Hecatombe

El hexágono

Mi frente derrama sudor sin parar, he estado corriendo desde hace ya 3 horas.
Troté desde el bosque perdido hasta el centro de San Lucas, cualquiera diría que el recorrido estaría corto, pero como mierda subes 27 km esquivando ramas gigantes, que en el primer paso en falso se rompen en pequeños pedazos.

-Hey- Escuchó un grito que parece cercano pero está hasta la mierda de lejos.
Volteo a inspeccionar el lugar pero no encuentro a nadie.
A pesar de estar casi en la sima, los árboles son aún el triple de altos.
A lo lejos encuentro las manos de Elios agitándose de un lado a otro.

-Elios, ¿qué haces ahí?- Él se encuentra en la punta de un tronco que parece viejo y hueco. Si no lo derriban en unos días, se caerá sobre algún inútil que se encuentre merodeando por el lugar.
Él salta desde donde se encuentra y al tocar el suelo hace un estruendoso sonido que no hace más que molestar a los campesinos.

-Frederic me mandó hace unas horas a enumerar los árboles sobrevivientes, cómo no pude salir ayer, toda la maldita mañana a estado mandándome como camello en el sol.-Agradezco haber salido antes de que sonara la alarma de subsistir.

-¿Porque no me sorprende?- Ironizo- Por cierto, el líder se quedó conmigo toda la mañana del martes asegurándose de que estuviera bien, según el. ¿No sería más fácil que diga que quiere follar y ya?-

-No entiendo porque no lo dices tú, necesitas  a una perra que te quite el estres, aunque la tenga pequeña no significa que no le sirva- Dice casi evitando una sonrisa, se que el maldito solo quiere insinuarme el volver a hacer un trío, en ese caso solo invitaría a Camila y a Rea, podría llegar a más orgasmos con ellas dos que con el pequeño pene del líder.

-No Elios, no lo haré de nuevo, aunque si me deja salir unas cuantas horas antes me lo pensaría.-

-Es eso o te gusta el pequeño placer que te da- Me mira con una sonrisa ladeada llena de picardía.

Suelto una risa disimulada, pero en un momento todo se queda en silencio y de pronto se comienzan a escuchar gritos por todo el centro, me percató de que los Caciques han llegado y están vigilando a cualquier humano dentro del lugar.
Comenzamos a correr hasta llegar a la explanada, ésta es grande de cualquier lado por dónde la mires, está rodeada de árboles y esta en una forma hexagonal pues así podemos protegernos de cualquier amenaza que trate de entrar.
En la explanada solo nos reunimos cada mañana en cuanto den las 4 AM, o amenos de que lleguen los caciques.
Cada día nos dividen en grupos diferentes, siempre es diverso y solo es hasta el anochecer que puedes volver con los tuyos.
Y si, al decir los tuyos hablo de las personas que consideras cercanas a ti, ya sea algún pariente o amigo que se encuentre en la explanada.
Esto dejará de pasar en cuánto te estigmaticen, si no es que mueres antes, o bien pierdes la cordura, no entiendo porque no me he matado aún yo.

Al llegar nos formamos al rededor tocando con los pies la orilla del suelo, cuidando no caer al abismo pues si eso sucede nadie te salvaría, bien podrías estar viva o muerta y no habría razón para ir por ti.
En el centro se encuentran unos cuantos de ellos, mientras que los otros caminan frente a nosotros inspeccionando a cada uno.
Los caciques se dividen en 13 grupos.
Son personas de todas las edades, la mitad son mujeres y la otra mitad hombres, siempre ha sido así, por eso es que podemos tratar de competir contra los demás seres vivos, al lado de alguien más que respire los humanos no somos ni una pizca si estamos solos o separados.
Los que estamos aquí solo somos una cuarta parte de lo que es San Lucas, no estamos por obligación, nadie te obliga a estar en este lugar.
Al cumplir los 13 años puedes decidir venir, o elegir alguna preparación que ayude con la sociedad, desde doctores, campesinos, constructores, costureros, da igual lo que elijas, solo te quedarás dentro de San Lucas.

El hecho de estar aquí no es acto de valentía, es de supervivencia.

Cuando comienzan a hablar todos escuchan atentos, pero yo no puedo dejar de mirar a Gaia. Es una mujer de alto mandatario, tiene unos cuarenta y tantos años pero se mantiene jóven. Lidera a uno de los 13 grupos, las valkiras, estás son mujeres fuertes que pueden ser algo sádicas cuando se necesita sobrevivir. Y aunque algunas controlan el deseo de acuchillar a alguien, otras solo lo hacen por diversión. Es mejor no mencionar  sus actos crueles, ya que al estar a la protección de algún cacique son respetadas y temidas.

Me percató de que la estoy mirando de más cuando ella voltea los ojos que antes observaban a Álef, y me regala una sonrisa simple.

-Se encontrará una persona para cada  Kelompok, si desean ser inspeccionados, entren al hexágono.- Dice Gaia con la voz suficientemente alta para que todos escuchen.

Todo el lugar queda en silencio, nadie emite ni el más mínimo sonido.

Álef realiza un sonido agudo con la lengua, esto para que los almogavares que son su grupo, comiencen a empujar a personas al azar que se encuentran al primera vista.

Veo a uno acercarse hacía donde me encuentro y antes de si quiera tocarme, Mané se lanza contra el. Mané es una niña de 13 años que llegó el mes pasado, es asiática por lo que tiene la piel blanca como las flores de algodón, y el cabello negro y espeso que se encuentra en una trenza desde la raíz del cabello, es tan pequeña que apenas si mide 1.40.
Golpea su armadura negra y cae al suelo dando un par de vueltas, se levanta y mira directo hacia los caciques.
Ellos se quedan intactos restándole importancia.

-Ya estoy en el hexagono, ¿y ahora?- Habla la niña haciendo que la noten.

-Quedate al final- Ahora es Álef el que habla.

Todos se miran entre si, rogando que alguien más se acerque.

-Nadie lo hará mi líder, nada más mire a su alrededor, la mayoría son flacuchos, los de allá son muy ancianos- Levanta la mirada hacía los de la tercera edad- Y algunos otros, cómo la cadela del culo grande que se estaba  frente a mi, son cobardes e indignos.-Recalca mirando hacia mi.




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