Hasta que te encuentre

5. Problemas familiares

Los estómagos de Any y Luna comenzaron a rugir, las dos ya tenían hambre. Fueron a la cocina para ver que podían preparar. Luna inspeccionó la alacena y luego la heladera, al mismo tiempo que  Any comenzó a lavar los platos que estaban en la pileta.

-No, tranquila. Déjalos a un costado que después los lava la empleada.- Dijo Luna. Ella estaba acostumbrada a eso, como sus padres trabajaban muchas horas nunca tuvieron tiempo para las tareas domesticas de su casa, por lo que tuvieron que contratar una limpiadora que iba todos los días a la mañana mientras Luna estaba en la escuela y también hacía las compras necesarias para ellos. Luna había crecido con eso desde muy chica, entonces no tocaba ni un plato nunca, ni hacía casi nada que este relacionado a la limpieza o las compras.

Sus padres tenían ese trabajo desde mucho antes que ella naciera, su madre lo tuvo que dejar por un tiempo cuando estuvo embarazada y cuando ella era muy bebé para cuidarla, pero a los dos les gustaba mucho su profesión, por lo que cuando creció la llevaron a jardines maternales y contrataban niñeras para que cuiden de su hija mientras ellos no estaban; aún así jamás se sintió muy cómoda con ellas. Aprendió a cocinar gracias a la madre de Any, su familia era mejor que una niñera. Cuando cumplió los diez años decidió que no quería más niñeras, se sentía más segura si en los tiempos en los que ellos no estaban la cuidaba su tia. Su madre estaba de acuerdo, sabían que eso sería lo mejor y si a la hermana de Raizel no le molestaba, le agradaba mucho el gesto amable.

En ese momento, Luna era grande, podía estar sola en su casa y sobrevivir sin ayuda en la cocina o sin esperar que haga todo la empleada de limpieza. Pero aún así había cosas que no le gustaba hacer por la costumbre. Los platos eran una cosa muy simple, no había muchos porque la mayoría de los días estaba sola y cuando alguno de sus padres tenía descanso rara vez comían los tres juntos, pocas veces los encontraba en el almuerzo y los podía tener con más frecuencia en la cena pero lo común era que comieran en diferentes horarios. Entonces no le gustaba lavarlos por esa razón, le recordaba que sus padres no comían siempre con ella como una familia normal. Muchas veces se sentía sola en la casa, por momentos sentía como si la hubiesen abandonado y para que se conformase le regalaron a Molly y a Holly, una perrita salchicha. Sin duda no era fácil para ninguno, pero si una costumbre que tenían como hábito.

-No es nada lavarlos, Luna. Que después lave lo que nosotras usemos.- Respondió Any a lo que había dicho y Luna se encogió de hombros mientras sacó una bolsa de papás fritas y unas milanesas que estaban en la heladera. Aunque su prima tenía por costumbre que hagan las cosas por ella porque así la criaron, ella no. En su casa se dividían las tareas para mantener ordenada la casa, entendía de todas maneras a su prima y no se lo reprochaba.

No fue muy buena elección freír, se distrajeron y algo hicieron mal que el aceite comenzó a salpicar, entonces ambas se alejaban para no quemarse. Además tuvieron que gritarle a la perra para que se alejara, sin embargo Holly parecía no entender el "salí de ahí" de las chicas. La cocina se convirtió en un lugar de guerra, la sartén contra Any y Luna en el medio intentando rescatar a su mascota. Por suerte nadie salió gravemente herido, No obstante Luna tuvo que pagar las consecuencias de ir a buscar a Holly. Aún así cuando la comida estuvo lista valió la pena todo el esfuerzo, porque estuvo rico.

***

El fin de semana fue entretenido para Luna, su mamá tuvo franco ese fin de semana asi que pasó tiempo con ella y como siempre con su prima porque en las tardes estuvieron las dos en su casa conversando mientras tomaban mate. Luna creía que esas eran las mejores charlas, disfrutaba mucho los chismes familiares que comentaban su madre y su tia mientras que ella, Any y su primita menor Zoe bromeaban divertidas, pero disfrutaba aún más pasar tiempo con sus chicas favoritas.

El lunes, por el contrario, comenzó aburrido. Ese día no se encontró con Any, como todas las mañanas porque ella tenía muchas cosas que preparar para la facultad, por lo tanto se preparó su café y lo tomó sin su compañía en casa antes de salir. Aún así ella estaba expectante para ese día.

En el recreo, ella estaba en el patio exterior del instituto con su amiga y Aaron. Amaba a Emily pero ya la estaba agotando que no dejara de hablar dulzuras de su chico en los momentos que él no estaba y cuando él aparecía ella desaparecía para su amiga aunque estuvieran en el mismo lugar, además Emily aún tenía inseguridades que le contaba a Luna y aunque ella no la juzgaba le molestaba que no escuchara sus consejos y no se atreviera por una vez en poder hacerlo oficial o al menos hablarlo con él para estar de acuerdo, creía que dejar que las cosas fluyeran sin poder hablarlo con él, de esa manera solo se estaba lastimando sola y estaba tan ciega que no se daba cuenta.

En un momento en el que Emily se estaba riendo de algo que dijo Aaron y a ella no le pareció para nada gracioso, desvió la mirada disgustada y vio a lo lejos a Hayden. Su corazón saltó de alegría. Estaba en uno de los pasillos de la escuela, parecía perdido porque caminaba lento mirando hacía todos lados. Comenzó a sentirse nerviosa porque no sabía si ir a buscarlo. El chico, salió al patio y como un impulso ella levantó la mano en forma de saludo él la vio a los segundos y se acercó a ellos.

- Te estuve buscando por toda la escuela.- Dijo cuando llegó. Eso le pareció una exageración a la chica pero sonrió mientras le decía que no fuera mentiroso, Hayden en vez de darle la razón insistió en que sí lo había hecho, entonces creyó que fuera cierto o no era un gesto tierno de su parte.

Llamaron la atención de los dos enamorados y ella los presentó. Luna ya le había contado a Emily de donde lo conocía en uno de los momentos que dejó de hablar de Aaron, su amiga estaba muy contenta, ya que, fantaseaba en que podían ser amigos los cuatro y hacer citas dobles así como en las películas, pero Luna le negó toda esa ilusión porque ella tampoco quería ilusionarse.




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