Hearts Alight: A qué te hago caer

Capítulo 26.

¡Esa horrible voz yo la conozco!

Capítulo 26.

—¡Te vas a ir a trabajar por unos meses! —gritó mi mamá.

Efectivamente, estaba cumpliendo lo que había prometido. Determinada, me impuso como castigo compaginar el trabajo con mis estudios durante algunos meses, creyendo que así no encontraría tiempo para salir de fiesta. ¿Pero acaso piensa que trabajar y estudiar supone un reto para alguien como yo? Mi madre está bien consciente de que dedicar tiempo al estudio es algo que ni siquiera figura en mi agenda, pues, sinceramente, no le presto atención. ¡Qué ilusa!

Además, esta oportunidad laboral no podría haber llegado en mejor momento. Recordarás que había mencionado mi necesidad de dinero y mis planes de buscar empleo al regresar del campamento. Mis padres han eliminado la necesidad de preparar un currículum, al obviarse la entrevista de trabajo cuando el jefe resulta ser amigo de mi padre.

Ni siquiera recordaba que tenía que hacer mi hoja de trabajo. ¿Y cómo hacerlo? Todo lo que había pasado últimamente, había mantenido mi pobre mente ocupada.

Entro a la empresa con mi papá.

—¿Tu amigo es de fiar? —pregunté.

—Claro que no, por eso lo dejo a cargo de mi princesa. No confío ni en mi sombra —respondió con un sarcasmo digno de un meme.

—Definitivamente me adoras.

—Sí, tanto que quería un hijo varón.

—Deberías haberme abortado, entonces.

—No había garantía ni recibo.

—Pero tenerme te salió más caro.

—Al menos te exprimiré como limón en jugo exprimido, trabajando y quitándote hasta el último centavo.

—Me voy a un país lejano y no volverás a verme.

—Veremos si puedes sobrevivir sin mí, sin Netflix ni comida gratis.

—Buenas tardes, ¿en qué podemos ayudarles? —habla la secretaría cuando llegamos a recepción.

—Vine a ver a Bruce Reece.

—¿Tiene cita?

—Este hombre no necesita cita.

Un hombre voluptuoso habla a nuestras espaldas y procede a saludar a mi papá con euforia. No hay que adivinar que este hombre es el amigo de mi papá, dueño de esta exuberante empresa y mi futuro jefe.

—Bruce, esta es mi hija, Jeudy.

Me extiende la mano y yo hago lo mismo.

—Un placer conocerte, Jeudy.

—Es un placer conocerlo también, señor Reece.

Me habría encantado decir que era un hombre con hombros anchos, feo, con barba y totalmente demacrado, ¡pero no! Para nada era así. Este tipo no parecía tener ni cerca los 50 años. Más bien parecía que estaba a punto de cumplir los 30. No hay rastro de barriga asomándose ni una sola cana en su cabello. Sus ojos cafés son preciosos y su melena es tan radiante que fácilmente podría ser modelo de Pantene.

Subimos a la oficina del señor con cabellera de comercial de Pantene.

—El puesto que vas a ocupar es uno perfecto para tu edad y tu inexperiencia en el área laboral. Serás asistente de una de las caras mas importantes para el funcionamiento de esta empresa. Como asistente en nuestra agencia de viajes, tu papel es crucial. Vas a estar apoyando a todo el equipo con tareas importantes para mantener todo en orden y funcionando sin problemas.

—¿Y qué tipo de tareas realizaré exactamente?

—Vas a ayudar con la organización de documentos, la gestión de citas, la preparación de informes básicos y la atención a los clientes en persona y por teléfono. Además, estarás encargada de mantener actualizados los registros y archivos para que todo esté en su lugar cuando lo necesitemos.

—Entendido, suena como un trabajo importante.

SUENA COMO UN TRABAJO COMPLICADO.

—Tranquila, sé que puede sonar como un trabajo complicado pero es algo fácil cuando le tomas el hilo. Trabajarás solo cuatro horas al día y tendrás tus fines de semana libres.

No podía creer que por primera vez había amado un castigo de mi padre.

—Bueno, ¿a quién estaré asistiendo?

—A mi hijo, Asher Reece.

—¿Y cuándo puedo empezar?

—Pareces emocionada.

Mi papá me atrapa sonriendo de alegría.

Inmediatamente cambio la expresión e intento ocultar lo obvio.

—Pff, por supuesto que no. Simplemente no veo la hora de empezar con esto para que se acabe lo más rápido posible.

—Ah, claro. Es imposible que a mi hija le gusta otra cosa más que estar en su cama y volverse loca viendo a hombres coreanos.

—¿Te gustan los asiáticos?

Sonrió, sin la más mínimas intención de ocultarlo.

—Bruce —Intenta pararlo mi papá.

—Entonces el trabajo te resultará fácil.

Cuando voy a preguntarle el porqué del comentario, la misma secretaria de hace rato entra por la puerta y le dice a Bruce que tiene un cliente esperándolo.

—Hermano, tengo que dejarlos —abraza a mi papá como si de verdad fueran hermanos de sangre. Al parecer de verdad se aprecian el uno al otro. Se dirige a mí, dándome un apretón de mano—. Y ti te veo mañana para empezar tu entrenamiento.

Asiento y le sonrío.

¡Por fin podría ahorrar para mi viaje a Corea!

#

Me quedé unas horas más con mi equipo en la cancha después de que el horario escolar terminara. Habíamos estado entrenando desde que empezaron las clases. Este año, al ser nuestro último año, sería nuestra última competencia de volleyball y no podíamos perder.

Después de finalizar el entrenamiento, estaba claramente sudada. Llevaba una banda en la cabeza para mantener mi flequillo recogido y evitar que, debido al sudor, se pegara a mi rostro. El uniforme era de color azul con blanco, destacando el logo del colegio en la parte superior derecha. Además, lucía unos shorts ajustados que definitivamente realzaban mis glúteos, resultado de años de entrenamiento.

Después de seis días de entrenamiento en la oficina en el que la asistente del señor Reece se encargó de guiarme en todo el proceso, hoy, finalmente, iba a entrar a la oficina como una empleada oficial.



#11232 en Novela romántica

En el texto hay: romance, latina, coreano

Editado: 24.04.2024

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