Al despertar mi vista estaba borrosa, lo primero que pude percibir fue un cielo estrellado que me indicaba que ya había ha anochecido y eso me hizo preguntar me cuánto había dormido. Al intentar de levantarme, me sentí un poco mareada y con dolor de cabeza parecía que el hechizo se había llevado todas mis fuerzas
—Mija, por fin despertaste— me dijo con una voz suave, ofreciéndome un vaso con agua
Asentí, mientras le daba un sorbo al vaso de agua.
—Me preocupe al ver que no despertabas— expresó mientras acariciaba mi cabello
—¿Y papá, y los demás?— pregunté al no ver a ninguno de ellos en los alrededores
—Justin y tu padre fueron hablar con el Ministerio o algo así, nos interceptaron al momento de poner un pie aquí y Max fue a algún lugar con tu tío Kelbo— contestó
—Mamá ¿donde está mi varita?— le pregunté, mientras rebuscado entré mis cosas cuando me pude poner de pie
—Mija, tu varita se rompió, como la de tu hermano y todos los que participaron en el hechizo— mostrándome la varita de color marrón que se encontraba partida en el centro
—Como le voy a hacer ahora, sin varita— me quejé, mientras veía con pesar aquella varita que me había pertenecido desde mis 12 años
—No se, pero tal vez ya viene siendo hora que cambies de varita, ahora que ya despertaste iré a ver a donde está tu hermano, ya que con tu Tio nunca se sabe— me indicó antes de ponerse de pié e ir a buscarlos.
Me quede observando mi varita, hasta que un pelinegro y varios hechiceros sé a parecieron en centro del bosque. Al notar la llegada de Justin todo los hechiceros se organizaron al rededor de el, para escuchar sus intrusiones, ya que no sabíamos que íbamos a hacer. El pelinegro abrió su boca para pronunciar una palabra y todos guardaron silencio.
—[El Ministerio nos ha escuchado y aceptado, nos re-ubicaran en nuevas casas, que están siendo renovadas lo más pronto posible mientras tanto dormiremos en el bosque, en tiendas de campaña hasta que seamos re-ubicados...]— nos comunico el pelinegro alzando su voz para que todos pudieran escucharlo—También fuimos avisados que todo chica o chico menor de 18 años y mayor de 11 años tendrás que asistir a la Escuela de Magia y Hechicería de Hogwarts que cabe recalcar es un internado, aunque las clases darán inicio el primero septiembre nos darán hasta el 30 de octubre para que podamos re-ubicarnos.
—Recibiremos nuestras cartas los más pronto posible, para que sepamos que materiales y artículos vamos a necesitar— hizo una pausa para tragar saliva.—Cabe recalcar que a todos se le han reducido cinco años de edad, eso indica que casi la malloria volvimos hacer menores de edad, y tendrá que asistir quieran o no— explicó con severidad
La multitud empezó a expresar su desagrado ante la idea de tener que asistir a un internado.
—¡Silencio por favor aún no termino!— exclamo el pelinegro para que todos volvieran a guardar silencio— También se nos ofrecerá un cambio de nuestro dinero para que nos podamos establecer, por último pero no menos importante a cada familia días antes de empezar la escuela se les mandara a alguien, para que los pueda llevar a lugar donde puede comprar todo lo relacionado a la escuela, sin mas que decir pueden empezar a armar sus tiendas.
Al terminar su discurso—#comunicado Justin se dirigió hacia nosotros para poder comenzar armar nuestra tienda ignorando a todo aquel que se le acercaba.
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Al terminar de organizar todo en la tienda, que había sido hechizada obviamente por Papá que ahora tenia sus poderes devuelta, para que se volviera mas acojedora y aplia. Mamá y tia Megan, al cabo de unos minutos fueron ayudar a las demás mujeres a cocinar, llevado le algunos alimentos que habíamos traído, ya que no sabíamos que depararí este nuevo-viejo mundo.
La noche llego y todos (con exención de Justin y yo) estaban hambrientos, ya que no había comido nada en todo el día. Minutos después Mamá y tia Megan, llegaron con algunos platos, empezaron a engullir sin dejar nada en el plato, con exención de nosotros que solo habíamos tomado una cuantas cuchara de un puré de patatas.
Al terminar de cenar, nos dirigimos a nuestras tiendas, no sin antes ser avisas por el tío Kelbo, que fuimos invitados a un partido de Quiden o algo así y que se celebraría en los próximos días, Papá como era de esperarse acepto con tal de hacernos olvidar un poco de lo que habíamos dejado en Nuevo York .
Al llegar a mi cuarto (qué solo era una cortina con una cama inflable) no pude evitar recordar, me quede un rato mirando el techo hasta que las lágrimas y el sueño hizo que me vencieron haciendo que me quedara dormida sin que yo me diera cuentas.
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Tres días, ya habían transcurrido y no recibimos noticia de ningún tipo. Papa y tio Kelbo no paraban de hablar de aquel campeonato que se estaría celebrando, pasado mañana, mientras tía Megan y nosotros solo pensamos en el día que dejaríamos de vivir en el bosque.
Las notician llegaron ese día jueves por la tarde que al fin recibimos la noticia de que nuestra casa estaba lista. Ese mismos día antes del atardecer, todas nuestras cosas, ya estaban dentro de las mochilas hechizadas y fuimos escoltados hasta nuestras nuevas casas.
Al llegar al que sería nuestro nuevo hogar nos quedamos sorprendidos con el lugar. Nuestra nueva casa era bonita y acogedora mucho mas grande que la otra, algo que nos pareció genial.
Era una casa de color naranja pastel de tres pisos; en el primer piso estaba la cocina, el comedor y la sala de estar, estaba decorada al estilo inglés, luego en los demás piso se encontraban las habitaciones 3 por cada piso y 4 baños, yo escogí el tercer piso, ya que en ese se encontraba en segundo cuarto que tenia baño privado. Para la cena, ya todos estábamos instalados en nuestro nueva casa, que aunque era más grande, nos hacia entrañar nuestra antigua casa.