Hasta que el sol vuelva a sonreír

Capítulo 45❤️

Mi mamá me arregla el pelo haciéndome una diadema con mi propio cabello y colocando pequeñas horquillas que tienen brillantes y dan la apariencia de diamantes. Haydee maquilla mis ojos y ambas tienen los ojos llorosos, sobre todo esta última que con el embarazo es una bomba hormonal.

—Te conocí cuando apenas estabas terminando tu primer semestre, no puedo creer lo mucho que has crecido.

Me abracé al abdomen de mi amiga, ahora hermana ya que era la prometida de Erick. Ha sido un gran apoyo en todo el momento.

—Gracias por estar aquí.

—No me lo digas mucho, que me pongo a llorar —y sabía que lo decía en serio.

—Mi hija es toda una mujer, pero siempre serás mi bebé —lo bueno de mi mamá es que sigo siendo su pequeña.

—Sí —respondo con un nudo por la emoción.

Me pongo mi hermoso vestido y coloqué todos mis accesorios. Me siento extraña al no colocarme la pulsera y collar que Axel me regaló. Pero en este corto tiempo sin hablarnos ya me he acostumbrado de a poco.

Solo que al ver el pequeño dije con el estetoscopio me recordó a que lo recibí en un momento en que todavía mis sentimientos no se habían enturbiado por mi amor escondido. Y que quién me lo dio fue parte fundamental para que hoy yo estuviera aquí.

De no ser por Axel cuando empezó a irme mal, probablemente hoy no estaría aquí, viviendo este momento.

Así que lo tomé de mi joyero y me lo coloqué sobre mi cuello.

—Te ves preciosa —fue lo primero que me dijo Leo cuando me vio—. Es que no puedo creerlo todavía.

—Tienes que hacerlo.

—Es que todavía te veo como la niña que llevaba al colegio y esperaba a que su maestra llegara para irse a su salón.

—Seguiré siendo tu hermana menor.

—Lo sé, pero he perdido tanto tiempo de ti.

—Tienes que estar con tu familia.

Mi otro hermanito se acercó y comenzó a llorar. —Erick, por favor.

—Es que no puede ser. Estás tan chiquita.

—No me estoy casando.

—No, todavía no —me abrazaron los dos—. Te amamos, Lía. Aunque ya seas una profesional, seguirás siendo nuestra niña. Te cuidaremos hasta que estemos chochitos.

—Lo sé. Yo los amo a ustedes.

Después del momento sentimentaloide que vivimos, vemos a nuestra madre emerger de mi habitación. Lleva un vestido azul oscuro que le sienta maravilloso en su baja estatura y con su cabello rubio.

—Papá, creo que deberás cuidar a mamá. Porque salimos de esta fiesta con padrastro.

Mi papá miró a Erick. —Soy el hombre de la vida de tu madre, no puede cambiarme.

Todos reímos.

—Y tú señorita, eres toda una princesa. Te ves más hermosa que nunca, hija.

—Gracias, papá.

—Estoy orgulloso de ti. —al verlo llorar yo no pude aguantar mucho—. No puedo creer que la vida me haya regalado a tres hijos tan inteligentes y talentosos como ustedes. Siento que no lo merezco.

Yo con eso comencé a llorar.

Papá había hecho todo lo posible para que entre sus posibilidades, yo lograra lo que quería. Me permitió cumplir mi sueño de toda la vida y fue un gran apoyo. Esto era para mi familia que me ayudó cuando yo lo único que podía hacer era estudiar para retribuirle un poco de lo que hacían por mí.

Mamá comenzó con la sesión de fotos a nosotros y fue tomándome varias con mis hermanos, con mis cuñadas y, luego solo con ella y papá.

Después de muchas tocan el timbre y mi mamá abre la puerta.

En un traje negro con camisa blanca y corbata negra. Matías pasa por la puerta. Por primera vez lo veo como alguien más que mi amigo, pero pienso que puede ser producto de imaginación y trato de olvidar ese pensamiento.

Jesús, ese hombre es precioso.

Tu sei bella principessa. —dijo al verme.

Extiende un ramo de rosas amarillas hacia mí. Son hermosas.

—Gracias. —sonrió en respuesta. —¿Hablas italiano?

Negó divertido. —No, mamá me dijo que te dijera eso.

Me reí. —Se escuchó lindo. Me gustas cuando hablas en otro idioma, te cambia la voz.

Su sonrisa me calentó el corazón. —Tal vez deba aprender italiano después de todo.

Mi mamá entró en la sala y cuando lo vio le dio un gran abrazo. Luego lo acribilló a fotos a conmigo. Él lo hace sin chistar y no le dijo nada, pese a que yo ya me estaba cansando y sabía que no debía ser fácil, pero su gesto hace tenerlo en muy alta estima.

Al final logró su sinfín de fotos y nos miró.

—Tu padre, tu hermano y yo nos iremos en la camioneta. ¿Puedes llevar a mi princesa? —preguntó a Matt.

—Claro que sí, señora. Con mucho gusto.

Bajamos el ascensor y en la entrada y me voy en el auto con Matías. Él abre la puerta. Besa mi mano y yo entro sonriendo.

Mientras me colocó el cinturón, corre hacia su asiento. Yo me permito mirarlo, hoy se ve tan lindo. No puedo quitar mis ojos de él.

—¿Pasa algo, ángel?

Se dio cuenta que lo estaba mirando mucho.

—No ocurre nada.

Estaba actuando como una loca.

Llegamos a la facultad y nos dirigimos hacia el estacionamiento. Mis padres ya estaban en su sitio. Veo muchos jóvenes con sus padres y se respira un ambiente de felicidad en todo esto.

Matías baja del auto y corre a abrirme la puerta. Su toque me dejó sin respiración.

¿Qué pasa, conmigo?

Él me da la mano y caminamos hasta el auditorio y muchas chicas se quedan viendo hacia mi lado. Pero no es a nosotros quiénes miran, es a Matías. Ridículas, ¿no entiende que viene acompañado?

—Amelia, ¿cómo estás?

Una compañera que nunca me había hablado se acercó a mí. Ni recordaba su nombre.

—¿Estoy bien y tú?

Pero no me contestó. —¿Eres quién dará el discurso para generaciones futuras?

Matías asintió. —Sí, soy yo.

—No pensé que fueras tan joven.

Ella echó su cabello de lado y se pronunció su escote. Yo que no tenía mucho en ese departamento casi me cohibí, luego recordé que a él yo le gustaba y me lo había demostrado en incontables ocasiones. Por lo que hice fue tomarle más de la mano y la chica se enfocó en el movimiento.



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En el texto hay: drama, amor, amistad

Editado: 07.01.2023

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