Llegue a la universidad y los nervios eran parte de mi cuerpo, ahora que Jacob era mi amigo, o algo así no quería la mirada curiosa de todos en mí, odiaba la atención jamás me había gustado y no la quería. Llegue a mi salón de clases y me encontré con el de brazos cruzados en la entrada.
—Hola burbuja, ¿Cómo dormiste? —rascó mi brazo con fuerza al sentir la mirada de todos sobre nosotros.
—¿Qué haces aquí? —digo observo nuestro alrededor.
—Quería saber como estabas —asiento aun mirando nuestro alrededor. —¿Buscas algo?
—No, es que no me gusta la atención, y estar contigo es tenerla —asiente sonriendo.
—Pues tendrás que aprender a vivir con ello, porque no pienso alejarme de ti, lo siento bonita, pero debiste tener en cuenta eso antes de vomitar mi camisa.
Gruño y me estremezco cuando deja un beso en mi frente y desaparece de mi vista, ¿me toco?, sí, lo hizo y lo peor es que no me produjo nada malo. Meneo mi cabeza para alejar esos pensamientos absurdos de mi cabeza e ingreso a mi aula.
La clase estuvo más. Larga de lo que pensaba y no sabía si era porque estaba pensando en que me encontraría con Jacob de nuevo o por el mensaje que envío mi madre. Salgo con rapidez del aula y corro por el campus para llegar a la carretera y tomar el primer taxi que encuentro.
Media hora después, llego a casa y entro en ella con rapidez en la sala, está mi madre en un mar de lágrimas. Dejo mi mochila caer al piso y me acerco a ella.
—Mamá, ¿qué sucede? —ella levanta el rostro baño en lágrimas y suspira.
—Corrieron a tu padre del trabajo, redujeron el personal y él entró entre ellos, no sé qué vamos a hacer, hija, nos quitarán la casa si no pagamos la hipoteca —niego, porque no permitiré que eso pase, mis padres han luchado mucho por este lugar.
—Eso no pasará, buscaré un trabajo de medio tiempo.
—No, claro que no, no voy a permitir que dejes de estudiar.
—No lo haré, solo conseguiré un trabajo de medio tiempo, yo puedo con ello mamá, confía en mí —asienta sollozando y yo solo acaricio su espalda lo más alejada de ella, no soy muy cariñosa con ellos, no puedo.
Acompañe a mi madre el resto del día, no podía dejarla sola en el estado en el que estaba, pero ahora mismo necesitaba estar sola, por lo que tome mi mochila y salí de la casa dirigiéndome a ese parque en el que solía estar cuando no me sentía bien o tenía algo que pensar.
La lluvia caía con fuerza en el lugar y corro al gran quiosco que tenía el lugar para refugiarme bajo él. Me siento en el piso del lugar y recuesto la cabeza en la pared.
—¿Qué rayos voy a hacer ahora?
—No tengo idea, pero creo que estar mojada no te ayudara a pensar mejor, ¿no crees? —exclama Jacob apareciendo, por un lado, del quiosco.
—¿Qué haces aquí? —digo abrazándome con fuerza.
—No te vi el resto del día en la universidad y pensé que estabas enferma, pase por tu casa y tu madre me dijo que siempre que no te sentías bien estabas aquí, ¿qué sucede burbujita?
Suspiro cerrando los ojos y sintiendo como el frío cala por mis huesos.
—papá se quedó sin trabajo, si no pagamos la hipoteca nos quitarán la casa, necesito conseguir un empleo —indico con un fuerte suspiro al final, esto me está superando.
—Yo puedo ayudarte con eso —abro los ojos para mirarlo confundida.
—¿Qué quieres decir con eso?
— Tengo una pequeña empresa, era de mi abuela, pero cuando murió me la dejo a mí, así que llevo con ella más de tres años, no es nada grande, pero estoy necesitando una química y sé lo buena que eres.
—¿Cómo se llama? —exclamó sorprendida.
—Rojo carmesí —abro la boca porque no puedo creer que él sea el dueño de la empresa de domésticos más grande del país.
—¿Me estás tomando el pelo? —niega sonriendo.
—-No, estoy hablando muy en serio, burbujita, yo necesito una química y tú necesitas el empleo, que mejor que unir fuerzas, puedes organizar el horario de la universidad para que estés medio día en la empresa.
Estoy en schok, aún no salgo de mi asombro de saber que él es el dueño de ea gran empresa, jamás lo imagine, pero ahora mismo eso es lo que menos importa, lo que en realidad importa es la oportunidad que me está brindando, puedo pagar la hipoteca y también conseguir el conocimiento que esa empresa me brindará.
—¿Entonces?, ¿Aceptas? —asiento sin pensarlo dos veces.
—Sí, acepto—sonríe y se levanta largándome su mano.
—Bien, entonces ahora vamos por una taza de chocolate caliente, le diré a mi secretaria que te envíe el contrato para qué lo lees y firmes, empezarás mañana si puedes.
—¿Mañana?
—Sí, ¿Algún problema?
Me rasco el brazo y él suspira tomando mi mano, siento una fuerte corriente que me recorre todo el cuerpo, no entiendo por qué con él me pasan estas cosas, pero ahora mismo lo que me la necesito es pensar en eso.
—Sé que no es fácil para ti el estar rodeada de personas, pero debes aprender a vivir con ello, porque si no lo haces, no podrás vivir como quisieras, ¿entiendes eso? —asiento.
—Lo sé, Jacob, pero no es tan fácil como lo crees, no entiendo contigo porque me es fácil, no siento repudio o algo parecido cuando me tocas, ¿por qué? —le pregunto como si él supiera.
—Soy irresistible —ruedo los ojos haciéndolo sonreír —. No sé por qué sucede eso, pero es una señal, así que te ayudaré para que te adaptes bien a tus compañeros de trabajo, ¿Está bien?
—Sí, lo está y te lo agradezco.
Dejamos el lugar y buscamos una cafetería cerca a la casa para poder tomar algo caliente, lo que menos quería era tener que dejar el empleo o la universidad porque estaba enferma. Tomo asiento en una de las sillas del fondo esperando a Jacob que tomo asiento frente a mí con dos vasos en su mano.
—Chocolate con crema de leche.
—¿Cómo sabes que lo tomo así? —indico sorprendida, él en realidad parece que me espía o algo así.