Es como estar atrapada en una jaula cuando estas con ellos mientras que con tus amigos te sientes libre.
¿No se supone que tus padres deben de ser los primeros en que confíes?
¿No se supone que tus padres deben de enseñarte a valorarte a ti misma más no a odiarte?
¿No se supone que tus padres deben de darte todo el apoyo?
Entonces, ¿Por qué los míos no?
Al ser menor y escuchar comentarios de mi mamá como:
¿Te vas a comer eso?
Mira como estas de gorda y fea.
Tu veraz como lo resuelves.
No quiero problemas de la escuela ni bajas notas, si no ya sabes lo que te pasa.
Y la mayoría no las entendía en ese instante hasta que crecí y esos comentarios perduraron.
Pero de lo que más me siento dolida es del hecho de que me empecé a cuestionar el porque de muchas cosas sobre mi.
¿Por qué mi nariz es tan rara?
¿Por qué mis facciones no son perfectas?
¿Por qué soy tan idiota?
¿Por qué debo de ser de esta forma?
¿Por qué siquiera nací?
Llegando al punto de tener asco de una persona a la que se denominaba ser yo. Llegando a tal depresión que me encerré en mi misma y queriendo morir en cualquier momento.
Habían veces en las que podía ver que tal cosa de mi, tal parte, era bonita pero luego me golpeaba la realidad y recordaba que los estándares de belleza no pegaban conmigo.
Lo jodido era darse cuenta que tu autoestima había chocado, que estaba por los suelos, desparramada, ya pérdida. Que no podías hablar del tema por el miedo a que te juzgarán o por el simple hecho de sentirte inferior.
¿Y donde estaban los que se hacían llamar tus padres en esos momentos? Por ahí viviendo su vida, pensando que tienen a una hija buena académicamente, que eso era lo importante para ellos. Pero no tenían ni idea de lo mal que estaba mentalmente.
Me había cerrado al mundo pero mucho más con mis padres. Nunca les conté secretos, nunca les hablé sobre mis problemas, nunca les conté más allá del tema. La confianza en lo que se suponían que eran las personas más importantes era nula.
Mientras que con mis amigas era con las que consultaba todo pero sin llegar a tocar temas de autoestima o depresión.
Las cosas que sentía que no podía comentarlas con mis papás y con mis amigos se quedaban resguardadas en el fondo de mi para liberarlas por la noche mientras lloraba abrazando a mi almohada y siendo la oscuridad mi única confidente y amiga en esos instantes.
Llorar era otro elemento clave en mi vida. Trataba de nunca hacerlo frente a nadie pero habían veces en las que explotaba y no podía aguantar el dolor. Las pocas veces que lloré frente a alguien trataba de calmarme rápido y sonreírle a esa persona para que dejará de preocuparse.
Sin embargo la única que tiene el derecho de ver mis lágrimas a menudo es lo negro de la noche.
Necesito escapar de esta jaula.
Prisionera.
Soy prisionera de algo llamado VIDA.
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Editado: 15.05.2020