Hermosa

Capítulo 6

Bajo el árbol

Ella podía sentir un revoloteo que recorría por todo su cuerpo, ambos estaban tan cercanos el uno del otro que podían sentir sus respiraciones mezclarse, se miraban mutuamente a los ojos y sin apartar la vista, los dos comenzaron a acercar sus labios, no había duda, los dos se iban a besar.

Marion de manera instintiva cerró sus ojos al sentir el calor que Theodore emanaba y le recordó la primera vez que estuvieron juntos, ese toque, esa esencia, esa calidez, ese contacto… todo había sido tan perfecto esa vez que le hizo desear a Marion que ambos pasaran el resto de sus vidas juntos, pero claro aquel era un sueño que ella misma había creado. No todo en la vida es color de rosa y con flores, porque las plantas se marchitan y el color se tiñe de rojo.

Sangre, después de días de que Theodore partiera lo primero que recuerda es su cama manchada de sangre, el dolor insistente en su vientre y la fiebre que parecía que la estaba matando, en ese momento una pequeña Marion aprendió que cuando la fantasía se acaba, la realidad te puede golpear de la peor forma posible. 

Regresando al presente y con Theodore sujetándola de la cintura, ella de inmediato y como si su cuerpo quemara se separó del joven Wallach antes de que sus labios se tocaran, se cubrió la boca con una mano y con la otra impactó en una fuerte cachetada en la mejilla del chico. Ambos se quejaron del dolor, para ella en su mano retumbaba el dolor y él podía sentir su mejilla arder. 

—L-lo siento… pero... —Marion empezó a sobar su mano, Theodore la miró sin entender que paso y cuando se acercó, ella de inmediato retrocedió— yo no puedo hacerlo —dijo para después salir corriendo en dirección al interior de la casa.

Procuró no mirar atrás y de ignorar la voz de él que la llamaba. Así que con cada paso se mentalizaba a sí misma que aquello era lo correcto. Estar cercas de Theodore Wallach era peligroso y sobre todo doloroso, hace tiempo ella no había pensado en eso, pero en esos instantes parecía que ese tema no saldría de su mente.

Al entrar a la mansión ella se escondió en uno de los cuartos y desde la puerta logró escuchar los pasos de Theodore, creyó que sí se escondía podría respirar en paz, pero las lágrimas comenzaron a salir, su respiración se volvió pesada, su pecho le dolía y solo así comenzó a hiperventilar, cansada de tantas emociones ella se cubrió el rostro con ambas manos y se permitió soltar lágrimas por un momento.

No sabe cuánto tiempo estuvo ahí, pero cuando se canso de llorar, se levantó se miró al espejo más cercano y decidió volver al mundo.

Camino entre los pasillos y llegó al salón de baile, todo se veía igual a cuando se había retirado, pudo ver como su hermano caminaba a la mitad del salón con un mal gesto en el rostro pero antes de poder seguirlo sintió como alguien la sostenía de la cintura.

—Que bueno que te encuentro, ya me estaba comenzando a preocupar —ella mira a Marcus con sorpresa y él le ofrece una sonrisa —¿Te encuentras bien? Pareces un poco agotada.

Marion lo mira detenidamente y embolsa su mejor sonrisa fingida, pasa una mano por la mejilla del caballero y asiente con la cabeza.

—Estoy bien, solo estoy un poco cansada… creo que no estoy acostumbrada a convivir por tanto tiempo en eventos como este.

—Lamento que no pudiéramos convivir tanto como lo habíamos planeado —ambos comienzan a caminar hacia la ventana más cercana—, pero escuché varias voces encantados contigo, creo que si pudiste disfrutar de la velada.

Marion aumentó su sonrisa fingida y se limitó a encogerse de hombros. Parecía que Marcus la miraba más que de costumbre y estaba segura que era porque ella ocultaba más de lo usual, pero era algo que ninguno de los dos iba hablar, Marcus respetaba su privacidad y ella lo agradecía.

—¿Te gustaría que te llevara a casa? El carruaje estará aquí en segundos.

Marion mira a su alrededor, no mira a su hermano y a su esposa, ni tampoco a Theo, sintiéndose aliviada ella se limita a asentir y ambos se retiran de la reunión. 

Al día siguiente todos los habitantes de la casa Laugmore estaban sorprendidos con la exaltación que demostraba Marion con sus pinceles sobre el lienzo, la miraban desde la ventana que da a la entrada y se preguntaban si ella se encontraba bien.

El pequeño Andrew fue el indicado para llevarle el desayuno.

—¿Por qué el barco se está hundiendo? —Pregunta al dejar la bandeja en la mesita que ella tenía a un lado.

—No se está hundiendo —dice sin verlo—, está pasando por una tormenta.

Su hermano se acerca más a la pintura y ella se detiene, sabe que su hermano no se iría tan fácil ahora que algo tiene su atención.

—Parece que está en problemas.

—Tal vez —mira a su hermano y luego a su pintura—, pero aún no se hunde.

—Sueles pintar cosas más alegres.

—Lo siento si no te gusta —le da la espalda a su hermano y con un pañuelo Marion se quita la pintura que tiene en las manos—, pero no me siento en condiciones para pintar cosas alegres.

—No dije que no me gustara, de hecho creo que es uno de tus mejores trabajos, este dice más de ti.

—¿Y qué es lo que dice? —Marion se detiene y comienza a prestarle más atención a Andrew.

—Que tienes que poner tu barco a salvo —Andrew la mira a los ojos y luego le sonríe—. Nuestra madre me pidió que te avisara que Nathan, Salma y Juliet vendrán a comer para que después de desayunar ayudes a preparar todo.

—De acuerdo.

—Regresaré a dentro.

—Andrew —lo detiene antes de irse—, gracias.

Él solo asiente con la cabeza y regresa a la casa, Marion observa la pintura y piensa en las palabras de su hermano, no sabe en qué momento pero sus hermanos han crecido tan rápido.

Cuando su relación con Thedore término Andrew y Josephine solo tenían 2 años, ambos eran muy pequeños para siquiera recordar su rostro, y hasta estos días ninguno tenía idea de la historia que guardaba ella con el hijo de los Wallach, parecía que toda la familia había tenido un acuerdo tácito de no revivir todos esos amargos recuerdos.




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