Hermandad de Sangre

Capítulo cuatro I

Parte 1

Temores.

 

¿Qué es lo que más temes? Si, ya sabes… lo que hace que tus pulmones se detengan, por lo que podría ser minutos u horas. Que tu corazón corra tan rápido, que sientas que está por salirse de tu pecho. Que tiña tu piel de blanco, cuando estas en esa situación… yo le temo a la incomprensión humana, a la ignorancia. ¿Sabes por qué? Porque cuando ignoramos algo, es cuando reaccionamos de la forma más estúpida posible. Actuamos peor, que los animales. Ellos lo hacen por temor o hambre, nosotros por estupidez.

 

Lucían  prometió enseñarme algunos trucos, que él mismo es capaz de hacer.  Puedo moverme preternaturalmente, controlar la mente de alguien. Pero hay cosas que debería poder hacer, solo que no sé cómo lograrlo…

 

¿Cómo hago que cosa?

 

El control mental a distancia, pues para ello se requiere un filtro. Pues, por decir a través de ti, podría controlar a alguien cerca de ti. Para que hiciera lo que yo quisiera.

 

¿De lujo? Si, claro. Eso te gustaría poder hacerlo tú.

No voy a controlar a nadie, solo porque te incomode. Bueno, quizá solo a ti.

 

Ahí algo sorprendente que no te he dicho, estaba esperando poder decírtelo antes. Pero, no se había dado la oportunidad… Lucían  me hablo de tres Lobos de la primera línea de descendencia, que él oscuro había puesto a su cargo. Tres seres que llevan en sus venas la misma sangre que yo.

 

Lo increíble es que me emociona conocer cosas de mi pasado que no recuerdo, o cosas que ignoraba por completo. Me hablan de mi abuela, a quien ya no recuerdo. De tiempos de antes de que mi abuelo se casara con Lyubov, mi abuela. Yo nunca supe porque el fundador de la Hermandad de Sangre, cedió el liderazgo, aunque bueno este recayó en cada uno de los Hermanos.

 

Él entreno a un sinfín de guerreros, que posteriormente pertenecieron a la Hermandad. También me dijo, que cada Hermano. Sin importar su raza, era por lo menos diez veces más fuerte, más rapido y hábil. Que el resto. Porque la sangre de la Gran Magia, era una de las fuentes del Sectum de la Hermandad.

 

Él cree que el Sectum de las razas de sangre, era igual de poderoso, pero que la Gran magia les controlaba. Restándole poder, no quería que nadie se saliera de sus límites. Dice que puedo ser igual de poderosa que él, porque la sangre del Oscuro corre por mis venas, pero que tengo que hacer un doble esfuerzo, por mi lado materno.

 

Egion está de acuerdo con Lucían , seguramente. Para poder eliminar mi lado furia.

 

No se, podría ser sumamente peligroso. Solo piénsalo, que alguien tuviera el poder de modificar todo lo que eres. Que pudiera quitarte la mitad de tu ser. Lo que te liga a tu madre. Sólo emociones y apellido te uniría a ella. En tu mundo, las emociones son lo más importante… en el mío no.

 

Pero mi lado Furia, es todo lo que me queda de ella. Ya ni siquiera puedo recordar su rostro, su voz o su aroma. No quiero perder lo que aun la une a mí, no importa lo que Egion y Lucían  digan.

 

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La tarde era fría, se estaba acercando el invierno. El viento soplaba con mucha calma, las nubes eran oscuras y espesas. Señal fiel, de la tormenta que se avecinaba.  Los truenos y relámpagos, le precedían, era del tipo de tormentas que hacen que el corazón se estremezca de temor. Todo dentro del pent-house estaba en silencio, podía sentirse la agitación de las personas que lo habitaban.

 

El rey estaba sentado en el escritorio de su biblioteca personal, revisando documentos de sus múltiples negocios. Y algunos correos electrónicos, que había recibido de sus múltiples contactos. Pero hubo uno que atrajo su atención, este contenía una fotografía de un joven no mayor de 15 años. Sus ojos negros, una mirada perdida y su ropa delataba lo mala que había sido su joven vida.

 

Pero en el rostro del pequeño hubo una mota de familiaridad. Si lo que había leído en el mensaje era real, como lo sospechaba. Este joven debía ser ocultado, protegido y adiestrársele, en todo aquello que debía saber. La única respuesta a ese correo fueron dos palabras: ¿Estás seguro?

 

Continúo revisando documentos, cuentas y un sinfín de cosas más que había dejado pendientes. Pero algo le provocaba intranquilidad, aunque no sabía que era, no había logrado descifrarlo.

 

“Lucían ”

 

El grito de Anabeth en su mente, lo tomo por sorpresa.

 

“¿Qué ocurre amor?”

“Es que… no lo sé, solo siento que algo maligno se acerca”




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