—Hoy si que fue agotador, necesito dormir trece horas.
Aparto mi vista de los papeles que estoy revisando al escuchar la queja de any quien se acerca a mi con paso perezoso, masajeo mi muñeca cuando siento un pequeño dolor provocado por estar escribiendo bastante tiempo, mi compañera ve el tarro de gomitas y intenta coger una pero le doy un manotazo para que no las toque.
—Esas no son las gomitas que te gustan–me inclino hacia abajo para tomar las que están detrás del mostrador.
—Pero avísame sino voy andar viendo duendes verdes por todos lados–me arrebata las gomitas y comienza a comerlas.
Vuelvo a enfocarme en los documentos que estaba firmando pero el que any empiece a masticar con fuerza hace que quiera ahorcarla, la observo molesta pero ella me ignora y sigue en lo suyo, estrello mi mano contra el mostrador logrando que se sobresalte y consiguiendo que me observe.
—Any.
—¿Si jefesita?–sonríe tratando de demostrar inocencia.
—Desaparece de mi vista.
Corre lejos de mi y por fin me enfoco en los papeles que debo revisar pero mi teléfono suena indicando una llamada, cierro los ojos y cuento hasta diez para que la frustración no me domine, deslizo el dedo para aceptar la maldita llamada.
—Espero que sea importante porque sino les romperé el cuello.
Escucho como en la otra línea tragan grueso y tartamudean tratando de armar una maldita frase.
Son todos unos miedosos de mierda.
—No tengo toda la noche–insisto molesta.
—Si, lo siento mi señora. Tenemos noticias.
—¿De qué?.
—El objetivo cayó en la trampa.
Asiento satisfecha con el resultado por lo que les doy luz verde para seguir con el segundo paso del plan, corto la llamada con satisfacción de que todo está saliendo como lo planeo. Termino los pendientes que me quedan y me encamino fuera de la tienda para subirme a mi moto aunque dicha acción se fue interrumpida cuando un auto se estaciona frente a mi, reconozco perfectamente a quien le pertenece por lo que no me sorprendo cuando lo veo bajar del coche y caminar enojado hacia mi.
Sus ojos viajan por un momento al cigarro que tengo en la mano y le doy una gran calada para luego expulsar el humo en su rostro.
—Tenemos que hablar–demandó firme.
—Estoy ocupada, hablamos más tarde–trato de esquivarlo pero se interpone en mi camino.
—No es cuando tú quieras, muñeca. Si digo que tenemos que hablar lo haremos ahora.
Como detesto al sexo masculino.
Lo inspecciono por un momento para confirmar que este lucido y efectivamente lo está, no logro ver ningún indicio de drogas en su cuerpo. Mis ojos viajan hacia sus manos y las noto temblorosas, su rostro está cubierto por una fina capa de sudor lo que me confirma que esta en abstinencia. Matthew Lewis es el hijo mayor de uno de mi socios principales quien se encarga de distribuir mi mercancía, al principio pensé que sería buena idea que trabajará para mi (además de que nos acostamos un par de veces) pero luego descubrí que fue la peor decisión que pude haber tomado.
Matthew consumió dance fever en una reunión con su padre y desde ahí comenzó a consumir varias veces, desde ese momento comenzó el caos, después de aquel suceso tuve que sacarlo de mi camino y eso es algo que no le gustó.
Pero lo cuál me vale un quintal de mierda.
—Que sea rápido–accedo cansada.
—Quiero volver a trabajar contigo.
Un suspiro es lo único que me sale en este momento, ha pasado más de dos meses insistiendo con el mismo tema y que ya se ha recuperado. Lo miro con algo de diversión y molestia, él aún sigue creyendo que soy la misma estúpida de hace tiempo que anda regalando oportunidades como si nada, sonrío dando algunos pasos en su dirección.
—Aún me sigue sorprendiendo que creas que te dejaré trabajar nuevamente conmigo, ¿Crees que soy tan estúpida?.
—Irma–lo observo incrédula por el tono que acaba de usar.
—Por si no quedó claro, mi respuesta es no–tiro la colilla de mi cigarro al suelo–. Espero que lo entiendas y te apartes por tu propia voluntad, odiaría tener que quitarte yo misma de mi camino.
Me doy la vuelta retomando mi camino en dirección a mi motocicleta, siento mi móvil vibrar en mi bolsillo y estoy apunto de sacarlo pero las palabras que suelta matthew me hacen detenerme por completo.
—Que pensarían tu madre y hermana de todo lo que estas haciendo.
Siento que el corazón se me detiene por completo, mi cuerpo se tensa automáticamente y mi respiración se torna irregular como si el aire no llegara correctamente a mis pulmones. Volteo a verlo tratando de parecer lo más serena posible y ignorando las punzadas que me atraviesan el pecho, mis manos se cierran en puños cuando lo veo sonreír con altanería, las ganas de estamparle un puñetazo en su cara incrementa con el pasar del tiempo.
—No se de que hablas–miento sin quitar mis ojos de los suyos.
Hay que romperle el cuello.
—Son muy lindas, aunque no tienen la belleza que tu tienes.
—Creo que te equivocas porque yo no tengo familia.
Esas palabras me queman el alma, tener que negar a mi madre y hermana es como inyectarme la droga mil veces, un nudo se forma en mi garganta al recordarlas a ambas. Hace seis años que no he visto a mi familia para poder protegerlas de este mundo de porquería, después de aquel suceso no me quedó de otra que desaparecer de sus vidas.
Matthew se devuelve hacia su auto y vuelve con un sobre entre sus manos, sonríe victorioso como si hubiese obtenido lo que quería, extiende el sobre para que lo tome y lo observo desconfiada.
—Creo que te va a interesar lo que hay adentro маленький лжец.
Le arrebato el sobre y lo rompo dejando expuesto su contenido. El pulso se me acelera demasiado, mis manos comienzan a sudar frío y todo comienza a darme vueltas, quedo completamente helada con las fotos que hay adentro. Las primeras fotos muestran cuando estaba viviendo con ellas, en la pequeña casa que vivíamos, en la pizzeria, el parque y otros lugares donde visitábamos juntas. La nostalgia me golpea con fuerza y las ganas de llorar incrementan al verme con ellas, fueron esos pequeños momentos que compartimos juntas donde pude sentirme protegida, feliz y amada.