El reinicio de mi alma perdida.

 "Jamás dudes que te amo, en las malas cuesta librar con la vida, pero de nada ella es culpable. Deberías fortalecerte solo o con amigos, la familia también importa y nos lastima un poco las pérdidas. Pero no te desanimes, porque el mundo está al alcance de tus manos y un chico tan listo como tú,  puede poseer el mismo mundo".

 Encontré esta nota en el armario, el cual en ocasiones como ésta, era el mejor apoyo para una cara desgarrada por tantas lágrimas y desfigurada por el dolor. 

 La abuela se apagó un poquito, pero sonreía. Lo hacía cada vez que me veía, señalaba al cielo y decía: "Mira Hanzo, tu madre te está observando desde allí,  espero no la defraudes y seas un buen muchacho".

 Pero, lo que ella no sabía. Era que por las noches, escuchaba sus llantos a través de estas angostas paredes, de ladrillos huecos y pintura desgastadas. Escuchaba cada vez que su alma se rompía y cuando volvía a iniciarse, por mecanismos tan simples pero a la vez tan complejos  como lo son sus latidos.

 Ya ha pasado una semana desde el entierro de mamá y hace tres días habíamos vuelto de Japón. Un entierro silencioso con sonidos de sollozos por todos lados. La empresa había perdido el cincuenta por ciento de sus trabajadores y entre ellos, estaba la mujer más hermosa e inteligente del mundo... mi madre.

 Y no quiero ser despiadado con los demás,  pero ella fue la jefa de la sección. Y si se hubiera dado cuenta, que cambiar la garrafa por un mediocre y joven tonto, recién llegado a la empresa, costaría muchas vidas. Estoy seguro, que lo hubiese hecho ella misma.

 No debías ser tan inteligente,  para no poder oler ese violento gas por metros, cuando se desprendía por todos los rincones de las oficinas. Las personas terminaron carbonizadas y horriblemente irreconocibles. 

 Dónde estaba Dios en ese preciso momento, porque no los alertó de algún modo y permitio que la negligencia de un solo sujeto, acabara con la vida de muchos.

 Reconocí a mi madre en el instante que la vi, las marcas ni cicatrices pudieron borrar la hermosura que llevaba encima, como si estuviera maquillada de ella misma. Me refiero así, porque la hermosura era ella en persona  y ni el fuego mismo pudo arrevatarlo.

 Fue raro e incómodo,  pero un funeral para todos y que el cementerio de lugar a cientos de cuerpos, para que éstos estén juntos, fue un gran gesto. 

 Todavía puedo oír esos llantos, cada vez que abro mis ojos. Cada vez que despierto en mi cama, olvidando mientras sueño y recordando al abrir los ojos,  que mi madre ya no estará más a mi lado.

 Pero la vida no es culpable y debo hacer algo para intentar suprimir un poco el dolor, así podré comenzar con el reinicio de mi alma perdida.

 El té ya no tiene el mismo sabor, la conversación con mi abuela disminuida por el agitado golpe de la pérdida, me hacen valorar los buenos tiempos.

 El abrazo y el rezo de mi abuela, para cuidarme. Abren mi perspectiva de que, esta muy preocupada por mi, más de lo normal por lo que sucedió. 

 Me da pena saber, que hoy nuevamente,  ellama quizás estará esperando frente a la ventana, mirando al cielo una llamada que no se realizará ni podrá responder.  Que su hija se marchó y no hay vuelta atrás. 

 La maquina del tiempo son un invento imaginario y la realidad pega más fuerte que cualquier cosa. Puedes ser un héroe de juegos o incluso un Dios del mundo creado por ti, pero fuera de la pantalla. Nadie tiene poderes y no conozco alguna persona sobre la tierra, que pueda ver la muerte antes que suceda.

 Me acuerdo de una anécdota, muy graciosa e interesante. Tenia unos doce años quizas y estaba jugando al pc. Muy entretenido y con mi café de leche en el escritorio, auriculares y el sonido al máximo. Me sumergi al imaginario ideal 3d que cualquier chico desearía poseer. 

 Podía salvar personas,  era el súper poderoso "Jawa", un ninja con velocidad a 400 km por hora, una fuerza de gigantes, teletransportación y vista de águila. Detectaba a todos los maleantes, asesinos y violadores de la ciudad, debía proteger a mis vecinos como si de eso dependiera mi vida.

 Mi madre se me acercó y estuvo como diez minutos detrás mío, testigo de dos personas salvadas, me toco el hombro, retiro uno de mis auriculares y me dijo: "Ojalá también seas mi súper héroe algún día".

 Salte al momento de escuchar eso para abrazarla, mi café con leche terminó derramandose por todo el teclado y el auricular conectado, me tiró hacia el piso, llevando mi cabeza contra la esquina de la mesa. 

 Termine en el hospital con dos puntos en mi cabeza, un abrazo de mamá y pidiéndole disculpas por lo sucedido. Ella sólo me abrazo y entendió, y cuando estaba a punto de decirme algo, le dije: "No te preocupes, a la próxima lo haré mucho mejor y estaré para salvarte".

 Y viendo a tanta gente caminar por las calles, con mis auriculares conectados a mi teléfono en el último asiento del bus, me hizo entender que al final de todo, ese héroe que tanto quería ser, solo fue una pobre y vacía palabra.

 No dejo de pensar si ella, antes de morir pensó en mi o si se lamentó por algo,  si estuvo bien que jamás me haya dicho el nombre de mi padre o si tenía sorpresas para mi. No sé que sintió ella, si se le erizo la piel y sus ojos se abrieron, si su vida pasó delante de sus ojos o si no pensó en nada. Si tuvo que resistir el dolor en agonía o se fue sin siquiera sentir algo.

  Tengo tantas preguntas que nunca obtendrán una respuesta, porque quiero que ella sea quien me las responda y para ello, deberemos reunirnos algún día. 

 Me dieron una semana de descanso en el trabajo, por todo lo que me estaba ocurriendo. Es raro, solo haber ido un solo día y que el gerente tenga buena disposición conmigo. De seguro, él más que nadie entiende el dolor y estos gestos son evidencias de ello.

 Tome el bus hacia ningún lugar y baje cerca de un lago. No había nadie en el lugar, entonces comencé a meditar, a dejar fluir mis pensamientos por si solos y no detenerlos. Que cumplan con su flujo y se vayan cuando deberían hacerlo.