en mi vientre, mis ojos se abren de golpe y me siento adolorida, los espasmos y las palpitaciones de mi corazón aparecen como repentinos huracanes. Mi mano solo está bajo el pequeño bulto, trato de tomar buenas bocanadas de aire para no asfixiarme. Cada vez son peores las contracciones, el dolor es mucho más fuerte, y tomando toda de mi voluntad me levanto y trato de alcanzar la campanilla que está en la mesilla donde posa la charola de bocadillos. Cuando estoy por llegar siento como algo se escurre por mis piernas, el miedo me corroe el cuerpo, y sin más miro hacia abajo, una hilera roja mancha mi ropa, y sin poder más la mente se me nubla todo se vuelve oscuro, ya nada aparece en mi campo de visión todo se sume a un silencio absoluto.
SELIM.
Bajo del auto contento de llegar a casa, he tenido mucho trabajo y muy poco tiempo para poder ver a mi Zawja, la he extrañado un montón, todos los días pienso en ella, y en nuestro pequeño bebé que cada día crece más. Entro a palacio dispuesto a ir al harem, pero me llevo una enorme sorpresa ver a mi madre Hisu allí.
La veo hablando con las sirvientas y damas de compañía de mi esposo, frunzo el ceño y me acerco decidido hacia ellas.
-Que haces aquí Madre- ella se sobresalta y me mira, hace un asentimiento de cabeza, al igual que un gesto con su mano despachando a las mujeres- que ocurre...
-Tu esposa tuvo un aborto Selim- responde con seriedad, me tenso, una ráfaga de frio recorre cada partícula de mi anatomía.
-¡Que!...
-Amira ha perdido la criatu...- no la dejo terminar, corro por los pasillos para llegar al ala del harem de mi esposa, camino por los senderos verdes del jardín hasta llegar hacia sus aposentos, allí la encuentro. Me adentro a su recamara con cautela, su vista esta fija en el ventanal que muestra una buena parte de los rosales del harem.
-Habibi...- ella no voltea, solo está sentada en el piso con sus piernas pegadas al pecho y aquella larga cabellera cayendo como cascadas sobre sus hombros, hasta chocar sus puntas en el mármol del suelo. Me acerco mucho más a ella, decidido a estrecharla contra mi cuerpo y brindarle calor y ánimo.
Sé cuánto queríamos un hijo, se lo mucho que lo intentamos, y ha sido un golpe muy bajo para mí, y mucho peor para ella, que esperaba con ansias la llegada de nuestro primogénito.
Me acuclillo para estar a su altura, y a pesar de saber que estoy allí no me mira y eso fue como un bálsamo helado para mí.
-Cada día miraba a esa dirección- murmura señalando con sus delgados dedos los rosales y a la enorme estancia del verde y colorido jardín- imaginaba a nuestro hijo o hija correr por todos esos senderos, riendo y jugando, mientras yo lo o la vigilaba desde aquí, mientras leía un libro- su voz se rompe, y eso me llena de tantas emociones- ya... ya no lo poder ver- las primeras lagrimas salen de sus ojos grises, que ahora están rojos he hinchados por el llanto.
La atraigo hacia mí y la abrazo, ella se acurruca entre mi cuerpo, llora en silencio y suelta pequeños suspiros pesados. Beso su cabeza, y la mantengo allí en mi regazo, dándole mi amor, triste al igual que ella por la perdida.
-No te preocupes cariño, tenemos tiempo para tener muchos hijos, y los veremos ambos desde aquí jugar- beso de nuevo su cabeza- ya lo veras, no te aflijas no es tu culpa mi cielo hermoso.
- Mi be..bebé- hipea, la acurruco más contra mí, la mantengo así un buen rato, hasta que su respiración se acompasa, bajo mi vista para mirarla completamente dormida. Aún sigo en estado de shock, no comprendo cómo pudo suceder. Me levanto junto con ella en brazos, y la acuesto en la cama, me encargo de que este bien abrigada y de que este bien cómoda. Con el ceño fruncido empiezo a revisar todo el lugar, y mi vista se va a la comida que está en una de las mesillas de la estancia. Me acerco a ella y empiezo a oler todo hasta que tomo el vaso vacío aun con un poco de sustancia allí, meto mi dedo tomando una gota de ella y la prueba. El amargo de la sustancia me hierve la sangre.
Salgo del lugar y empiezo a caminar por palacio hasta el área de cocina, cuando entro todos al verme se sorprenden y hacen una reverencia con sus cabezas.
-Quien le llevo la merienda a mi esposa- todos se tensan y los ojos del cocinero mira a las encargadas de la estabilidad de mi mujer. Me acerco a ellas con paso decididos, las tres tienen el rostro gacho- respondan- exijo.
-Fue Eva su alteza- miro a la mujer y ella no levanta el rostro, y sin que le diera tiempo a retroceder le tomo de la barbilla con brusquedad y la hago mirarme a los ojos.
-Ahora mismo me dirás quien te mando a envenenar a la Jequesa...
AMIRA.
Me despierto sobresalta, mi corazón late de prisa por la espantosa pesadilla, mi mano va hacia mi vientre y los recuerdos llegan, las lágrimas aparecen de nuevo. Me vuelvo acostar y me abrazo a la almohada para poder llorar tranquila, culpándome por la pérdida de mi hijo. No fui cuidadosa debí cuidarme más, no debí esforzarme en nada para que no ocurriera, y no lo logre, no pude ser buena madre, me duermo de nuevo hasta que despierto al sentir unas caricias en mi mejilla.
Editado: 26.08.2020