<Capítulo Nº1>
- ¿¡Podrías apurarte?! –dije, golpeando con fuerza la puerta del baño. - ¿Acaso estás dando un concierto en la ducha o qué?
Suspiré. Esto de compartir baño con un chico que tarda más de veinte minutos en acomodar su cabello no me hacía nada de gracia.
Él abrió la puerta, haciendo que perdiera un poco el equilibrio porque mi espalda estaba apoyada contra ésta.
- Parece que has perdido tu paciencia, Ashley. –rodé los ojos y cerré la puerta en su cara.
Espero haber dado en su nariz.
Dejé mi ropa sobre la tapa del baño y me desvestí, una vez el agua estuvo lo suficientemente tibia, me metí en la ducha y me relajé al sentir el calor de ésta en mis músculos.
Cómo nos quedaba poco tiempo para ir a la escuela, me duché rápidamente. Mi ropa no era nada de otro mundo, tenía unos jeans negros rasgados en la rodilla y una sudadera azul, sequé rápidamente mi cabello castaño y lo amarré en una coleta para luego ponerme algo de rímel y delineador.
Una vez estuve lista, salí del cuarto de baño y me metí a mi habitación, terminando de acomodar mis cosas y colgando mi mochila en mi hombro tras ponerme mis irreemplazables vans.
- ¿Estás lista? –preguntó Nathan, una vez salí de mi habitación. Asentí con la cabeza y bajamos las escaleras.
Mamá estaba desayunando un plato con frutas y Gregg bebiendo un... ¿café? Mientras veía las noticias en su teléfono.
Ya nadie compra el periódico.
- Adiós mamá. –ella me besó la frente.
- ¿No van a desayunar nada? –preguntó Gregg, separando sus ojos del teléfono.
- Se nos hará tarde, papá. –respondió Nathan. Sacudí mi mano en forma de despedida a Gregg y él me sonrió. Una sonrisa cómo las de papá, una sonrisa paternal.
Me metí al auto de Nathan, él ya iba a la universidad y yo estaba en mi anteúltimo año, este año tendría mi fiesta de dieciséis.
No era nueva en la escuela, todos allí me conocían al igual que mi situación. Mi mejor amigo, Daniel, se había acostumbrado a que me fuera por unos meses y volviera luego.
- Pasaré a recogerte apenas salga de la universidad. –me dijo y asentí con la cabeza, despidiéndome de él.
- Adiós, hermanito. –dije de manera burlona y él rió, cerrando la puerta de su auto.
Entré en la escuela, sentí varias miradas sobre mí pero no me importó. No era de las más populares, pero algo era.
Pasé por la dirección para recoger mis horarios y no me sorprendió ver a Daniel ahí. Si bien era algo parecido a un nerd, siempre se metía en problemas.
- ¡Ashyyy! –reí cuándo me envolvió con sus brazos. Le correspondí el abrazo, sintiendo cómo me besaba la cabeza. – Lamento no haber podido verte apenas llegaste, sabes cómo está mamá y...
- No debes darme explicaciones, Dan. –dije con una pequeña sonrisa. – Dos meses es poco tiempo en cuánto a lo que no te he visto antes. Él sonrió antes de poner sus manos en mis hombros y acariciarlos.
- ¿Cómo estás tú? ¿tu padre?... –preguntó con interés.
- Tengo muchas cosas que contarte. –dije, tomando su mano.
Me entregaron mi horario y tenía las mismas clases que Daniel excepto por la de educación física. Me senté en uno de los últimos pupitres, cómo acostumbraba a hacer, y comencé a hablarle a Dan acerca de mi padre.
- Señorita Jackson. –levanté mi cabeza al escuchar la voz de la profesora Medson. – Veo que ha regresado con ganas de parlotear.
Sonreí e hice un gesto militar. Ella negó con la cabeza con una pequeña sonrisa antes de voltearse hacia la pizarra y comenzar a anotar.
- Me terminas de contar en el descanso. –asentí ante las palabras de Daniel y comencé a copiar lo que decía la pizarra.
Había extrañado esta cárcel.
Editado: 17.06.2021