Hearts Alight: A qué te hago caer

Capítulo 28.

"Me aseguraré de ser el único por el que suspires"

Capítulo 28.

Eran las siete de la noche. Había avanzado un tercio del trabajo, pero a ese ritmo, me llevaría otra hora completarlo. Llamé a mis padres para comunicarles que me quedaría unas horas extras. Al principio no les pareció bien, pero les aseguré que era solo por esa noche, con la excusa de querer causar una buena impresión en el Sr. Reece, lo cual les convenció.

—¿Qué haces aún aquí? —La voz del Sr. Reece me sobresaltó, haciéndome levantar de golpe de mi asiento. Casi me había quedado dormida. A su lado estaba Lee, parecía que estaban a punto de irse del trabajo.

—Estoy terminando unos documentos.

—Tu jornada laboral terminó hace más de dos horas —intervino Lee (o Asher) con un tono de voz... ¿molesto?

¿Por qué me sentía reprendida?

—Sí, pero necesitaba terminar mi trabajo.

—Jeudy, eres solo una asistente a medio tiempo. No deberías dedicar más tiempo del necesario fuera de tu horario laboral. Eso es abuso laboral.

—Ehm, yo...

—¿De quién son estos? Enséñamelos —Lee se acercó a mi escritorio y comenzó a revisar los documentos—. ¿Son estos? —Me señaló y asentí. Luego se volvió hacia su padre—. Esta es la propuesta de trabajo que le pedí a Jules hace dos semanas.

Ambos me miraban. La presión era abrumadora.

—¿Tú hiciste todo esto? —preguntó Bruce, y yo asentí con dudas.

¿Estaba en problemas?

—Recoge tus cosas. Te llevaremos a casa.

Intenté objetar: —No es necesario. Puedo tomar transporte público o pedirles a mis padres que vengan por mí.

—A tus padres. Les debo una disculpa a tus padres —dijo Bruce—. Vamos.

Caminé rápidamente tratando de no quedarme rezagada. Lee caminaba a mi lado.

—¿Estoy en problemas? —susurré para que solo Lee me escuchara.

Aunque mantenía una expresión molesta en su rostro, la suavizó al mirarme a los ojos.

—La que está en problemas es otra.

Lee y yo nos fuimos en su carro y Bruce condujo en el suyo.

Cosa que me deja pensando.

—No le digas nada —Le pedí.

Esta vez, él solo llevaba puesta su camisa, habiéndose deshecho del saco.

—¿Decírselo a quién?

—A Jules.

—Debo hacerlo.

—No me importa ella. Lo que realmente me importa es mantener la paz entre nosotras.

—Hablaré con mi padre para que lo pase por alto, si eso es lo que deseas. Pero si vuelve a cometer un acto así y abusa de cualquier empleado simplemente por ser superior —me miró fijamente por unos instantes antes de volver a enfocar su mirada en el camino—, no lo permitiré.

—¿Siempre actúas así?

—¿Cómo?

—Intentar protegerme y luego actuar como si eso no fuera prueba de que tienes corazón.

—¿Y cómo quieres que reaccione?

—No lo sé.

—¿Quieres que admita que lo hago porque me importas?

Me quedo en silencio.

Me mira a los más profundo de mis adentros. Levanta su mano para tomarme de la mejilla suavemente—. Lo siento, Jeudy. Pensé que ya lo sabías.

Lo observé fijamente.

Él giró el volante y estacionó el auto en una esquina. Salió del vehículo y rodeó hacia mi puerta, abriéndola. Descendí. Abre la puerta trasera y saca su saco de allí. Me lo coloca en el hombro y deja sus brazos allí.

—Jeudy Marshall. Eres extremadamente  excéntrica. Y eso me molesta porque lidiar con personas como tú es impredecible. Y no me gusta que las cosas me tomen por sorpresa. Y quiero dejarte claro que sí me importas. Eso significa que frente a cualquier amenaza que ponga en riesgo tu cuerpo, felicidad o bienestar mental, estaré dispuesto entregar mi alma en sacrificio para mantenerte a salvo.

La sonrisa se me quiere salir pero la contengo, haciéndome la de corazón frío. Como si sus palabras no me hicieran brincar de felicidad como cuando niña me decían que no iría a la escuela y sabía que podía quedarme todo el día durmiendo. Pero esta era una felicidad más intensa y mas aterradora.

—Ya sé lo del autobús.

Muerde su labio y mira hacia los lados avergonzado.

—Healy es muy chismosa.

Reí: —No me lo dijo Healy, lo hizo el conductor. Pensó que teníamos una historia como la de Romeo y Julieta y teníamos que ocultarla.

Sonríe y me quedo mirándole como boba.

—Estoy dispuesto a sacrificar mi felicidad aunque sea efímera. Dímelo... ¿sientes algo por Markel?

—No lo sé —Bajo la cabeza porque me avergüenza a este punto no poder responder una vez  más a su pregunta.

—Desde ahora dejará de importarme que estés enamorada de otra persona —Se acerca a mis labios y por inercia, cierro los ojos—. Me aseguraré de ser el único y último por el suspires.



#11108 en Novela romántica

En el texto hay: romance, latina, coreano

Editado: 24.04.2024

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