Aitana.
“Ella nació. Ahianna nació.”
Esas palabras lograron alertarme de una manera impresionante.
—Enviado del diablo preparate para viajar conmigo a la ciudad.
El hombre asintió.
—¿Por qué no le pide a Dustin que la acompañe?
—No voy a molestarlo.
El hombre se quedó en silencio por un segundo. Y yo recoste mi cabeza contra el respaldo del auto.
“No, todavía faltan tres meses para que ella nazca. No puedo perderla. No puedo.”
Pensé y en ese mismo instante el enviado del diablo aparco en la puerta del rancho.
Suspiré antes de bajarme del vehículo. Y en cuanto lo hice escuché las voces de mis hijos.
—Mami.
—Mamá.
—Madre.
Sonreí al ver como los tres niños corrían con los brazos abiertos hacia mi.
—Mis amores.
Dije cuando los tres llegaron a mi.
—Mami, la abuela dijo que nos llevaría a la ciudad. Podemos ir -pidio Dana y yo suspire. —Por fis mami, deja que la abu nos llevé.
—Solo con una condición.
Los tres niños asintieron frenéticamente.
—Tienen que ayudarme a contentar a su papi. ¿De acuerdo?
Los tres fruncieron el seño.
—Solo tienen que lograr que su papi me perdóname.
Los niños se miraron entre si y sonrieron.
—Podemos lograrlo mamá. -dijo Daisha con una gran sonrisa en sus labios.
Dana por su parte extendió sus manos hacia Diego y él la tomó sin dudar.
Algo tramaban esos dos.
—Diego cariño. -el niño coloco sus ojos en mi. —¿Qué trata tu hermana?
Mi pequeño retoño alterno sus ojos entre Dana y yo.
—Nada mamá.
Dijo totalmente tranquilo, logrando preocuparme.
Algo estan tramando.
Dana por su parte extendió su mano hacia Daisha, y esta sin dudarlo la tomó.
—Mami, fue un gusto hacer tratos contigo.
¿Qué?
Después de estas palabras dichas por la pequeña los tres se marcharon caminado lentamente.
—Señora, estoy seguro de que esa niña saco todo lo malo de ustedes dos. Y sin duda alguna en un futuro ella va a ser peor de lo son ustedes.
—¿Estas diciendo que mi hija saco tanto el lado retorcido de Dustin y mío?
—Usted misma lo acaba de decir. Dana Salvatierra Hewitt, hara lo que le de la gana y nadie va a poder detenerla. Sera una auténtica diabla.
Después de estas palabras él se marchó sin dejar que opinara al respecto.
Pobre de nosotros si Dana sacó el lado malo, tanto de Dustin como el mío.
Cuando me dispuse a caminar hacia la entrada de mi hogar escuché una voz detras de mi.
—Aitana.
Si es quien yo pienso que es, ha entrado a la cueva del lobo.
Gire sobre mis pies y al ver a Eleazar apriete mis puños.
—¿Estas consciente de que te metiste a la cueva del lobo?
—Estoy dando la cara por todo lo que te hice, Aitana.
Me acerqué a él y Eleazar se mantuvo totalmente tranquilo.
—¿Por qué me hiciste tanto daño?
—Mi madre me lleno la cabeza de idioteces.
Oh claro.
—¿Y si ella te hubiera dicho que te lanzaras del pico más alto, lo hubieras hecho? -sonreí con cinismo. —Por favor Eleazar, no me tomes de pendeja.
—Esa es la verdad.
—¡Maldita sea Eleazar…! Me alejaste de mis hijas, arrancaste a Daisha de mis brazos y no conforme también lo hiciste con Dana. Me hiciste sufrir, me rompiste pensando que había pedido a mi pequeña. No tuviste compasión de mi.
Las lágrima salieron de mis ojos.
—Y no conforme con eso fuiste a matarme.
—Yo…
—No te quiero volver a ver Eleazar, quiero que te vallas.
—No me ire de aquí hasta que me perdones.
—Pues te quedaras esperando porque eso no sucederá nunca.
Eleazar abrió la boca para hablar pero se detuvo al escuchar la voz de Dustin.
—¡Mujer del diablo…!
Rode los ojos.
—¡¿Que diablos quieres?!
Dustin apretó los puños de sus manos mientras caminaba a paso rápido hacia mi.
—¿Problemas en el paraíso?
—Callate antes de que te rompa todos los dientes.
Eleazar se encogió de hombros.
Y un segundo después Dustin compareció ante mi.
—¡Sobre mi cadáver te llevaras a mis hijos…!
—¿Se te olvida que también son mis hijos?
—Ellos son míos Aitana, no me toques los huevos porque te puede salir muy caro.
Sonreí mientras acortaba los cortos pasos que me separaban él.
—¿Y si quiero tocarte los huevos?
Dustin endureció sus facciones luego de escuchar estas palabras.
—No me tocaras los huevos porque yo no voy a permitir que eso suceda.
Enarque una ceja.
¡Ja! Oigan a este.
Si Dustin piensa que va a privarme de lo que por derecho me pertenece esta muy equivocado.
—No me tientes Salvatierra porque a mi me encantan los retos.
—No te llevaras a mis hijos Aitana.
Sonreí.
—¿Cuanto quieres apostar que me llevare a nuestros hijos?
Mi rachero candente entrecerró los ojos.
Pero antes de que él pudiera verbalizar alguna que otra palabra inapropiada contra mi, la voz del enviado del diablo se antepuso.
Gire mi cabeza y observé fijamente al hombre, para después colocar mis ojos en la persona que él mantenía cautiva.
Estela.
La loca obsesionada con la verga de mi hombre.
—Señor, esta mujer se encontraba dispuesta a disparar.
¿Qué?
—¡Maldita mujer…!
El loco de Dustin se lanzo contra ella sin pensar en las consecuencias.
—Te voy a matar… ¡Como se te ocurre atentar en contra de mi mujer ¡Maldición Estela!
—Dustin yo…
La mujer trato de acercarse a Dustin pero mi hombre dio un paso hacia atras.
—Te consideraba mi mejor amiga Estela, eras como mi hermana. Pero al parecer no soy nada para ti porque quieres acabar con mi felicidad. Aitana es la mujer que amo y aún sabiendo eso pensaste en matarla.