Pasaron algunos meses con la misma rutina, Karen en una de las mañanas de un agosto veraniego llamo a Jess. El telefonillo sonó hasta el tercer tono, el contesto.
—Si… —Jess escuchó atentamente lo que decía Karen— Bueno iré inmediatamente.
Las noticias se ponían intensas, asistiendo al llamamiento de Karen Jess rápidamente salió de su casa corriendo, mientras que se abría paso con avidez por las calles, hasta que llego a la casa de la familia.
En la puerta esperaba Karen, hoy estaba Maikel en casa; no obstante Jess tampoco sintió miedo de pasar a visitar a su “Amiga” pero tenía que hacer cumplir su palabra, Karen había llamado para decirle que Alison enfermo, de la noche a la mañana y sería mejor que él lo supiera.
—Pasa…—Dijo ella. Terminando de recibirlo en la puerta, Jess miro a Maikel sentado en el sillón con sus manos en la cabeza—No te preocupes por él, no te hará nada.
Maikel inmediatamente se levantó del sillón y se interpuso entre ellos, no quería aceptar a Jess en casa; sus ojos chisporroteaban desprecio. O amargura, en sí, nadie podía entender que era lo que el hombre tenía contra Jess. Pero Karen defendió al muchacho, él no tenía la culpa de nada, y agarro a Jess de las manos, lo puso detrás de sí, y confronto de una vez por todas a Maikel.
—Sabes que no puede estar aquí Karen.
—Quiere verla no se lo voy a negar, además no eres nadie para poder decirle a Alison a quien debe ver o a quien no.
El ambiente se tornó en un campo de batalla.
—Soy su padre.—Repico furioso.
—Pues no lo pareces, aparta.
Con un suave empujón Karen aparto el cuerpo fornido, de su esposo y subió sin ninguna dilación las escaleras del segundo piso. Jess estaba preocupado, el problema era grande, los padres estaban en crisis, pero tampoco quería ver a Alison acostada en una cama, sin vida, muriendo lentamente. No era tan valiente para hacerlo, también tenía un corazón, que seguramente lo iba a partir en mil pedazos al ver aquella imagen en su cerebro: la imagen de una Ali moribunda.
No tenía la fuerza.
Karen llego al dormitorio, antes de pasar miro a Jess.
—No puedo Karen—Titubeo— No quiero verla así. Voy a llorar, no tengo en valor.
—Es tu deber, ella te quiere como a un novio, y si no estás con ella en estos momentos, empeorara.
Jess cogió una bocanada de aire y lleno de corazón con valor, que no supo de donde lo saco, puso una sonrisa radiante.
—Hablaremos de lo demás cuando salgas, has que se quede dormida.
Jess afirmo con la cabeza: Karen abrió la puerta, los dos se quedaron mirando a Alison, ella no podía moverse mucho, entonces Jess con largas zancadas se puso delante de ella, intentaba alcanzar una toalla en la mesita de noche; el cogió la toalla y luego la paso por su frente estaba caliente, mucha fiebre y tosía constantemente. Karen salió del cuarto sin decir nada, había desaparecido como un fantasma. Jess acomodo aquellos cabellos que caían en el rostro de la chica, con suavidad los aparto a un lado.
—¿Jess eres tú?—
—Sí, tranquila ya estoy aquí.
—¿Pero y papa? El esta es casa te va a…
—No importa, él ya me vio, todo está resuelto. —Ali intento acariciar su rostro, pero no lo conseguía, Jess tomo sus manos, —Estaban cálidas— entonces las puso encima de su cachete izquierdo, el sintió compasión y frustración a la vez, odiaba ver a Ali así.
Ali acaricio con parsimonia mientras que se tranquilizaba más.
—Tienes que mejorar. Por mí, hazlo por mí. —suplico Jess.
—Lo hare… —Tosió.
—¿Estas bien?
—Si descuida, Jess cuéntame una historia… cualquiera quiero dormir un poco, pero será mejor que me cuentes algo para dormir.
—Bien empezare. Déjame acomodarme.
Jess con osadía se sentó a un lado de ella y paso uno de sus largos brazos hasta conseguir abrazarla, su cuerpo estaba caliente tenía una fiebre monstruosa, Ali poco después yacía recostada al pecho de Jess, sintiendo el calor de su cuerpo, y el ritmo de aquellas respiraciones, el latido de su corazón y la sangre corriendo por sus venas. Su voz ronca y a la vez clara. Era un buen chico.
Ali quería llorar:
Ojala lo hubiera conocido antes, la hubiera pasado tan bien contigo. Jess no me quiero Ir.
Jess haciendo caso empezó a contar la historia.
Afuera de la habitación Maikel había sido retenido por Karen ya que iba a sacar a patadas de la casa a Jess. Pero ella se lo impidió poniéndose en la puerta;—Si lo haces me voy de la casa con Ali.—Fueron sus palabras y viendo su mirada con los ojos entrecerrados sabía que lo estaba diciendo en serio. El hombre maldijo un par de veces, pero tampoco tenía nada que hacer; era su esposa y la quería, solo eran las emociones que se estaban cruzando en el camino, tampoco quería perder a su hija, las quería a ambas, era un padre frustrado, dormía comía y trabaja como un asno, pero lo hacía por ellas; aunque Karen no se acostara con el frecuentemente y desde que apareció la enfermedad de Alison, no habían tenido tiempo para lo mismo.