-una apuesta, ¡una maldita apuesta! ¿Eso fui para ti?- dije alterada después de ver una conversación en su celular.
-no... Bueno si, pero no de la forma en la que estas pensando -contestó mirándome con esos ojos que en algún momento ame.
-¿entonces como? ¡Por qué no entiendo!- dije tratando de calmarme, aunque no funciono.
-eres muy hermosa, ¿sí? Tu cabello pelirrojo, tus ojos verdes, las pecas que se esparcen por tu cara, tu corazón hermoso, no te merezco y tú no te mereces a alguien como yo, te juro que te lo quería decir, pero no encontraba la forma de hacerlo sin dañar tu corazón - dijo en el intento de calmarme, sinceramente si me calmo un poco, pero no lo suficiente para no darle una cachetada.
-eres un idiota -escupí con odio.
- lo sé, lo sé, pero lo único que ahora quiero es estar bien contigo, ser amigos, tú me cambiaste y es algo que siempre te voy a agradecer -dijo con los ojos llenándose de lágrimas.
- no, no puedo ser tu amiga después del daño que me hiciste -mis palabras salen frías, mas frías de lo que pensé.
- está bien, pero solo perdóname -dijo suplicando, mi corazón no pudo más cuando unas cuantas lágrimas resbalaron por sus mejillas.
- si con eso estas mejor, te perdono -mi perdón era sincero y él lo noto cuando me sonrió y un pequeño brillo apareció en sus ojos. El intento abrazarme pero lo detuve, tenía demasiado que pensar y tenerlo cerca no iba a ayudarme.
- necesito tiempo ¿si?-el se limito a asentir.
- te llevo a tu casa, afuera está lloviendo y no vas a encontrar transporte -sé que lo que dijo es cierto, pero no puedo pasar tiempo con el.
- no gracias -deje su casa y la fuerza que tenia se desapareció y mis lágrimas no tardaron en salir.
Empecé a caminar por las calles la lluvia no era muy intensa pero para ese momento ya estaba mojada de los pies a la cabeza.
Cuando llegue a casa estaba mi tía Mary que vive en Inglaterra.
- ¿Qué te paso Samy?- pregunto mi tía.
- Nada tía no te preocupes -dije esperando que mi tía me entendiera y no preguntara nada.
- No llores mi niña -dijo mi tía mientras me daba un abrazo.
Mi tía no dijo nada mas, sabía que no era por mucho tiempo, pero por ahora agradecía que se mantuviera en silencio.
Esa noche no pude dormir bien, recuerdos invadían mi mente, hasta que en algún momento logre conciliar el sueño.
La mañana siguiente cuando los rayos del sol golpearon mi cara, maldije el momento en el que pedí una habitación con una ventana, a regañadientes Salí de mi cama, por suerte hoy no tenía clases.
Me dirigí al baño y cuando vi mi reflejo, me sorprendí del desastre que era, mi cabello estaba desordenado y seria fácilmente un nido de pájaros, debajo de mis ojos había grandes ojeras, estaba pálida, parecía algún muerto que resucito y ahora está frente al espejo de mi baño.
Después de horas arreglando mi cabello, logro peinarme con un chongo alto, me visto y me maquillo un poco para tapar las horribles ojeras debajo de mis ojos.
Cuando llego a la cocina, mi mamá y mi tía estaban desayunando.
- Hola hija -saludo mi mama.
- ¿ya te sientes bien?- pregunto mi tía mientras dejaba su taza con te en la mesa.
- Si, no te preocupes tía - dije mientras me servía una taza de café.
- Hija, ¿sabes para que esta tu tía aquí?- pregunto mi mama.
- No- no lo había pensado, mi tía solo viene en navidad y estamos a medio año.
- Pues, te quería preguntar si quieres ir a Inglaterra -lo que propuso mi tía era muy tentador, vivir lejos de aquí me ayudaría.
- ¿Cuándo te vas?- pregunte para saber cuánto tiempo tengo para pensar.
- Mañana en la mañana -contesto mi tía.
- Si, si me voy contigo -conteste rápidamente, me haría bien salir de aquí.
- Muy bien mi niña, prepara tus maletas -dijo mi tía con una sonrisa.