Hecho a tu medida

CAPÍTULO 03. ✺Un helado por una sonrisa✺

No estaba de humor aquella tarde para tener que soportar la escena que acababa de presenciar.

—Está bien —Aarón cedió, sentándose a mi lado en el sillón de nuestra sala, cruzándose de brazos justo como yo—. Ya pronto va a irse.

Ambos mirábamos el televisor apagado. Yo mantenía mi ceño fruncido mientras que mi hermano se movía con nerviosismo.

—Eres increíble —resoplé con malhumor—. No puedes pasar un día, un solo día, sin traer a alguien a esta casa.

—¡Compréndeme, Mara! —exclamó en un susurro, desesperado. Su mirada era tan pesada que tuve que devolvérsela—. He pasado semanas llenas de estrés, ¿no me merezco un descansito?

—Tal vez sí —cedí sin aligerar mi tono—, pero si quieres «relajarte» deberías hacerlo en las casas de tus amiguitas.

—Es que sus papás están ahí.

Antes de que pudiera decirle lo poco que me importaba, la chica de piernas largas y cabello corto apareció en la sala. Mantenía sus redondos ojos verdes mirando a sus pies descalzos. Esa postura avergonzada no me convencía, ya que todavía era capaz de ver el pequeño lunar en su seno derecho sin intentarlo.

—Realmente lamento que nos encontraras de esa forma, cuñadita.

Escuchar esa última palabra hizo que me doliera el estómago. Tan efectiva fue que todo mi enojo se disipó para centrarme en la expresión de mi hermano quien, por más que quiso ocultarlo, parecía muy disgustado.

—Pero —continuó con esa voz angelical— prometo que no lo volveremos a hacer.

—Ya lo creo —murmuró Aarón, poniéndose de pie para llegar a ella—. Ponte tus sandalias, iremos a comer algo bueno.

Aquella chica de tan dulce apariencia sonrió con ojos centelleantes, corriendo directa al cuarto de mi hermano, quien, en cuanto vio que desapareció, se giró hacia mí, manteniendo una expresión de horror.

—Te llamó cuñada, ¿lo escuchaste? —Su susurro fue apenas audible.

—Ya sé. —Me reí—. ¿Qué vas a hacer al respecto?

Tal como lo esperaba, Aarón puso su pulgar sobre el cuello y lo movió en un claro gesto de muerte. Suspiré. La pobre no pasaría de aquella noche.

—Estoy lista, mi amor.

Casi me atraganté con mi propia saliva al oírla. Conocía tan bien a su amor que, aunque podía disimularlo, sabía que no iba a resistir por mucho tiempo. Sin embargo, como seguía teniendo una pizca de discreción, pasó su brazo sobre los hombros de la muchacha, mostrando una sonrisa amable.

—En marcha entonces. —Se volvió hacia mí, manteniendo esa sonrisa rígida que, a ojos de esa ingenua, era de alegría infinita—. Nos vemos más tarde. Y ya no te enojes tanto, que te harás vieja más rápido.

Por más que lo intentara, no lograría borrar mi sonrisa que ocultaba la extrema satisfacción al ver a mi hermano en ese sufrimiento.

—Que tengan una linda cena. Y un gusto en conocerte, cuñadita —dije en un tono que sólo Aarón podía identificar como burla.

Cuando estuvieron en la entrada, él me mostró su dedo medio, haciendo que tuviera que cubrirme la boca para que su acompañante no escuchara mi risotada.

Al momento en que me quedé sola, fui directa a mi habitación, encendí mi laptop y lo primero que busqué fue la página donde terminaría el capítulo. No me molesté en preparar palomitas porque sabía cuán amargas me sabrían con el apestoso episodio. En su lugar, tomé al mini Kyle de crochet y lo abracé. Cada palabra que leía hacía que mi rostro se deformara de puro horror.

Tal como Octavio me lo había advertido, Dylan fue el más beneficiado. ¡Incluso besó la mejilla de Jade! Se atrevió a tocar a nuestra ahora odiada protagonista. Mi único consuelo era que, al menos, mi ángel caído había sido mucho más rápido y unos capítulos atrás la había besado en la boca dos o tres veces.

—Jade es una infiel —murmuré descontenta, abrazando con más fuerza al muñeco, a la vez que me encargaba de demostrar el odio que sentía a este capítulo.

Minutos después, luego de ir por un vaso lleno de agua, mi comentario fue respondido por el mismísimo LinAngel.

@linangel: Jajajajaja. Lo siento, pero Dylan también merece ser feliz.

Aunque el contenido de la respuesta no me era de lo más agradable, no pude evitar reírme. Aquellas risas se convirtieron en carcajadas cuando unos cuantos más comenzaron a bombardear a LinAngel, apoyando mi comentario.

La batalla me sirvió de alivio y por unos minutos olvidé que mi celular había sido robado por un tipo tan despreciable como el de la llamada. Después, tuve la suficiente motivación para continuar lo que había comenzado unos meses atrás: la muñequita de Jade.

Al autor le había encantado tanto el pequeño Kyle que yo me animé a hacer el trío completo. Pese a que ya había terminado a los dos rivales, había encontrado cierta dificultad con la chica. Sin importar que tenía bien en claro cómo era la imagen de Jade, siempre surgía un bloqueo. Tal vez se debía a mi temor de no poder plasmar lo que LinAngel había imaginado.

Sí, le habían encantado los chicos, pero, generalmente, para las chicas solíamos ser más exigentes. Como que todos los lectores y hasta el autor esperaríamos una diosa griega. Y ese era el mayor problema: yo no sabía cómo construir tal belleza.



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En el texto hay: comedia, amor platonico, romance juvenil y humor

Editado: 28.03.2023

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