Haylin: A través de tu piel / Saga Haylin #1

CAPÍTULO 2

Haylin

          Me levanto con un fuerte dolor de cabeza. Aclaro mi vista. En la mesita de noche hay una nota escrita a mano: es de Nata.


Salí al súper, como te lo dije ayer. Gracias por hacerme compañía con la pizza. Eres una muy buena amiga. Y para que veas que te estoy completamente agradecida, recogí el desorden que habíamos hecho ayer. Bs.
¡Te quiero mi psico favorita!


Atte. Tu adorable amiga, Nata.


Sonrío.


Frunzo el ceño y me pregunto qué hora es. Tomo el móvil que está en la mesita y observo la hora. ¡Mierda! Son las ocho menos cuarto. A las nueve tengo que estar en el consultorio. Me levanto como un tornado y corro directa hacia al armario. Lo abro y saco una falda plisada en negro. La de ayer era gris. Los colores que utilizo normalmente no suelen ser muy vivos, cavilo vagamente. Saco una blusa de manga larga en blanco. Siempre llevo una de estas, pienso con amargura. Tendré que ampliar mi guardarropa, me apunto mentalmente. Saco un sostén negro y unas bragas del mismo color. Me quito el pijama beige mientras pego pequeños saltos directa al baño.


Abro el grifo y dejo que el agua caliente caiga y calme el dolor de cabeza que siento. Cuando estoy lista, observo mi imagen con detenimiento en el pequeño espejo de cuarto de baño: piel morena, ojos de un profundo azul marino, cabello rubio oscuro —el cual me llega hasta la mitad de la espalda— y una cara redonda y delicada. "Tienes una belleza natural Hayl" me dice constantemente Nata. Mis pechos son de un tamaño normal, ni muy grandes ni muy pequeños.
Salgo apresurada del baño y plancho mi cabello. Mientras lo hago, el recuerdo de la tarde de ayer me golpea con todo su poder en el rostro. ¡Qué pena! Pienso. ¿Cómo fui tan estúpida? Tendré que averiguar el apartamento del edificio en donde vive y pedirle una disculpa. Se la debo. "¡Mentirosa! También quieres volver a verlo, no lo niegues" grita mi subconsciente. Ignoro lo que dice. "No, es sólo por lo primero" me convenzo. O eso creo. Ya no estoy segura. Tal vez quiera verlo, sólo un poquito.


Termino de planchar mi cabello y busco unos zapatos de tacón pequeño en negro. No me gusta usarlos muy altos. Me los calzo y unos fuertes gritos captan mi atención. ¿Qué sucede? Se escuchan cerca. No le presto importancia. He de ir trabajar. Tomo mi bolso y salgo de la habitación. Camino por el vestíbulo y el sonido de vidrios quebrándose me sobresalta y me detiene. Escucho claramente un grito y reconozco la voz de a quién pertenece: el chico de ayer.


—¡Vete a la mierda Jennifer! ¡Sal del departamento ahora mismo y no vuelvas a poner un puto pie aquí nunca más en tu puta vida! ¡¿Te quedó claro?!


¿Es su novia? Me pregunto vagamente. Ella no contesta. Escucho la puerta cerrarse de golpe y el sonido de unos tacones dirigirse hacia mí. Ella se detiene y le dice algo antes de seguir caminando. Estoy totalmente segura de que ha sido una especie de insulto.


—Espero que nos veamos el próximo sábado en la fiesta de compromiso Keri, o, mejor dicho, espero verte yo por allá. Porque tú ni imaginarlo, ¿cierto? —La risa ponzoñosa que sale de su garganta escupe puro veneno.


Sigo caminando disimuladamente y escucho sus pasos detrás de mí. Le veo pasar con elegancia junto a mí y de soslayo, me observa. Es una mirada breve. Poco después, sigue marchando con aires de suficiencia. Lo que logro ver en ella me deja perpleja. Ojos verdes, labios de un carmín rojo, cabello rubio claro —el cual le llega hasta la altura de los hombros—, caderas estrechas y tez blanca como la nieve. Va vestida con una blusa sin mangas en color púrpura y unos jeans azules de corte alto, con unos zapatos de tacón alto del mismo color. Es hermosa físicamente, pero... lo que acabo escuchar salir de sus labios me hace pensar que por dentro es una mierda ¿Cómo se atreve a herirle de esa manera? Hija de... Suspiro. He de irme a cumplir con mis obligaciones. No me incumbe en lo absoluto esta situación.


Sigo mi curso, pero me detengo. La curiosidad me atrae. Tengo que verle, saber si se encuentra bien. ¡Mierda! ¿Y qué hago con las citas del trabajo? Ya sé, llamaré a Gina para que cancele todas. Le diré que mi ausencia es por asuntos personales. De por sí es sábado y no son demasiadas. Sólo son citas de rutina, que tienen que ver con aptitudes para un trabajo. No creo que me afecte faltar hoy. Y las ganas de disculparme con él son muchas también. No me siento bien conmigo misma.
Doy media vuelta y me sorprendo al verle salir. Le escruto. Ha llorado. Lo veo en sus ojos. Va guapísimo. No desvíes Hayl... Ese pijama gris le resaltan un más que aceptable culo. ¡Haylin! Me reprendo. No seas pervertida. No es el momento. Cálmate. Además... lleva una camiseta que deja entrever que se esfuerza mucho por mantener el físico. Brazos delgados, pero musculados. Y un abdomen de muerte, plano, que deja cualquier cosa a la imaginación. Está para comérselo. "Haylin..." me advierte mi subconsciente nuevamente. "No es el momento..." Apenas si le has visto y ya pareces una adolescente hormonal. "Ok, ya" le digo para que no se lo tome a mal.




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