Vanessa.
Un mes después.
Las voces a mi alrededor a pesar de que estaban tan cerca se escuchaban lejos mientras me sumía en mis pensamientos queriendo ignorarlos a todos. Valentina gritaba en dirección a papá y él le respondía a pesar de que era riesgoso que se estresara así por el bebé.
— Vanessa se está dejando llenar la cabeza de estupideces. —rodé los ojos, cruzándome de piernas en lugar de responder algo a la afirmación de mi padre. Val tenía la culpa de esto, yo no quería venir a enfrentarlo, pero ella si una vez se enteró de que él había estado de acuerdo en quitarle el apoyo a la fundación de mamá.
— Vanessa es una adulta lo suficientemente capaz de tomar sus propias decisiones. —le espetó mi hermana tomando su bolso del sofá y colocándolo sobre su hombro. ¿Por qué no la había convencido de quedarnos en Milán? —Y tú, —lo apuntó con su dedo índice alcanzando a tocar su pecho en el proceso. —eres el peor padre que existe en este mundo. —la rabia era notoria en sus ojos azules.
— No eres nadie para juzgarme, pequeña malcriada.
Ella bufó, ignorando la mirada amenazante de papá. —Soy tú hija por desgracia.
— Val. —dije hablando por primera vez en un buen rato, los ojos dolidos de papá esquivaron su rostro en un intento por recomponerse. Le dolió lo que le dijo, pero era verdad. No entendía como luego de todo lo que sucedió aún seguía con ganas de inmiscuirse en nuestras vidas.
Una vez entramos y vio el vientre de siete meses de mi hermana sus ojos se abrieron horrorizados. Los chismes habían corrido en los últimos meses, pero ella fue lo suficientemente sensata como para ocultar su embarazo de las cámaras, más que todo por la tranquilidad que necesitaba.
— ¿Qué? —cuando comenzaba a hablar, no había poder humano que la detuviera hasta que terminara. —¿Ahora le duele lo que yo le diga? —una sonrisa surcó en sus labios color carmín. —Pregúntame si me importa.
— Lo mejor será que nos vayamos. —me puse de pie, caminando hacia ellos e interponiéndome entre ambos. Aún dolía esta cruzada en la que se convirtió nuestra familia, pero tenía prioridades mucho mas grandes que detenerme a pensar en ello. —Vamos a ver a Sara.
— Claro. Sara. —fijó los ojos en papá. —La niña de siete años que casi se muere por tu egoísmo y deseo de controlar la vida de tus hijas a como diera lugar.
— Es mi dinero. —él no lucía para nada arrepentido por sus acciones, no que me sorprendiera, en este punto esperaba cualquier cosa de él o de nuestro hermano a punto de salir de rehabilitación. —Vanessa, tenemos que hablar.
Esperé un poco a que continuara, pero sus ojos no me miraban. —Habla que tengo que partir.
— A solas.
— ¡Estás...!
— Lo que tengas que decirme hazlo delante de Val, al final del día se terminará enterando así que ahórrame saliva y suéltalo de una vez. —interrumpí el quejido de la mujer a mi lado sabiendo que si comenzaba a hablar nos quedaríamos mas tiempo aquí del necesario.
— Derek llamó. —suspiré, frustrada ante la mención del hombre que creía que estaba fuera de mi vida. —Sigue interesado en ti, Vanessa.
— Pero yo no lo estoy en él, y ese es el más grande problema.
— Sácate a ese idiota de la cabeza, Nessy. —rodé los ojos. El mismo sermón de siempre. —¿Qué no lo has visto? No le importas en lo absoluto, linda. —contuve el deseo de llorar. Sí que lo había visto. Cada día del ultimo mes me torturé buscando la sección de chismes de la ciudad y era rara la ocasión donde no había un apartado para él...con una mujer diferente en cada ocasión colgando de su brazo. —Él ya pasó la página y tú debes hacer lo mismo. —no dije nada. —Derek es un buen hombre, puede darte una familia tal y como siempre lo has querido.
— Vanessa, vámonos. —la mano de mi hermana se aferró a mi brazo intentando tirar de mí, pero no cedí. Mis pies permanecieron en su lugar pensando en cada una de las mujeres que ahora hacían parte de su vida.
Era una masoquista, me rompía por mi propia voluntad el corazón estando al pendiente de sus mas recientes conquistas. Incluso aunque Valentina intentaba mantenerme ocupada todo el día, por las noches cuando la soledad llegaba me perdía en internet buscando algo a lo que aferrarme o que me alejara por completo, pero no lo conseguía. Seguía en el mismo punto muerto que al principio.
— Olvídate de él, Ness. —las palabras de papá iban y venían mientras mi mano por instinto iba a mi vientre. No podía hacerlo. Nunca podría olvidarme de él. —¡Vanessa, te estoy hablando!
— ¡No puedo hacerlo! —las lagrimas salieron por mi rostro mientras me soltaba del agarre de Valentina. —¡Nunca voy a sacarlo de mi vida por mucho que quiera! ¡Estoy embarazada de él! —los ojos de ambos se posaron en mi mano sobre mi blusa en un intento por asegurarse de la veracidad de mis palabras.
Ni siquiera había podido decirle a Val hace unas semanas al enterarme. No estaba del todo segura hasta que me hice la prueba de sangre hace una semana y luego tuve la cita con la obstetra, desde entonces no pude dormir en lo absoluto pensando como iba a afrontar esto.
Elijah me odiaba y en este punto no tenía idea alguna de si su deseo de ser padre se había esfumado al igual que su amor por mí. Tenía miedo y eso no ayudaba en lo absoluto. Pero saldría adelante, no por mí sino por este pequeño que no tenía la culpa de los problemas de sus padres.
— ¿De cuanto estás? —la mirada horrorizada de papá se posó en mi rostro. Sabía sus motivos para estar así. Aun si Elijah no se hacía cargo del bebé, nuestro hijo sería un Brown y papá no concebía esa idea en su cabeza.
— Casi tres meses. —una parte de mí estaba esperanzada y agradecía que este niño fuese concebido en un momento donde su padre y yo nos amamos y no cuando dejamos que el odio nos dejara llevar.
— Aún estás a tiempo para ab...
— Termina esa frase y en tu maldita vida me vuelves a ver. —me adelanté a sus palabras. —Metete conmigo todo lo que quieras, pero a mi hijo no lo pongas en tu sucia boca llena de odio y resentimiento. —mi hermana sonrió sin molestarse en ocultarlo. —Este bebé es mío y lo voy a tener le pese a quien le pese. —espeté con la voz cargada de furia. —Es increíble que luego de todo lo que te ha pasado sigas con la misma mierda en la cabeza.
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Editado: 18.08.2024