Eleazar
"Hoy cuatro años después te devuelvo algo que nunca debiste perder."
En cuanto termine de escribir estas palabras en la tarjeta, la coloque en un sobre y posteriormente la entre en el bolso que Dana se llevaría.
—¿Tío, vere a mamá?
Coloque mis ojos en la pequeña. Y no dude en responder.
—Si, princesa.
La niña asintió. Para después tomar entre sus manos su más reciente dibujo.
—¿Crees que a mami le guste mi dibujo?
Pregunto ella observandome fijamente y yo no dude en abrazarla.
—A tu madre le encantará ese dibujo. -la niña dejo un beso en mi mejilla. —Y te puedo asegurar que a tus hermanos también les gustará.
—¿Tío crees que mis hermanos me quieran?
—Ellos te amarán cariño. Daisha y Diego te querá mucho. Estoy seguro.
La pequeña princesa sonrió entusiasmada y yo me atreví a acariciar su mejilla.
—Feliz cumpleaños cariño mío. -dije mientras le extendía el objetó que ella me había estado pidiendo desde que mucho tiempo. —Espero que logres todo lo que desees y que ellos te den todo el amor que mereces.
La niña le quitó la envoltura a la pequeña caja y en cuanto tomo entre sus manos el objeto sonrió.
—Gracias tío. -Dana volvió a dejar un beso en mi mejilla y yo en esta ocasión suspiré.
A partir de hoy ese sería el último beso que esa dulce niña me daría porque después de desatar la verdad desaparecería por un largo tiempo.
—Quiero que mis hermanos te conozcan tío.
Sonreí y asentí para dejarla conforme pero, yo en el fondo se que nunca podre conocer a esos niños. No me da la cara para comparecer ante ellos y presentarme como su tío, cuando les he hecho tanta aberraciones a su madre.
A Daisha la arranqué de los brazos de su madre al obligar al médico que le dijera que había nacido muerta. Y poco después le pagué a una mujer para que la sacara del hospital y me la entregara. Pero la muy ambiciosa contacto a Lucas Hewitt para pedirle dinero por la pequeña. Pero su plan se vio frustrado cuando la policía la detuvo.
Diego, ese pequeño iba a correr con la misma suerte de Dana pero, Aitana se volvió una leona y defendió a su hijo con uñas y dientes.
Y finalmente Dana, esa pequeña no se salvó de mi maldad. La arranqué de los brazos de su madre y de su hermano mellizo.
Soy un verdadero monstruo. Un ser despreciable, un hombre que merece estar postrado en esta silla de ruedas.
Si, estoy postrado en una silla de ruedas luego de recibir un disparo de parte de Susana en la columna vertebral.
Muy merecido lo tengo. Por ser un maldito con ellas.
—Es hora de irnos -dictamine mientras arratraba la silla de ruedas hacia la puerta de salida de mi habitación.
—¡Si...! Vamos tío.
La niña corrió hacia la puerta y sin perder tiempo la abrió.
Con todo el dolor del mundo arrastre la silla hacia la salida de la habitación.
»Hoy te pierdo Dana, hoy es el último día junto a mi. El último día en que escuchare hermosa tu voz llamarme tío.
—Ella no se puede marchar.
Ilario se colocó al frente de nosotros y la pequeña niña siguió su camino como si nada. Ignorando al mastodonte que tengo como amigo.
—¡DIJE QUE NO TE MARCHARAS...!
Ilario grito con todas sus fuerzas asustando a Dana.
Quién lo observó con temor.
Ilario se quiso acercar a ella pero, yo me interpuse en su camino.
—Si la tocas en este preciso momento condenas tu vida a la muerte Ilario. Y te juro que no me importara quebrantar el pacto que ambos hicimos.
—Ella no se puede marchar, ella es mía. Mi hija, mi pequeña princesa.
Negué con la cabeza tras escuchar estas descabelladas palabras.
Antes pensaba que él estaba bien de la cabeza pero en los últimos días he confirmado que Ilario no esta nada bien.
Esta obsesionado con Aitana de una forma enfermiza.
—Dana cariño, yo soy tu papá. Quédate conmigo para siempre.
—Tú no eres papá. Eres el hombre malo.
Ilario se atrevió a derramar un par de lagrimas luego de escuchar las palabras de la niña.
Hice una mueca.
Él y yo carecemos de amor, necesitamos amor. Porque ambos crecimos sin saber lo que es ese sentimiento.
Yo fui envenenado con mentirás, logrando que el poco afecto que sentía desapareciera por completo. Dándole paso a que el rencor tomara el lugar del amor.
Y él creció tratando de sobrevivir en las frías calles. Odiando con todas sus fuerzas a sus padres por traerlo al mundo y abandonarlo a como si fuera un sucio animal.
Los dos necesitamos ayuda urgentemente.
Necesitamos sanar.
—Yo te puedo ayudar a llenar ese vacío tan profundo que tienes Ilario.
—Solo ella puede ayudarme. Solo esa chica. Solo Aitana.
Aitana. El nombre de ella hizo eco por un momento en mi cabeza y fue imposible que mi corazón no doliera.
Mi hermana. Dañe a mi hermana, dañe a una de la únicas mujeres que realmente me importaban.
Herí a la niña que prometí cuidar, la dañe provocándole grandes daños.
Y por eso me odio.
—Me marchó de este lugar hoy mismo Ilario. -él al escuchar estas palabras negó con la cabeza. —Lo hare porque es momento de sanar.
—No te vallas Eleazar. No me dejes solo.
—Si quieres puedes acompañarme.
—No puedo. No puedo irme y dejarla sola con nuestros hijos. Yo nunca la abandonaré.
Él necesita ayuda urgente, porque ha pedido completamente la razón.
El amor se convirtió en una obseción, y la obseción lo llevo a perder la poca cordura que le quedaba.
—Si ya elegiste quedarte no me queda más que despedirme de tí amigo. Espero que logres volver en sí y que puedas volver a tomar el rumbo de tú vida.
—Tú tienes que ayudarme a destruirlo. Tienes que vengarte por lo que le hicieron a tu madre.