—¡Eh, novato! —exclama Landon al ver cómo me voy corriendo.
Finalmente he encontrado la manera de activar mis piernas y salir de este lugar, aunque supongo que es un poquito tarde, las imágenes en mi cabeza no van a desaparecer a menos que me lave el cerebro con cloro, o peor, con ácido muriático.
Debe de ser todas las partículas de testosterona que flotan en el aire, pero ciento que me ahogo, tengo que salir de aquí.
Debe haber otra manera, no puedo darme una ducha en frente de estos desconocidos, independientemente de las cortinas ¿Qué me asegura que nadie va a mirar? ¿Qué me asegura que no me toparé con otro loco como Landon?
Ignorando el riesgo de ser descubierta, no puedo hacer esto, por dignidad. Compartir la barra de jabón tan íntimamente no con uno, como con quinientos tipos—por soltar un número—, quinientos culos, quinientas pollas y el doble de bolas. Perdón pero yo paso.
Corro sin rumbo, como si todos los miembros me estuvieran persiguiendo, aunque nadie viene detrás de mí, solo soy una loca disfrazada de chico, corriendo en toalla por los pasillos de un internado. Ya saben, cosas de todos los días.
Me regreso al dormitorio y cierro la puerta detrás de mí. Me tomo unos segundos para recuperar el aliento.
Es posible que repita este pensamiento más de una vez al día pero ¿Dónde me vine yo a meter?
Me acerco a la ventana e intento abrirla desesperadamente para conseguir algo de aire, siento que podría encenderme en llamas en cualquier momento. Es después de unos agitados intentos que me doy cuenta de que la maldita está sellada. Ahora me queda claro a dónde me vine a meter, a un puto manicomio.
Me llevo las manos a la cabeza, después al cuello y termino en las caderas, eso mientras camino en círculos en la habitación. Más tarde vuelvo a intentar histéricamente abrir la ventana, con los dientes si es necesario.
Me doy cuenta de una figura que se escabulle por el campus, es ese chico de antes, el mal agradecido. Lo reconozco a pesar de que es un muñequito minúsculo y escurridizo. En su hombro lleva un bolso oscuro y mira hacia todos lados, como cerciorándose de no ser perseguido.
Arrugo la frente al verlo meterse entre arbustos y me da la impresión de que intenta escapar, si ese es el caso no puedo perder ni un segundo, debo seguirlo, tal vez me dé espacio en su fuga.
Dejo el uniforme sobre la cama y en lugar de eso busco una de los pijamas que vienen en las maletas grandes. Si voy a estar prófuga por unos días será mejor hacerlo con ropa cómoda. También agarro el bolso de mano que he preparado antes de venir aquí, lo demás no lo voy a necesitar de momento.
Me aferro a ambas cosas y aunque aún sigo en toalla me apresuro por los corredores y procuro que nadie me vea, por suerte los chicos están en las duchas, pero tengo que aferrarme a un par de esquinas cada que una monja camina por algún pasillo.
Cuando ya estoy en el patio avanzo lo suficientemente pegada a la pared para que nadie me vea desde las plantas de arriba y si tengo que pasar gateando bajo las ventanas del primer piso lo hago.
Finalmente llego hasta los arbustos pero cuando los atravieso el chico no está ahí, y tampoco hay alguna especie de agujero en la roca que conecte con el exterior lo que me decepciona muchísimo.
Alguien chasquea la lengua en alguna parte y una cosa bajo mis pies se agita un poco, como si alguien tirara de ella. Me toma unos segundos entender que lo que está debajo de mi es una manguera y que gracias a mi peso el agua no circula.
—No puede ser —escucho que alguien se queja y giro la cabeza hacia la derecha donde hay una caseta de piedra a medio construir.
Bajo del tubo de goma transparentoso y de inmediato veo como el agua vuelve a fluir. No tarda en empezar a caer en algún lugar cercano y la duda me impulsa a seguir el camino que traza el cordón.
Escucho una voz cantar una hermosa versión modificada de A Little Too Much, de Shawn Méndez del otro lado de la pared.
And she knew that she would be okay,
So she didn't let it get in her way...
Una enorme piedra con una forma demasiado conveniente descansa junto al muro. Suelto el bolso a un lado con mucho cuidado, junto con el pijama que llevo en brazos y escalo sobre la roca.
Aun arriba el muro me supera un poco así que me pongo de puntillas y me aferro el borde con las manos para ver desde arriba.
Sometimes it all gets a little too much,
But you gotta realize that soon the fog will clear up...
Desde este ángulo afortunadamente solo puedo ver como se masajea el cabello lleno de espuma y los hombros desnudos. Es definitivamente él. Me olvido por completo de sentirme como una absoluta acosadora para escuchar la continuación de la canción.
And you don't have to be afraid, because we're all the same,
And we know that sometimes it all gets a little too much...
La piel se me pone de gallina con su voz. Yo de vocal coach sé muy poco, pero si de algo estoy segura es de que Shawn debería temblar delante de este chico.
Por un segundo la canción suena terrible porque se atraganta con algo de agua, se le sale una risita y automáticamente a mí también.
Me doy un tremendo guantazo mental antes de poner mi cara de espanto. Él levanta el rostro tan rápido nota mi presencia, y no, feliz de verme no parece.
Cuando nuestras miradas se encuentran el susto es tan grande que, resbalo de la piedra y caigo de culo sobre la grama, que no es ni tan esponjosa como para amortiguar mi caída, así que el dolor llega rápido y me mantiene aturdida unos segundos.