El tan esperado día para Tere, al fin había llegado, su cumpleaños.
Su abuela Emma la llevaría a la ciudad, y visitaría los nuevos almacenes; que estaban siendo toda una novedad entre los ciudadanos.
El viaje se le hizo casi eterno, estaba muy ansiosa por llegar y deseaba que el carruaje fuera más rápido.
Tere está más que maravillada. Los almacenes alcanzan a cubrir una manzana completa. Toda clase de cosas venden ahí. Cada departamento está repleto de compradores.
- Ávia mira cuántas cosas! - exclama sorprendida mientras recorren algunos de los pasillos tomada de la mano de su abuela. Pasan por la sección de perfumería, dónde la señora Emma compra una linda botellita con forma de rosa - huele delicioso ávia - rocía un poco sobre ella - vamos hay que ir al área de juguetes! Quiero una hermosa muñeca! - jala del vestido de su abuela apresuradola. Ambas, acompañadas por sus doncellas, quienes también están encantadas con el lugar, incluso comprándose algunas baratijas.
Por fin llegan al área de juguetes. Era un paraíso para Tere, quién recorría t el lugar, señalando todo cuánto le fascinaba - Ávia! Mira que bonita! - lo que más había gustado a la pequeña era una casa para muñecas tallada en madera de dos plantas, era de la altura de la pequeña. Buscarlo y eligieron los muebles para la peuqeña propiedad, que sería el regalo de cumpleaños.
La casita y los muebles fueron empaquetados con cuidado y llevados al carruaje de la famialia, mientras ellas permanecia recorriendo los almacenes. Vestidos, medias, sombrillas, libros, pipas, tinteros, todo lo que podían imagina lo encontraban en esos enormes establecimientos.
La tarde del sábado paso con ligereza,pues todos disfrutaban del paseo. Tere esta complacida y feliz por su regalo, no deja de contar los minutos de volver a casa y jugar con su obsequio. Pasaron por una heladería, probaron algunos biscochos en la pastelería y comieron en el restaurante con agrado. Fue un cumpleaños increíble.
Después de ello pasaron a visitar a su padre Valentín. Tere no estaba contenta con ello, ella ya quería regresar y jugar con su casa para muñecas, pero su abuela insistió.
Las oficinas donde trabaja el señor Valentín se encuentran en una gran construcción en una de las manzanas de la avenida principal. Siendo una construcción de ya varios años, su aspecto era agradable,ya que había tenido algunas remodelación a través de los años. Junto al edificio se encuentra el teatro, siendo una construcción más antigua que el de las oficinas, está rodeado por algunas casas, una biblioteca y un club para caballeros.
Valentín no estaba muy contento con la vista de su hija y de su madre; las saludo como era habitual. Ha Ian ido ahí por motivo del cumpleaños de Tere, la cuál veía sentada a disgusto en uno de los sillones de la oficina mientras él conversaba algunos asuntos con la señora Emma.
Tere se encontraba aburrida y cansada de estar esperando, y viendo que no le prestan atención, se escurrió fuera de la oficina.
Camino por algunos de los pasillo y corredores, llegando a unas escaleras, que no eran por las que había entrado. Descendió por ellas, no estaban delmtodo iluminadas, así que bajó con cuidado los escalones.
Llegando hasta un amplio espacio que contenía otras puertas. Reviso cada una de ellas para ver qué había en su interior. Las primeras dos estaba cerradas. La tercera tuvo mejor suerte y pudo entrar.
Era una habitación un poco descuidada, tenía un escritorio, un sillón, algunos cuadros y la inmensa ventana de arco por la cuál, al asomarse podía ver una sección del teatro, que se encontraba pegado al edificio.
Aún era demasiado pequeña para poder ir a ver una obra, aunque a ella le encantaba. Deseaba mucho poder crecer para ver alguna presentación. Los hombres y mujeres vestidos en esos elegantes trajes; resultaba sin duda un sueño encantador para ella.
La puerta de la oficina se cerró de pronto. Tere se sobresaltó. Se habia quedado admirando el teatro que no se percató de cuánto tiempo llevaría mirando.
Miró en todas direcciones, las cortinas se movían. Seguramente había sido el viento que la cerró.
Decidió mirar un poco más hacia el teatro y seguir imaginando historias increíbles. Ella sin duda se volvería una actriz para trabajar en ese lugar y así, podría formar parte de aquél palacio de maravillas.
Mientras miraba hacia el lugar, la silueta de una persona apareció en uno de los balcones que quedaban de lado hacia el edificio donde ella se encontraba. Una joven de cabello rubio como el de ella, miraba hacia las calles con atención. Era una bonita mujer, que portaba un vestido amplio de color violeta, su cabello se encontraba trenzado y caía por su espalda.
La joven levantó la vista y miró a Tere en la ventana, entonces en un suspiró apareció junto a ella.
Tere no se asustó, pues a diferencia de otros que había visto, ella tenía una sonrisa amable. Sus ojos color ámbar la hacían ver aún más linda. Le recordaba a las princesas en los cuentos medievales, su ropa era similar a la que había visto en una ilustración.
La joven La saludo realizando una reverencia sumamente teatral. Tere devolvió el gesto emulando su saludo cuando la puerta del lugar donde se encontraba se abrió, era su abuela Emma.
La joven saludo del mismo modo hacia la recién llegada para después desaparecer como nube de vapor.
- Hiciste una nueva amiga - dijo la señora Emma, mientras estiraba hacia su nieta su mano para que ésta se acercara hacia ella. La pequeña le sonrió, corrió y tomo su mano.
- Era muy bonita ávia - mientras salían de aquella oficina la señora Emma volvió a mirar hacia el interior de la habitación. Un hombre vestido en arapos sostenía en su mano una cuchillo del cuál la sangre escurría. Éste volteó mirándola a ella. La mitad de su rostro había desaparecido, en su lugar había un horrible hueco. Un disparo resonó en su cabeza que la hizo estremecer, entonces el hombre se desvaneció - Verdad ávia? - escucho la voz de su nieta, eso la hizo volver. La pequeña la miraba con curiosidad, miró en dirección de dónde había estado viendo pero sólo estaba los viejos muebles abandonados.