"De noche el sol creerán ver, cuando se vea al cerdo mitad hombre. Ruido, canto, batalla, en el cielo batir apercibido, y bestias brutas se oirán hablar."
-Michael Nostradame.
Sus ojos se quedaron prensados de los míos y en ellos ya no quedaba ni una gota de luz, tal cómo una antorcha que se apaga su alma había dejado de existir. Tardé varios minutos en caer en cuenta de ello, minutos que parecieron ser eternidades enteras... Mi respiración era larga y profunda, un grito rogaba por salir de mis entrañas pero en su lugar surgió un alarido de dolor.
Mis manos temblaban de manera errática, mis uñas guardaban mugre marrón y desde mis dedos escurría sangre; me costaba respirar, podía sentir también varias lágrimas recorrer mis mejillas.
Hice algo horrible, ese momento había marcado el inicio de mi castigo... El precio a pagar era alto, pero ningún otro ser humano estaría dispuesto a cargar con aquel peso.
-Lo haré- susurré recargando cuidadosamente su cabeza en el suelo y dando un último beso a sus labios.
El iris de sus ojos se quedó quieto contemplando el cielo sobre nosotros, en ese momento levanté también la mirada... Una nube de polvo de plata iluminaba la noche, el cosmos resplandecía por sobre el abismo infinito. Aquel recuerdo se quedó grabado en mi memoria, y se repetiría cada segundo hasta el fin de mis días, convirtiéndose así en mi principal tormento y mi único compañero.
Cuando la boca del infierno se abrió el sol fue consumido dejando una pequeña esfera blanca; con el poder de Helios le di vida a lo único que nos podía salvar de nuestra extinción, el titán se puso de pie y supe que estaba a su merced, no quedaba vuelta atrás.
Me dejé imbuir por su infinito poder, mi carne y hueso fueron destrozados para después regresar a su forma inicial pero ahora constituidos del mismo tejido del que estaba hecho mi titán, una energía superior. Ahora mi mente es incapaz de percibir el paso del tiempo, tampoco puedo encontrar el hilo de todo lo que ocurrió antes de este momento. Recuerdo la temible oscuridad devorar mi tierra, puedo ver la sangre fluir por el filo de mi espada... Horribles gritos inundan mi mente hasta desgarrarla, puedo entonces escuchar y sentir el caos traído por mi voluntad.
No puedo encontrar mi origen... ¿Cuánto ha pasado? ¿Segundos? ¿Minutos? ¿Horas? ¿Días? ¿Meses? ¿Años? ¿Siglos?... O tal vez eones. El titán, ese mismo que asesinó a su padre y consumió a sus primogénitos, era mi guía... Me privó de la capacidad de envejecer y junto con ella la percepción del tiempo.
Vislumbro mi mundo a través de la neblina. Recuerdo nacer cuatro siglos después de la tercer gran guerra, nuestros antepasados nos dejaron como herencia un planeta decadente, sus industrias de acero y fuego acabaron con los recursos; nos dejaron miles de árboles talados y especies exterminadas... eso provocó una reacción en cadena, la contaminación y la sobre explotación trajeron consigo una serie de cambios climáticos sin precedentes.
La tercera guerra tuvo su origen en aquellos tiempos, una cadena de disturbios desembocaron en un conflicto mundial, marañas de excusas escondían el verdadero fin: el saqueo y control de la materia prima restante, combustible, agua y comida. Una tensión inmensa dominaba el mundo; muerte, peste, hambre y guerra recorrían extremo a extremo de cada continente.
Las nuevas tecnologías de guerra atentaban con no sólo hacer ganar la batalla a los países que se atrevieran a darles uso, sino también con desaparecer toda forma de vida. Las armas biológicas y nucleares ya no eran una opción. Los gobiernos buscaron alternativas, enfocaron sus medios en encontrar una forma mejor vencer sin llegar al Armagedón; y durante las tres décadas que duró la guerra se permitió la experimentación genética libre en seres humanos.
Grandes descubrimientos se dieron, la experimentación buscaba mejorar el ADN a toda costa sin escatimar en crueldad; la hibridación fue una de las tantas herramientas que los laboratorios usaron... Abominaciones y atrocidades ahora ocultas se llevaron a cabo. Después de dos años se logró lo deseado, así nacieron los llamados "Macrontes", mujeres y hombres capaces de hacer cosas que hasta una década atrás hubieran sido imposibles.
Al inicio las mejoras consistían en capacidad auditiva y visual agudas; poco después se perfeccionaron las técnicas permitiendo maximizar la habilidad física de los sujetos. Pronto los pequeños cambios marcaron la diferencia, sólo era el comienzo. Regeneración de tejidos cada vez más rápida y compleja, memoria celular, resistencia a enfermedades y capacidad de adaptación superior.
La primera y segunda generación de macrontes fueron usados cómo fuerza militar, los escuadrones de "súper soldados". La guerra finalizó tres años después de la caída del imperio de oriente, la nación con la bandera de estrellas prevaleció y se reclamó cómo vencedora absoluta. Siguieron décadas oscuras, los años anteriores a la tercer guerra habían engendrado una sociedad débil y el nuevo renacer fue demasiado para muchas personas, la crudeza del nuevo mundo hizo cambiar la manera de pensar de otros muchos.
Algunas naciones perecieron junto con sus habitantes y cientos de éxodos se levantaron en todo el mundo en busca de sitios mejores donde vivir, muy pocos de esos grupos lograron ese objetivo.