Capítulo VI
Una mañana de nubes grises la lluvia amenaza con caer despacio y desprenderse de los cielos encapotados que rodean aquella lejanía. Otro día transcurre en el Hospital psiquiátrico Virgen de las Casas, paula asomada por la ventana hace caso omiso cuando llaman a comedor a tempranas horas de la mañana, el apetito se había ido. Los enfermeros del lugar la obligan a salir del cuarto hasta llevarla al comedor, la paciente no quiere probar bocado alguno. Al levantarse de la silla en un mutismo absoluto y mirada sin rumbo fijo; Cae Paula desmayada, la asisten rápidamente y la llevan a la enfermería, el doctor pide que le hagan estudios .
Tal vez la paciente paula no ha comido bien, tiene días en ayuno quizás. Posiblemente sea el efecto de los medicamentos que debilitaron su frágil y delgado cuerpo.
Transcurren, varios días y paula está en el jardín cantando alegres canciones con sus compañeras. Cada una en su mundo, cada mente perdida bajo su propia melodía.
Se observa desde la distancia, se abre el portón principal e ingresa un autobús de color azul, manejado por un señor de bigotes y cabello rubio como el sol.
Aparece la enfermera con un megáfono y una lista en la mano, todo el mundo atento a las indicaciones.
-. “Todos los que nombre en esta lista deben hacer fila frente al autobús”.
Se fue formando una larga fila de hombres y mujeres perdidos en su maraña de pensamientos dispersos y como autómatas fueron ingresando al interior del autobús.
Paula pregunta a un trabajador del lugar, y este le responde que van de paseo a otro Hospital ubicado En el occidente del país, a 12 horas de camino.
Paula comienza eufórica a correr en círculos y luego toma dirección al autobús, no la dejan entrar ya que no estaba en la lista, Inicia el llanto efusivo y el transporte cargado de vidas inicia su marcha. Ella se queda triste viendo como sus compañeros se van de aquel lugar.
Días después, empieza a buscar por todo en lugar a su amado Don Toribio, quien no había visto hace semanas.
Durante la caminata por el lugar paula escucha a los enfermeros conversar sobre el viaje de los pacientes que fueron trasladados al occidente del país; Quienes para poder llegar al nuevo lugar de estancia tenían que atravesar un rio no tan profundo. Como autómatas medicados y somnolientos fueron caminando recibiendo indicaciones de los acompañantes. A medida que fueron adentrando en aquellas aguas oscuras, frías y de corrientes tranquilas se dieron cuenta que el rio estaba lleno de pirañas y todos fueron devorados.