Herederos: El PrÍncipe De Hielo

XXIV

Me concentro en el trabajo como puedo, en ocasiones mi mente vuela hasta Hale, quien sigue en su lucha por cambiar las tradiciones de Hannover, me siento tan impotente al no poder salir al mundo, me recordaba como una mujer activa, pero heme ahora, apenas y si me puedo mover por la casa. Niego con la cabeza, mi cabeza me juega malas pasadas, debo combatirlas constantemente para no caer en depresión.

Intento ayudar en lo que puedo desde aquí, extraño Ambur y a los abuelos, quienes ya tuvieron que regresar. Veo con tristeza los expedientes que me han traído en la mañana, cada miembro de los Barrier que se pusieron en contra a la rebelión ahora estaba recibiendo ayuda profesional y Bob se encargaba de que eso funcionara, inclusive yo ahora era visitada por una agradable doctora, dos veces por semana. Me los trajeron para que pudiera evaluar sus avances, como si mi opinión fuera importante, muchos de ellos quieren que me convierta en la nueva líder de la familia, pero considerando nuestro pasado, no creo que sea lo más conveniente, deseo que los pocos que quedan puedan ser libres.

Escucho el sonido sordo de la puerta.

―Pase.

Bob aparece deshaciéndose de su abrigo gris, con una gran sonrisa en su rostro, mi hermano es quien más ha cambiado de todos nosotros.

―Tengo buenas noticias ― anuncia sentándose en mi cama, esta alegre, eso es suficiente para mí ― Hale ha conseguido el apoyo del senado, la coronación será dentro de un mes.

Abro los ojos sorprendida, la noticia me ha tomado por sorpresa, no dudaba en su capacidad pero esto era algo completamente distinto. Era un gran logro, y estaba feliz por eso, pero estoy casi segura de que tuvo que dar algo a cambio.

―Eso es maravilloso ― digo fingiendo una sonrisa, extraño a mi antigua yo ― si te soy sincera no esperaba que sucediera tan pronto.

Bob asiente ante mis palabras, coloca sus manos en mis piernas y comienza a masajearlas, con rapidez su calor traspasa las frazadas.

―Bet, Hale y yo sabemos que te sientes limitada y encerrada, con esto lo único que buscaba es hacerte la vida un poco más fácil ― me observa de pies a cabeza, mi cabello ha vuelto a crecer, las heridas superficiales sanaron hace mucho tiempo, pero las heridas que están dentro, no han sanado y no me dejan salir a delante yo lo sé y sé también que Bob y Hale lo notan ― Déjate ayudar hermana, ya no estás sola.

Esas palabras que tanto me cuestan aceptar, siento que es la esencia de todo esto.

Bajo las escaleras con cuidado, no vaya a hacer lujo de mi mala suerte y rodármelas, me rio de mis propios pensamientos, son tan oscuros. Hale asoma la cabeza desde el salón en cuanto llego al último escalón, camina hasta mi haciendo gala de esa masculinidad que se ha reafirmado en estos meses, parece más seguro de sí mismo y vaya que ya lo era antes, aparece en su rostro esa sonrisa de lado que tanto me enloquece, mariposas que creía muertas, comienzan a revolotear dentro de mi estómago.

―Vaya que lo estás logrando ― dice llegando hasta mí, deposita un inocente beso en mis mejilla, haciendo que todas las terminaciones nerviosas de mi cuerpo se despierten ― no sabes lo bella que te ves ― susurra en mi oído y siento derretirme, si no fuera porque tengo las muletas, Dios sabe que sería una masa gelatinosa en el suelo en este momento.

―Extrañaba tenerte en casa ― confieso, desde que había comenzado con su idea de cambiar las tradiciones del país, apenas y si lo había visto, toma una de mis manos y se la lleva a la boca, la besa con cuidado sin despegar la mirada.

―Yo extrañaba ver esos ojitos soñadores, tan únicos para mí, como lo eres tú ― suelta una leve carcajada ― si sabía que para conseguir que tus ojos se llenaran de vida solo tenías que verme, te aseguro que nadie hubiera sido capaz de sacarme de esta casa.

Sonrío en respuesta por qué es lo único que soy capaz de hacer en este momento, siento que cualquier cosa que diga, solo arruinaría este momento.

»Vamos a cenar ― dice guiándome hasta la mesa, me llama la atención ver que solo hay dos sitios ― Bob tenía una cita, ha salido hace unos minutos ― me explica mientras quita la silla para mí, toma las muletas y las apoya en el sofá, lo observo moverse, como un depredador mira a su presa, cierro los ojos y miro a otro lado, este momento tan íntimo, donde estamos los dos solos en casa, la mesa puesta únicamente para dos, ha despertado en mi a la mujer que llevo dentro.

Se voltea con una sonrisa coqueta.

―He sentido tú mirada todo el tiempo ― expone y siento mis mejillas arder, comienza a reírse mientras camina hasta mi ― debo admitir que me siento halagado ― se pone en cuclillas, quedando un poco más bajo que yo, toma mis manos entre las suyas ― no hay nada de qué avergonzarse ― acaricia una de mis mejillas y su contacto despierta un calor en mí que no lo había sentido antes ― ahora que ya no tienes tal carga sobre tus hombros, estas comenzando a vivir, por fin llego en momento que puedas vivir por ti.

―Alguien ha estado reunido con la doctora O'Brien ― aunque de manera más dulce, es exactamente lo mismo que la doctora ha intentado que lo entienda, y lo hago, solo que aún no me siento por completo preparada para enfrentarme a eso que le llaman vivir por mí.

Su sonrisa se ensancha mientras asiente, vuelve a acariciar mi mejilla y agradezco su contacto, aunque me está costando pensar con ello.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.