Gragan se encontraba sentado a orillas del risco que se encontraba a unos veinte metros al lado izquierdo de las escaleras que bajan a la lluvia eterna. Miraba aquel paisaje nocturno silencioso, lleno de nubes oscuras que eran encendidas por relámpagos sin voces. Notaba que la piel de sus manos retomaba aquella elasticidad que hacían desaparecer cada vez lo arrugado que generó permanecer tanto tiempo bajo la lluvia.
El viento frio no era un problema para él. Al contrario, su semblante hacia parecer que se encontraba muy cómodo en aquel lugar.
Osten llegó pronto y se sentó a su lado derecho. Sin embargo, Gragan se mantuvo viendo aquel extraño horizonte mientras iniciaba una conversación.
- Es tan diferente. – Dijo. – Allá abajo el sondo de la lluvia es inquietante, por lo menos para mí. En cambio aquí arriba es un completo silencio... Es todo tan quieto, pero aun así es ilógico, es igual de inquietante. BAHIA es como si fuera el punto medio del sonido. En las noches el leve movimiento del agua hace sentir que el dominio alguna vez se fracturará y se llenará de agua, mientras en el día es común escuchar a los animales y hombres granjeros machacar el barro una vez que el agua ha descendido al Mar de Har. Pero en ambos casos el sonido no es tan fuerte como allá abajo ni tan débil como acá arriba.
- HANOI es un mundo muy inquietante de cualquier forma, al igual que el reino de HAR. – Dijo Osten mientras soltaba una leve sonrisa.
Ambos quedaron en silencio por algunos segundos.
Después de un tiempo Gragan miró fijamente y le hizo una pregunta que hacía notar una sensación de inquietud y miedo a la vez.
- ¿Qué es este lugar? – Preguntó.
- Un basurero de papel. – Respondió.
- Es serio, Osten. – Asintió Gragan, haciendo entrar al joven Har en seriedad.
- Es un templo. – Respondió Osten.
- Ya lo sé. Osten. – Dijo Gragan.
- Los viejos dicen que el mundo antes del “C” no parecía nada al de ahora. Todo era muy diferente. Era más coherente entre sí. Sus territorios, sus climas, sus civilizaciones, los mecanismos que crearon. Absolutamente todo era diferente. Entonces pasó el “C”, y el mundo cambió, y todo lo que había en él también. A excepción de ustedes los Hombres. – Siguió diciendo. – Si quieres saber sobre la antigua civilización, en todo HANOI solo hay dos lugares donde debes ir. O al reino de LA TIERRA DE LOS MUERTOS, donde están las evidencias físicas, o aquí, con aquellos registros que reposan en los estantes del templo.
- Todo lo que está en aquellos estantes, todos los papeles grises que hay aquí ¿Es información del antiguo mundo? – Preguntó Gragan.
- Lo que has alcanzado a ver es información obvia los reinos. – Respondió.
- Entiendo... y ¿Cómo lograron reunir todo aquí? – Preguntó Gragan.
- Te has mantenido vivo hasta ahora gracias a Vian. No lo olvides. De lo contrario ya estarías apareciendo en la TIERRA DE LOS MUERTOS, saliendo de alguna de esas ruinas, con los ojos totalmente negros, ojeras oscuras y color de piel pálido, como son ellos. – Suponía Osten.
- Sé muy bien como son. – Respondió Gragan seriamente.
Ambos quedaron en silencio por un instante, apreciando aquellas nubes negras que marcaban el horizonte.
Pronto Gragan insinuó un pequeño detalle.
- Alegan sabe que estoy aquí. – Dijo Gragan.
- Tu madre sabía que vendrías a tierras peligrosas, con gente peligrosa. – Dijo Osten quedando nuevamente en un instante de silencio.
- Vamos al templo, ha sido muy complicado el día, por lo menos para ti, ha sido un viaje muy frustrante. – Dijo Osten.
- Me gustaría seguir viendo esto. Posiblemente sea la última me encuentre en este lugar. – Solicitó Gragan sin apartar su mirada de las oscuras nubes que se encontraban tan cerca, a menos de cincuenta metros de él.
- Como gustes. – Aceptó Osten al mismo instante que se ponía en pie. – Si necesitas algo no me llames, puedes decirle a mi prima Vian... ¡Ey! Tal vez esta noche puedas tener sexo con una Har, una de la familia principal. Tiene un año en este encierro.
Osten lo miró y sonrió.
El joven Har encaminó su rumbo hacia las escaleras. Cruzaba cada antorcha intercalada a orillas de las escaleras con cierta prisa.
Pronto llegó a la puerta del templo, tomó el pasillo que conduce a las escaleras más cercanas y subió al siguiente nivel. Lo mismo hizo hasta llegar al salón el “Tercer Pequeño Ojo”, cuya puerta la abrió sin previo aviso.
Los tres ancianos se alertaron al sentir la presencia del muchacho en la sala.
- Eres un imbécil. Osten. ¿Cómo te atreves a entrar sin permiso al salón? – Dijo Sae Crarens alterado.
- ¿Acaso se te olvidaron las normas? Niño. – Preguntó Keva Crarens, maestro del templo, encargado de la percepción en la lluvia, quien deshizo automáticamente el holograma de lluvia en la mesa llamada “El Tercer Pequeño Ojo”.
“El Tercer Pequeño Ojo” también es el nombre que recibe aquella mesa que ocupaban en aquel salón, de bordes irregulares que representan los límites del reino de HAR a escala pequeña. En el que reflejan a través de la lluvia recreada en ella, lo que sucede en algún lugar del reino afectado por la lluvia.
- Lo siento, viejos. No fue mi intención entrar de esta manera. – Se disculpó Osten. – Alegan sabe todo. Gragan no fue enviado por su madre.
El salón quedó en silencio al instante. Todos pensaban en cuáles serían las posibles pretensiones que Alegan, actual encargada del subdominio de BAHIA, pretendía al enviar al chico al reino de HAR, sobretodo por la tensión que existe y que cada vez agrava más la situación entre la familia Erie y Las Sombras, que gobiernan el reino de ERIE, y Los Hombres de BAHIA.
- El chico permanecerá vivo hasta que salga del reino. – Ordenó Quer Crarens, el más gordo de los ancianos, maestro de la comunicación, mientras se apoyaba en la mesa después de unos segundos de tensión. – De igual forma el subdominio de BAHIA es el asentamiento de Los Hombres más grande de todo HANOI. Sólo en él viven un poco más del doble de los habitantes de nuestro reino. No nos podemos dar el lujo de desatar aquellas pretensiones, sean cual sean.
- Las intenciones de la Señora de BAHIA son reales, subestimarlas tal vez sería el punto de partida de su rebelión. Que estúpido ¿No? Ni siquiera compartimos fronteras y nuestros reinos no mantienen relaciones desde hace mucho. Entonces ¿Qué es lo que está buscando realmente al hacer una jugada tan lejos? Aun así, es un problema. – Dijo Keva Crarens con cierta intriga.
- Osten, imbécil. Acompañaras al chico a HAR. – Dijo Sae Crarens, encargado de la lluvia, mientras se generaba nuevamente la lluvia en la mesa y enfocaba a uno de los guardias que vigilaban la puerta de entrada del dominio de HAR.
Osten cada vez que notaba aquella sincronización mental en los ancianos pensaba que ellos tenían los pensamientos conectados, por lo que ninguno se oponía a la decisión del otro.
- Rían, acompañarás al joven Hombre y al imbécil de Osten a la frontera con el reino de CASCADA DE ARENA. Asegúrate que el chico Hombre salga por completo del reino. - Dijo Sae a la silueta que se notaba en aquel holograma.
- ¿Har y el concejo tienen conocimiento de esta decisión? – Preguntó aquella silueta.
- Eres un imbécil, Rían. Que mierdas me importa Har. Te he dado una orden, imbécil. Soy tu padre. – Respondió alterado Sae. - ¿Acaso el idiota del rey manda más en ti que yo? – Preguntó.
- Nosotros nos encargaremos de ello, así que no debes preocuparte, Rían. – Dijo Quer, con mucha amabilidad.
- Entiendo, viejo. – dijo Rían.
- Mañana mismo saldrás hacia este lugar. Trae cinco exploradores Har, a los que desees. Tienes nuestro permiso. – Dijo Keva mientras el holograma se desvanecía y el agua se asentaba en el fondo de la mesa nuevamente.
- Osten, el chico debe llegar vivo al reino de ERIE. Lo he reconsiderado. Es importante avisarle a Rían, así que mañana me encargo de ello. – Dijo Quer. – Así que irás con Rían y los exploradores. Acompañaran al muchacho hasta el reino de ERIE... De paso por HAR no se les olvide el bronce, CASCADA DE ARENA es casi que intransitable, y lo necesitaran.
- Como ordenen. – Asintió Osten. – Y ¿LA TIERRA DE LOS MUERTOS? – Preguntó.
- Irás con cinco maestros Har y un Crarens. Cruzarán con el chico Hombre. Estoy seguro que no habrá represalias en contra de ustedes. – Respondió Sae. – Maldita sea. – Volvió a exaltarse. - ¿acaso al maldito de Ega y al imbécil del Crarens que lo acompañaba pensaron en Los Espectros en “La Gran Lluvia”? Fueron unos imbéciles. Me decepcionada tanto aceptar que fue uno de mis abuelos. Casi exterminan a todo esa familia. Antes de morir debieron dar gracias a las malditas ruinas de esas tierras, que ayudaron a revertir el desastre que hicieron. – Exclamaba al recordar aquel juramento de venganza que hicieron Los Espectros en respuesta al genocidio de hace un siglo. – Mejor iré a descansar. – Dijo mientras daba media vuelta y quedaba casi que en frente a la puerta.
- Yo también iré a descansar, faltan solo unas horas para que amanezca. Así que me retiraré. Con permiso. – Dijo Osten mientras hacía una venia de respeto y se retiraba de la habitación.
- ¡El chico ha entrado a la “lluvia eterna”. Está bajando las escaleras! – Gritó Keva impresionado a medida que el holograma renacía en la mesa y mostraba aquel escape de Gragan.
- Quer, avisa a los exploradores que se encuentren cerca a “La Montaña de La Flor Pálida.” Que el chico no puede escapar del lugar.
- No lo hagas. – Dijo Keva. – Vian va detrás de él.