Forzuvoluntariamente
Issia
¿Cómo jodidos se me ocurrió decirle que dejáramos todo en manos del destino? ¿qué tal si este era un idiota que solo se burlaba de otros? ¿qué tal si me estaba equivocando? ¿y si esto era como atarse una soga al cuello? ¿y si jamás volvía a saber de él? ¿y si sólo estaba jugando conmigo?
¿Qué tal si esto era como una clase de karma por jugar con todos esos chicos en la lista? ¿Y si Collins no buscaba nada más que acostarse conmigo?
«Quizás deberías de hacer menos preguntas y comenzar a hacer algo por cambiar el rumbo de tu vida»
Quizás debería comenzar a tomarle la palabra a mi mente, porque algunas veces era incluso más coherente que yo, sin embargo no podía. Simplemente no podía hacerlo y no lo hice.
Por esa razón, aunque no estaba muy convencida y Cameron me dijo que no debía continuar con la lista, yo aún así lo hice; porque de alguna forma ese era mi nuevo escudo, porque si hacía eso, iba evitar caer en terreno envenenado. Así podría cuidar mi corazón.
«Toda tu vida has dicho que el amor es el mejor sentimiento, te has jactado de creer en él y ahora que tienes una nueva oportunidad de convivir con él, prefieres simplemente darte la vuelta y dejarlo botado»
Esta vez, aunque mi mente me gritaba lo yo tenía bien forjado en mi interior, me hice a un lado y me bajé del taxi para entrar en el bar de Bill. Al fin de cuentas iba a estar en el mismo lugar que él, tengo que admitir que por una parte, esa era la verdadera razón de venir: Quería verlo y comprobar si el destino nos quería reunir una vez más.
En cuanto crucé las puertas, me plantee la idea de comprar tapones para los oídos, con lo fuerte de esta música, lo más seguro sería que en cualquier momento mis tímpanos reventaran. Caminé entre la multitud, hasta llegar a la barra y sentarme en una banca, en el lado que Martin solía utilizar. No esperaba porque esta vez me trajera algo de beber, simplemente me digne a sentarme y observar el lugar, o más bien la puerta de entrada en la espera por toparme con un par de ojos color mar.
Esperé y esperé y la espera parecía ser eterna. Las personas cada vez se arremolinaban más, pero ninguna de ellas era Collins, él no daba ni sus luces.
Sin quererlo me encontré revisando la hora en el reloj de mi muñeca más de lo que era correcto, tenía el presentimiento de que no vendría y quizás, solo quizás, no lo haría porque no quería saber más de mí. Quizás no era suficiente para él, quizás después de todo, al final descubrió que yo no era lo que él buscaba, a lo mejor no le gustaban las morenas, a lo mejor prefería a las rubias de ojos azules y curvas despampanantes. Tal vez no le gustaba lo diferente, lo complicado y lo peculiar.
O quizás solo era yo, pensando en que era el centro de su universo. Por ese leve instante de debilidad olvidé que él venía aquí para apostar, no para verme o hablar conmigo. Después de todo, yo tampoco estaba aquí por él, al menos no del todo.
—¿Esperas por Collins? — No fue necesario que girará para saber que se trataba de Martin, tampoco tuve que asentir, él por alguna razón siempre podía descifrarme y eso me daba un tremendo miedo.
—No, estoy esperando a mi cita de esta noche. Mi vida no gira en torno a ese chico, claro que no— Negué con la cabeza, mientras veía a mi compañero de reojo, esté lanzó una pequeña risa que poco a poco se convertía en algo más burlesco—, ¿tanto se nota?
—Lo noté desde que te vi cruzar la puerta de entrada—confesó y esta vez si me giré sobre mi eje, antes de dejarme caer sobre la barra, recostando mi cabeza entre mis manos.
—Estoy perdida, ¿no es así?
—Yo diría que más bien tienes miedo de a donde te lleven tus sentimientos — Se recostó sobre la barra, acercando solo un poco más su rostro al mío—; y tengo que confesar que es un poco tonto. Tu mejor que yo sabes que no hay nada mejor que la experiencia de algo que aunque no dure para siempre, será suficiente para almacenar entre las anécdotas que vas a contarle a tus nietos — Lancé una minúscula risa por sus palabras, por la forma en que entonaba las oraciones y porque a pesar de ser tres años menor que yo, tenía mejores argumentos, la gran mayoría del tiempo.
Antes de que pudiera ofrecerle una respuesta, se disculpo y se dio la vuelta para atender a un tipo que acababa de sentarse en su lado de la barra.
Y de nuevo, iba a dejar todo en manos del destino, si Collins aparecía antes que mi cita, entonces existiría un después, de lo contrario por lógica no sucedería.
«Cuando sea el tiempo, tu corazón y todo tu cuerpo se pondrán de acuerdo. De lo contrario no hagas caso solo a lo que dice tu mente, porque ella a veces miente y otras se equivoca» Eso era lo que decía mamá, ese era uno de sus tantos dichos. Eso era lo que yo me repetía cuando estaba con Marcus, pero ahora, ahora aunque intentará volver a utilizarlo, no podía. Porqué mi mente pensaba en Collins, mi cuerpo deseaba estar sellado y mi corazón aún anhelaba el calor de aquel rubio que destrozo cada parte de mí.
En momentos así, imaginaba que en lugar de estar en la realidad, mi vida se convertía en un libro: una historia contada por alguien más, por alguien que creía que el amor se podía dar de un día para otro. Era como si el escritor creyera que podía ilusionarme en tan poco tiempo, como si mi corazón estuviera sanado por completo y listo para iniciar de nuevo. Era como si él o ella trataran de controlar lo rápido que podía llegar a necesitar de Collins.
Era realmente frustante, al igual que desesperante. Era como si por momentos mi vida fuera controlada por una fuerza mayor a mí o como si la parte fuerte que aún habitaba en mí, me gritará que debía iniciar a cambiar, que debía volver a ser la chica de hace tanto: La que creía que el amor llegaba en cualquier instante y cualquier circunstancia, y que consideraba que podía creer en las historias de amor, de esas de las que viven los escritores y muchos productores de cine. De las que dicen que puede haber amor a primera vista, que son las casualidades las que te unen a otros y que la otra persona es capaz de hacer lo que sea por ti, desde el instante en que inicia todo.
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Editado: 25.09.2021