HARMONÍA I:
Solsticio de Verano
Por
WingzemonX
Capítulo 11
La Víspera, de la Víspera, de la Víspera del Festival
La escuela primaria de Ponyville, era muy parecida al resto del pueblo: era pequeña, rustica, y muy sencilla. Se componía básicamente de un sólo salón, en dónde todos los niños del pueblo tomaban clases juntos, de una sola maestra: la Señorita Cheerilee Blossom, una mujer joven, de piel color cereza y cabello largo y rosado claro hasta la mitad de su espalda, y ojos serenos verde grisáceo. Era una persona bastante amable, demasiado desde la perspectiva de la señorita Sparkle, como prácticamente todos en ese sitio.
Entre las tantas actividades planeadas para el próximo Festival a celebrarse, la escuela tenía planeado que los niños interpretaran una canción el primer día, en honor a Lady Celestia, por mucho el más importante invitado de honor que hubieran recibido en su historia. Y, por supuesto, como todo en ese asunto, era también responsabilidad de la señorita Sparkle, asegurarse de que dicha canción estuviera a la altura de la persona a la que iba dirigida. Por qué, cómo bien le había dicho, ese tenía que ser "el mejor Festival del Solsticio de Verano en la historia de Ponyville." Aunque, con el tiempo que llevaba de conocer ese pueblo, quizás no sería tan complicado de lograr un festival mejor a los anteriores que hubieran tenido...
Todos los niños de la escuela, un poco menos de treinta, se encontraban de pie en tres filas, y sostenían en sus manos los panfletos con la letra de la canción. Toda la mañana del tercer día de Twilight en Ponyville, habían estado ensayando, y ya en esos momentos era más del medio día. Habían hecho los pupitres a un lado, para dejar el salón despejado. Twilight Sparkle se encontraba de pie frente a ellos, y los guiaba en el ritmo con los movimientos de su mano mientras cantaban. Habían ensayado una y otra, y otra vez, y sencillamente la joven de Canterlot no quedaba conforme con ningún intento; apenas y los había dejado interrumpir el ensayo para ir al baño de vez en cuando.
- No, no, ¡no! – Exclamó de pronto con molestia la enviada de Lady Cestia, haciendo que los niños dejaran de cantar abruptamente. – Otra vez, desde el principio. Y concéntrense.
Los pequeños, con edades entre los ocho y los doce años, suspiraron con cansancio, molestia, y también resignación. Volvieron a comenzar de nuevo la canción, poniendo todo su empeño en que esa vez saliera perfecta... Pero de nuevo, sin haber llegado siquiera la mitad de la interpretación, Twilight los volvió a interrumpir.
- ¡Alto!, ¡Alto! – Pronunció con ímpetu. – Están demasiado desentonados. Y tú, – Señalo entonces a un pequeño de cabello castaño y piel blanca entre el grupo. – te estás adelantando. Y tú, – Señaló ahora a una niña de piel rosada, y cabellos morados con mechones blancos, que usaba un vestido amarillos, y un llamativo broche en forma de corona en el cabello. – Baja el tono, tú voz acapara mucho.
La niña pareció sorprendida, y hasta profundamente ofendida, por lo que acababa de escuchar.
- ¿Disculpe? – Cuestionó con molestia, colocando sus manos en su cintura. – Mi voz no acapara nada. Mi tono es perfecto, sin más. – Se cruzó de brazos, y volteó a ver de reojo a la jovencita a su lado, una niña de piel anaranjada, y cabello rosa oscuro, corto. – Qué otras personas como ya saben quién, no puedan igualarlo, es un asunto muy diferente.
Ahora fue la chica de piel anaranjada la que parecía molesta y ofendida.
- Quisiera igualar mi pie con tu cara.
Por un momento parecía que en efecto se disponía a no dejar su amenaza sólo en ello. Sin embargo, Twilight, de peor humor del que había estado en todo ese rato, intervino antes de eso.
- ¡Ese es un comentario que no ayuda en nada a la causa! – Les gritó con algo de fuerza. – ¡Pónganse serios de una vez! No van a cantar frente a cualquier persona, será frente a Lady Celestia, la Diosa y Regente protectora de este reino, ¡¿qué a ninguno de ustedes eso le interesa ni un poco?!
- Tranquila, señorita Sparkle. – Intervino de pronto la Señorita Cheerilee, tomándola de los hombros y alejándola gentilmente de los pequeños antes de que eso fuera a mayores. – No debe de tomar nada personal, recuerde que son sólo niños.
- Esa no es excusa.
- De hecho creo que sí. – Agregó Spike, quien todo ese rato había estado simplemente recostado sobre el escritorio del profesor, notoriamente aburrido.
- Escuche, ¿qué le parece si tomamos un pequeño descanso y yo hablo con ellos para tranquilizarlos?