Halliester Bay Academy (academia para chicos problemáticos)

38. No te involucres.

        —¡¿Qué?!¡¿Landon Miller?!

       Por poco me echo al suelo, pero en lugar de eso me inclino por completo sobre la barra e intento cubrir la boca de Camille, sin conseguirlo. Un par de miradas se han desviado hacia nosotras por el escándalo, aunque solo por unos segundos. 

        —¿Quieres bajar la puta voz, imbécil? 

        Ella no puede ni cerrar la boca. Se gira rápidamente para soltar la cafetera en la encimera y se acerca mucho más a donde estoy, con los ojos bien abiertos y un entusiasmo innegable. 

       Debí suponer que era una pésima idea contarle esto a Camille, de hecho lo sabía, pero lo hice de todas maneras, ahora quisiera borrarle la memoria a golpes. 

        —¿Sales con Landon Bombón Miller? 

         Me llevo las manos al rostro y suelto un resoplido. 

       —¿Quieres dejar de mencionar su nombre? Se ha vuelto un sonido fastidioso —pido—y no, no salgo con él, él cree que salgo con él, o no sé, algo como eso dijo. Yo sabía que ya no recibía señales de su cerebro pero esto es demasiado. —Frunzo el ceño—¿Me estás escuchando? 

         La lunática no deja de sonreír con la boca abierta. Sus ojos se deslizan sobre mi cara como si estuviera a punto de saltar sobre mí, incluso me preparo para cualquier reacción fuera de lugar que se le ocurra tener. 

         —Vamos a ver si yo entiendo lo que me acabas de decir —suelta finalmente—te has enrollado con Landon Miller, el bombón de Landon Miller, que por cierto, no me has dado un solo detalle y los quiero todos. Aunque bueno, yo ya conozco un par de sus encantos —masculla al final, con una sonrisita maliciosa. 

        —¿Disculpa?

       —¿Qué? Así como lo oyes. Perdón, pero lamento ser la que te informe que yo ya probé ese postre, mucho antes que tú ¡Y vaya!

        Siento la sangre acumulándose debajo de mis mejillas. La maldita se ríe. 

       —Bueno, ya, que tampoco es para que te pongas así, fue hace años. 

        —¿Ustedes se...?—Jorden Jones ¿A ti que mierdas te importa eso?

         Camille agita rápidamente las manos en el aire. 

        —Ay, no, no, no tuvimos sexo si es lo que te preocupa —levanta una ceja, está evidentemente disfrutando del poema que debo traer por cara—ganas no faltaban, pero solo fueron un par de besos en una fiesta y nada más. 

       Ni siquiera se qué es lo que espera que yo diga. 

       —¿Qué quieres que te diga? Yo he besado a mucha gente, lamento no ser la reencarnación de la virgen María como tú. 

       —¿Crees que podamos regresar al tema principal de esta conversación? 

       —Ah, sí, entonces, te enrollaste con Landon Miller y ahora están saliendo, pero, tu aseguras que para ti no están saliendo, solo para él. 

      —Exactamente —suspiro aliviada de que luego de gritar y saltar como maldita cabra loca por todo el café, parezca entender la gravedad del asunto. 

      —Ya veo, ya veo. Ahora...¿Me explicas el problema en todo esto? —vale, puede que no lo haya entendido después de todo—pero antes, tienes que darme el secreto. Desde que entraste a esa academia no dejas de atraer chicos ardientes ¿Cómo se llama el otro, el rubio? Axton ¿Qué paso con él? Pensé que algo estaba ocurriendo ahí. —se endereza y mete ambas manos en el delantal—. Yo no consigo que un solo chico se interese realmente por mí, aunque aquí entre nosotras, y sin intenciones de presumir, creo que soy demasiado para la mayoría, no podrían con tanta responsabilidad. 

       Ruedo los ojos. Camille suelta una risita. 

      —Sí, lo lamento, hablábamos de tu drama. 

      La campana en la puerta suena y una pareja se acerca a la barra, Camille se apresura en atenderlos. 

       Tomé la pésima decisión de venir a pasar el fin de semana fuera de la ciudad, en casa de Camille, para ser más específica, y decidí esto por dos razones principales: la primera, tenía que huir de mi casa. Los chicos habían planeado dormir allí este fin, lo que ya creo haber superado, la cosa es que la novedad—el tema reciente con Landon que ni siquiera sé cómo explicar sin que suene perturbador—podía volverlo todo un completo desastre con el que honestamente no tenía ganas de lidiar, y sigo sin tener. Y segundo: estoy más cerca del lugar en donde debo citarme con el extraño tipo que me hizo saltar de un risco y que resultó ser el sobrino de la monja más soberbia de todo Halliester Bay Academy, la misma que parece odiarme sin razones del todo claras. 

       Sí, mi vida es un batidero de excremento. 

        Ya que Camille llegó a la conclusión que de momento la universidad no era exactamente lo suyo, consiguió un trabajo de medio tiempo en un café y es aquí donde pasa el día para no levantar sospechas con el tío Conall. La realidad es que cuando me contó que tenía un empleo me sorprendí, de hecho me asusté, por la forma en la que me lo contó, pensé que estaría sobre el escenario en un cabaret o vendiendo drogas en una esquina, ni siquiera quería que viniera, pero resultó ser solo esto: mesera en un café bastante acogedor, y, aún más impactante para mí, es bastante buena tratando con otros humanos. 

        Mientras ella atiende a la pareja y un par más de personas que han aparecido, cojo mi mochila del suelo y saco las cajas con los nuevos teléfonos, los que amablemente Janna ha decidido comprar. Uno para mí porque según ella las cosas han ido bien en la academia—lo que se considera un verdadero logro en mi caso—y uno a Camille ya que por mi culpa—o más bien por la culpa del desconocido loco de la playa que ya no es tan desconocido—el suyo terminó lleno de agua junto con la chaqueta robada de Bruce. 

        La última vez que yo tuve un teléfono fue, bueno, han pasado ochenta y cuatro años, vale, no, pero fue mucho antes de que ingresara a la academia; Charlie y Cameron pensaron que sería divertido enviarlo de paseo por el retrete. No se sabe a qué tubería importante llegó esa cosa pero recuerdo claramente que todo en la casa colapsó y empezaron a salir desechos por todos lados. 




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