Hanzo y Lisa

Realmente capaz

Desperté porque mi teléfono no dejaba de sonar, tuve que atender la llamada y fue una voz conocida, reconfortante y amigable.

 Kato me llamó.  Hablamos de muchas cosas, misterios, ausencias, dolores, perezas y nuevos cambios en nuestras vidas. Me comentó que en días vendría a Nueva York a ayudarme en lo que necesitara y así podría conocer un poco mi nuevo ambiente. 

 Quizás paso una hora, nos despedimos y volteé hacia la ventana. Estaba amaneciendo y la luz del sol se presentaba en el Alba, ansioso por salir e iluminar a todos aquellos futuros triunfadores de la vida.

 Un té fue suficiente para activarse y aproveche ir a bicicletear un poco para despejarme de los malos pensamientos. 

 No quiero ser negativo, pero la vida golpea muchas veces y solo los vencedores pueden seguir adelante. Algunos que no pueden soportarlo se quitan la vida y a otros, se la arrebatan. 

 Me gusta mucho cuando mi cuerpo siente la brisa del viento, los pájaros cantar y observar a personas haciendo ejercicios en los lugares verdes. Mi piel se pone de gallina, cuando paso al lado de algún que otro pobre hombre viviendo en la desgracia, buscando qué comer en el presente. Sus ojos vacíos piden a gritos un alma noble que los ayude y los demás, actúan como si no existieran o simplemente los evitan como si fueran un infeliz más en este mundo.

 Pero por suerte, educación y buen corazón. No me toco ser uno de ese montón de egoístas. Frene la bicicleta y me acerque a uno. Su olor era terrible y él notó que me acercaba. 

 No puedo culpar por el olor que emitía porque quién sabe hace cuanto no se da una refrescante y maravillosa ducha. 

 -Te estaba esperando jovencito. Dijo sin voltear a verme.

 Me quedé paralizado y no pude pronunciar siquiera una letra. Mis ojos se abrieron como si observara el mundo entero y mis piernas no respondían. Me sentía pequeño ante alguien tan grande como los mismos cielos.

 -Vamos, camina. El sol se irá en un santiamén si no logras alzar uno de tus pies de este suelo frío, duro y sucio.

 Estaba hablando de la condición del asfalto mientras rebuscaba entre cientos de basuras algo bueno para desayunar. 

 Me concentré y reaccioné, le toque el hombro y me presenté. -Hanzo: Emm...éste...soy Han... Me interrumpió. 

-Sé quién eres muchacho. Dijo y me miró. Por fin pude notar ese amistoso rostro y voz conocida que me indicaba el corazón. 

-Amida, eres tú. ¿Qué haces aquí?. Pregunté. 

-Amida" Esta es mi vida, cuando no apareces de repente por las calles en las que deambulo. Contesto.

-Hanzo: ¿Por qué no me lo dijiste?

-Amida: ¿Decirte qué? Comentarte mi vida acerca de vagabundo sobreviviendo día tras día a pesar de lo difícil que pueden ser las personas. 

-Hanzo: ¿La vida? Tal vez sería mejor.

-Amida: La vida es hermosa, las personas son horribles. Dijo mientras sacaba un pedazo de factura con dulce de leche. Aunque la condición de ese alimento no era el mejor.

-Hanzo: Entiendo, las personas difícilmente son apáticas.

-Amida: ¿Y qué te trae por las calles frías de la mañana? Preguntó mientras le daba una mordida a esa factura pasada.

-Hanzo: El ejercicio. Respondí. Quiero enfocarme en no pensar nada y relajarme a través de la actividad física. 

-Amida: Muy bien. Un enfoque de relajamiento lo podrías lograr más rápido y con más fluidez, a través de la meditación. Contesto e hizo señas con sus manos mientras saboreaba y se le caía un poco de dulce por su boca.

-Hanzo: Si, debería intentarlo después de lograr este objetivo. 

-Amida: Los objetivos son buenos, pero apresurarnos a hacerlo, es lo malo.

-Hanzo: ¿Y cómo debería hacerlo entonces? ¿Dejar de pedalear?. Contesté. 

-Amida: no me refiero a ello. Pero por ahora, esto es bueno para tu rutina. Un rostro conocido mostrándose como realmente es, un pobre hombre.

-Hanzo: Igual esto es una tontería, tienes merecido el mismo mundo si lo deseas. Eres muy sabio, si quisieras podrías ganar dinero ayudando a otras personas, como lo has hecho conmigo. Le dije dándole palmadas en la espalda.

 Agarró mi mano y con delicadeza la apartó de su cuerpo.

-Amida: Pero no necesito dinero, soy rico en alma y corazón.  Eso basta con hacerle frente a las adversidades. 

-Hanzo: Esas palabras fluyeron hacia mí corazón como si se tratara de sangre y desde ese momento, sería una de las frases de vida que en todo momento utilizaría. Agradecí por esa enseñanza y por hacerme entender que no todo es dinero en esta vida.

-Amida: De nada joven. Y no te preocupes, no ocuparé más tu tiempo ni mucho menos te detendré en tu recorrido. Es mejor que nos veamos en otra ocasión y otro lugar. 

-Hanzo: Asenti y lo abracé. No me importó que este sucio o maloliente. Porque él es el único que entiende de vida.

Se fue alejando y saludó a lo lejos. Por mi parte seguí con mi recorrido.

 Los minutos fueron pasando y las personas ya se comenzaban a levantar de sus camas y poblar la ciudad.

 Al llegar a casa, Lisa me estaba esperando con galletas horneadas afuera de mi casa. Su sonrisa iluminó más que el mismo sol arriba de nuestras cabeza.




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