Dedicado a Angela María
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Hola, desconocida...
Hoy Noah me habló de ti. Me contó disímiles anécdotas de nuestra niñez, desde que te conocimos hasta nuestra partida. Estuvimos horas y horas hablando. Incluso leí los cuadernos y, ¡joder!, es extraño. Me siento ajeno a toda la historia, como si alguien más la hubiese vivido y no yo.
Sé que en eso consiste la enfermedad. Olvidaré todo y a todos, incluso no recordaré cosas tan simples como comer, tragar o siquiera moverme. Sé todo eso, pero no deja de ser sorprendente, en el mal sentido, por supuesto, olvidar a alguien que, al parecer, significó tanto para mí. Fuiste parte de mi vida por diez años y yo no recuerdo nada.
Siento que te he fallado y lo lamento mucho por eso.
No recuerdo haberte amado, pero estoy convencido de que lo hice. Leer los cuadernos me lo demuestra.
Cubro mi boca con mi mano para suprimir el gemido ante tan dolorosas palabras y me obligo a pasar la hoja.