“El padre debe ser el amigo, el confidente, no el tirano de sus hijos.”
Vincenzo Gioberti
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No dejo de dar vueltas de un lado hacia el otro, parezco de esos leones enjaulados que necesitan salir pronto de su cautiverio, pero lo peor del caso es que mi problema no se trata de que soy prisionera de alguien o que me hayan dejado encerrada en una habitación, en vez de eso, la razón precisa es porque ha llegado el día en que debo de conocer a la familia de Thiago, en donde no tengo idea de cómo resultará todo y eso sin añadir, de lo que llegarán a pensar con respecto al compromiso, ya que esa será la sorpresa más grande que se llevaran en la noche sabiendo de que acabó de entrar a sus vidas de una forma tan fugaz que por el momento seré una total desconocida para ellos.
Me miró al espejo de la habitación de Thiago para darme cuenta que por más que me haya preparado para este día, nunca serán suficientes las horas de trabajo para aprenderme la forma de ser de los integrantes de la familia de mi futuro esposo, eso sin añadir, de hacer todo lo posible para agradarles cuando de por sí, ni sé cómo debería comportarme en frente de ellos cuando esto solo es una falsedad, pero ante ello, debería de ser simplemente yo, porque si solo actuó para complacer a Thiago, es probable que este rollo actuado termine mal.
Escucho como alguien toca la puerta para luego abrirla en el instante en que me giro para darme cuenta que él ya se encuentra preparado para esta noche, se ve muy elegante con su traje negro que logra que sus ojos color ámbar resalten a través de los tonos oscuros de su vestimenta; su cabello se mantiene más peinado de lo que con normalidad se ve y desde luego, ha desaparecido ese Thiago divertido y relajado para darle paso a ese que tiene una personalidad más formal y seria, de la que sé que debe de mostrar en esos momentos que necesita mostrarse firme como seguro de sus decisiones.
Aun sigo sin creer que hace dos días, me propuso matrimonio y que de ello, acepte sabiendo que ni fue por amor sino por un contrato que nos hemos comprometido por ambas partes cumplir; a pesar de que tendría que ver este asunto como como indiferente, algo en mí lo ha asimilado como si de verdad, fuese real y tuviera que estar demostrando ese lado de una prometida que esta nerviosa de conocer a la familia de su prometido, de por sí, no quisiera poder sentirme de esta manera, pero aun así, creo que es parte de mi naturaleza tener que absorber cualquier sentimiento angustioso sin importar que la realidad termine siendo falsa por una parte.
—Estás hermosa —se acerca a mí.
Juego con mis manos de una forma nerviosa que pronto veo como las suyas terminan por tomar las mías para brindarle unas caricias a fin de tranquilizarme; realmente no tengo idea de cómo no he corrido al baño a vomitar cuando últimamente cualquier tipo de nerviosismo o ansiedad, provoca que termine en ese lugar. De por sí, me sorprende que hasta el bebé se mantenga calmado algo que no comúnmente sucede en estos días sabiendo que no me lo pone fácil y más por las mañanas, por eso en esta cena tanto Thiago como yo, hemos tenido que ser cuidadosos para que nada me provoque náuseas y mucho menos que me lleve a vomitar; ya que en sí, aún no queremos dar esas sospechas de mi embarazo.
—Oye, mírame —agarra mi barbilla para elevarla y poder verlo a los ojos —. No tengas miedo, estoy contigo y no te dejaré sola. —Me da ánimos para no darme más preocupaciones.
— ¿Seguro que todo funcionará? —Le digo angustiada.
—Tengo la esperanza que sí —lleva el dorso de mis manos a sus labios.
Me da una mirada hasta que de repente siento como una de sus manos termina en mi vientre, en donde la mueve como si estuviera acariciándolo y propiciando algún tipo de gesto cariñoso al bebé; fue algo totalmente nuevo y extraño para mí que la primera cosa que hice fue dar un pequeño salto, ya que en sí, en todo este tiempo, Thiago no había dado algún tipo de muestra de cariño que fuese directamente hacia nuestro hijo.
—Me muero por ir al obstetra, realmente estoy entusiasmado de escuchar buenas noticias —sonríe como si el asunto estuviese más cerca de lo que estamos esperando.
— ¿Por qué quieres una luna de miel de una semana? —Lo cuestioné. —Podía ser de tres días o menos por si quieres volver a Portugal más pronto. —Le ofrezco esa alternativa.
—No, necesito unas vacaciones, además, ya te dije que nos será de ayuda para conocernos mejor —sugiere —o es que te preocupa algo que no sé. —Me interroga.
Claro que sí, la idea de tener que compartir la misma cama y estar cerca de él, porque aunque quiera ignorarlo, Thiago todavía me resulta una persona tan atractiva de que estos días ha sido difícil tener que ignorar aquello que despertó en mí desde el primer día que nos conocimos; quisiera imaginar que nada sucederá pero aún recuerdo como un profesor de psicología nos mencionaba que las tentaciones suelen ser grandes y el cuerpo ante ellas se vuelve débil.
— ¿Te preocupa el tema de la intimidad? —Suelta como si me hubiera leído la mente.
— ¿A qué viene eso? —Dije con tono recio y arisco.
—Es algo que me ha provocado cierta duda desde el día en que firmamos el contrato —no me sorprende que sea acuerde de ello.
De por sí, también me es difícil tener que asimilar la idea de que Thiago será mi esposo cuando nunca creí que un hombre de su porte y actitud llegaría a mi vida; estaba convencida que llegaría otro patán a querer destruir la seguridad que yo misma forme como si fuese un muro que nadie derrumbará, pero en un instante parece ser que llegó él y salto esa barrera de la que me impide poder seguirle ofreciendo un camino fácil cuando aún hay muchas cosas de las que debo asegurarme que no será otro hombre que quiere acabar con mi dignidad y respeto que me merezco.