[Debimos envejecer juntos, pero nuestro mundo perfecto no duro mucho]
Hubo un día en la que se sintió enteramente feliz, y con la esperanza de que les aguardaba un futuro mejor, en la que su deseo de tener una vida tranquila por fin se cumpliría. Con pasos firmes pero emocionados caminó hacia adelante acompañado de su líder quien la ayudó a subirse a la pequeña embarcación. El Lago Titicaca seria testigo de su juramento y de la unión con su amado.
- “Acepto”
Con esas palabras dos jóvenes países unieron sus vidas en matrimonio. El jubileo y los bailes que hubo por parte de su gente en ese día, jamás lo olvidaría.
Y ahí estaba ella, repitiendo el mismo escenario casi dos siglos después, en la que se suponía que era una simple asamblea.
- Señor ONU ¿No cree que esto es muy exagerado? – argumentó ella.
Observaba aquella acta de matrimonio, junto con los anillos. No pudo evitar sentirse melancólica, que ironía, estaba a punto de casarse con uno de los culpables de su separación y probablemente de la muerte de Luriel.
- Firmen y dejen de hacer escándalo. Las quejas las escucharé en mi oficina – Dijo ONU
- Entonces porque deberíamos firmar esto – respondió Chile. Bolivia notó cierto enojo en sus palabras, más aquella mirada seguía calmada – primero escuche nuestras quejas.
Ella lo observó por instante antes de volver a mirar el acta, ¿Cómo podía mantener la serenidad en un momento asi?, ella estaba consternada. Literal parecía que estaba en un funeral.
- ¿Desobedecerá a su líder? – preguntó frio ONU – Recuerde lo que es, está al servicio de su gobierno, su deber es representar. Los problemas personales que tenga con Bolivia no deberían influir en esta decisión.
Chile hizo una mueca al escuchar sus palabras.
- ¿Problemas personales? – repitió Bolivia – que interesante suena eso
Ahora el otro escucha en silencio mientras busca en los documentos presentados por ONU la firma de su líder, mira el suelo por un instante después de encontrarla, agarra el bolígrafo dubitativo, observa con frialdad a ONU y finalmente firma el acta. Los ojos de Bolivia se abren de par en par sorprendida por lo que acaba de ver.
- ¿Estas loco? – murmura - ¿Qué estás haciendo?
Este ni si quiera le dirige la mirada. ONU suspiró, denotando cansancio.
- Escuchen – Ambos levantaron la mirada – No se unirán en un solo país, no tendrán que renunciar a su nombre, mucho menos formarán una confederación. Solo están contrayendo matrimonio, como lo haría cualquier humano. Además, no pueden causar más problemas, estoy seguro que ya tienen suficientes.
Era verdad, Bolivia no podía causar más problemas. ¿Pero porque su líder aceptaría una propuesta asi?, ¿Obtendrían algo a cambio? Probablemente sí.
“Las representaciones no tienen voz ni voto ante las decisiones de su gobierno. Ellos son simples marionetas”
- Excelente decisión – respondió ONU, al ver la firma de ambos – ahora pueden intercambiar anillos
Chile no dijo nada, él simplemente tomo el anillo que le correspondía y volvió a su lugar. Bolivia lo observó retirarse, y siguió su ejemplo.
- Todo lo que empieza mal, acaba mal – pensó.
Tomó el primer vuelo que encontró, no se quedó a la celebración que ONU preparó para ellos. Necesitaba estar sola y asimilar lo que había hecho. Dio vueltas y vueltas por su casa, no estaba lista para intentarlo de nuevo.
Fue entonces que decidió hacer algo que no se había animado a hacer en siglos hasta hace poco. Se quedó paralizada en la puerta, con el corazón acelerado sin animarse a ingresar, pero sabía que necesitaba hacerlo, respiró hondo y entró. Todo estaba como lo recordaba, como lo había dejado. Aquel lugar en donde alguna vez se feliz, y ahora le causaba dolor. Acarició las paredes de su antigua vivienda, observó los muebles empolvados, su cama, su ropero.
Sacó las prendas de Luriel, mientras se lo imaginaba puesto, sintió un nudo en la garganta al no percibir su aroma, era obvio que se desaparecerían y que ella comenzaría a olvidarlo.
- Si estuvieras vivo de seguro esto no hubiera pasado – sonrió ligeramente, mientras las lágrimas recorrían sus mejillas – lo lamento tanto.
Tomó los anillos que tenía en su cuello en forma de collar. Y los besó.
- Me casé. Y esta vez no me siento feliz – susurró – es Chile, me pregunto si tu estarías de cuerdo
Observó el lugar y se sintió culpable de dejarlo tan descuidado.
- No me gusta llorar – se levantó – pero siempre que te recuerdo mis ojos llenan de lágrimas sin mi consentimiento – comenzando a ordenar el lugar - ¿Qué pasó con nosotros? – abrió las ventanas – debimos haber vivido felices los tres y haber envejecido juntos. Hubiera preferido mil veces divorciarnos y seguir con nuestras vidas, asi al menos podría verte a escondidas, pero nuestro mundo perfecto no duro mucho. Y ahora estoy casada con Chile.
Decidió ir a un pueblo cercano para comprar algunas cosas. Fue ahí que se percató de un mensaje en su celular. Apoyó su espalda sobre la pared, después de leer lo que contenía.