¡ Heredero a la vista! (#2 de la saga heredero)

Capítulo 12: Tócame.

Aitana

Nanda más fue entrar a nuestro hogar para escuchar girtos.

—Si esa perra le hizo algo a mis hijos le saco los ojos.

—Si lo hizo yo te ayudo.

Inquirió él mientras caminaba más rápido. Fue casi imposible seguirle el ritmo porque Dustin estaba que mata y come del muerto.

—No quiero que ella me lleve. Me quiero quedar con ustedes.

Ambos escuchamos estas palabras salir de la boca de Diasha y sin pensar nos acercamos.

—Cariño.

Ambos niños colocaron sus ojos en nosotros y para ellos fue una especie de alivio vernos.

—Mamá, papá. Una mujer se quiere llevar a mi hermana lejos de nosotros.

Diego verbalizo estás palabras sin dejar de soltar la mano de su hermana.

—Pero yo no voy a permitir que ella se lleve a Daisha. Ella es nuestra y nadie se la llevará.

Mire a Dustin luego de escuchar estás palabras.

—Deja de llorar hermana, porque yo te voy a cuidar. ¿Verdad papá?

—Claro hijo. Nadie apartara de nuestro lado a nuestras chicas. -mi hijo asintió. —Tú tienes que cuidar a tu hermana y yo me encargaré de proteger a su madre.

—¡Protegere a Daisha siempre…!

Diego limpio las lagrimas que Daisha había derramado y tras hacerlo le dio un beso en la mejilla.

Esa unión que ambos han desarrollado me hubiera gustado tenerla con el maldito de Eleazar pero, ese estúpido se empeño en acemerme la vida imposible. Ese endemoniado no descanso hasta hacerme perder mi bebé.

—Teniendo todo claro, vamos a cenar.

—Vamos antes de que busque a esa mujer y acabé con ella con mis propias manos. -murmuro Dustin solo para que yo lo escuchara.

—Ya tendremos tiempo de matar a esa víbora. Pero por ahora olvidemos eso y compartamos nuestra primera cena juntos como familia.

—Y yo más tarde compartiré mi primer baño contigo, preciosa. -susurró él en mi oído logrando que mi piel se erizara.

Entrecerré los ojos.

—Solo piensas en eso, por Dios.

—¿Claro en que más quieres que piense?

Solo a él, se le ocurre pensar en sexo en este momento.

—Vamos niños. -extendi una de mis manos hacia ellos y ambos niños se levantaron de la silla.

—¿Mamá Daisha y yo podemos dormir en la misma habitación? Es que a ella le dan miedo los monstruos y como yo la voy a cuidar siempre quiero que duerma conmigo.

—Claro que pueden dormir juntos, si tú la vas a cuidar no hay problema.

—¿Mamá, tú dormiras con papá?

Se atrevió a preguntar Daisha y yo no dude en colocar mis ojos en Dustin. Y el muy maldito mantenía una enorme sonrisa en sus labios.

—Claro que si princesa, su madre dormirá conmigo. 

—No te acostumbres Salvatierra. Porque solo dormire contigo hasta que esa mujer se marche de aquí. 

—Eso lo veremos.

Los cuatro empezamos a caminar hacia la cocina y justo antes de entrar en el departamento de humo y grasa escuché la horrorosa voz de la maldita intrusa.

—Yo no cenaré con esta asquerosidad. Prepara otra cosa para mi naquita, si no quieres que te eché a patadas de este lugar.

Ya veo que le hace falta que la bajen del pedestal donde no se quién la coloco.

—¿Niños podrían decirle al abuelo que la cena esta lista? -cuestione y ambos niños asintieron. Observe como Diego tomó la mano de su hermana para después marcharse.

—Llego la hora de ejercer mi rol como la señora de este lugar, cariño.

—El escenario es todo tuyo.

Posterior a estas palabras levante mi cabeza y tras poner una cara dura entre a la cocina. Encontrando a la pobre chica que prepara los alimentos a punto de llorar, porque la muy maldita se había atrevido a echarle la cena en la cabeza.

Camine con propiedad hasta estar frente a la pobre y asustada chica. Quien al verme agacho su cabeza.

—¿Como te llamas?

—Norma señora.

—Qué más da como ella se llame, deja que prepare mi cena.

Mis ojos se colocaron en Lucía Fernanda, alias Lucifer. Y no dude en fulminarla con los ojos.

—Sera mejor que te pintes de colores de mi rancho si no quieres que te arrastre por cada rincón de este lucar gatita sin garras.

Estas palabras parecieron molestarle porque ella se acercó a mi.

—¿Quién lo ordena?

Sonreí porque la tengo en el punto exacto.

—Lo ordena la señora de esta casa. Para ser más precisa, la mujer de Dustin.

—Tú no eres la señora de la casa, y mucho menos la mujer de él. Porque esos títulos me pertenece a mi, yo soy la que debe llevar esos títulos.

—Si no mal recuerdo yo nunca te prometí que llevarías esos títulos Lucía Fernanda. Así que ni  sueñes llevar esos títulos, porque ellos le pertenecen a mi mujer. Ella es quien merece ser llamada señora de este rancho y dueña de mi corazón.

Para estar fingiendo lo hace bastante bien el condenado.

—Dustin, a mi es a quien le pertenecen esos títulos.

—Ya me estas colmando la maldita paciencia, gatita sin garras.

—¿¡Te puedes callar maldita idiota!?

Grave error de parte de ella.

Esta maldita gata se gano a pulso que le haga saber quién es la que manda.

—La gata saco las uñas, así que yo como buena señora de la casa me ofrezco a bajarle los humos.

Lucifer no le dio importancia a mis palabras.

Otro error de su parte.

—Dustin te ordeno que saques a esta mujer de mi casa en este momento. Si no quieres que yo misma la saqué a patadas.

¡Ja! ¿Sacarme a mí? En sus sueños.

—Te lo pedire con amabilidad gatita -me coloqué al frente de ella y la muy cobrade dio un paso hacia atrás. —Marchate por las buenas, porque te aseguro que no te va a gustar que yo te saque por las malas.

—De aquí no me ire, porque este es el lugar al que pertenezco.

—Esta bien. Muy buena elección gatita… Ahora elige como quieres que te saque, te dare dos opciones. ¿Quieres que te saque inconsciente o prefieres dar batalla?




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