《Me encanta verte》

Cap 17

Renata

Al entrar a la casa veo a mi mamá cruzada de brazos, se acerca a mí y me da una cachetada, mi mejilla arde de lo fuerte que impactó su mano... Ahh, no sé crean,  mi madre jamás me ha pegado, a veces siento que soy masoquista al pensar este tipo de cosas, pero en fin..

 Al verme entrar me abraza muy fuerte, mientras mi padre y hermana me observan detenidamente y es en estos momentos cuando me gustaría leer los pensamientos de las personas.

Mi madre siente un gran alivio al verme, no me imagino lo preocupada que estaba al no encontrarme y yo sin dar señales de vida, pero seamos sinceros, no tengo celular, pienso en decirlo, pero sé que no es el momento.

Cenamos, al terminar  mi hermana y yo nos vamos a nuestras respectivas habitaciones, mientras mis padres se van al despacho a trabajar.

Ya me quiero dormir, pero me doy cuenta que tengo tarea, una maldita frustración aparece en mi cara.

¿Por qué dejan tarea?  ¿Por qué los profesores no son conscientes de que tenemos mejores cosas que hacer? 

Me despierto al escuchar la alarma sonar, la apago, me levanto casi durmiendo y me meto a bañar.

Mientras el agua caliente cae por todo mi cuerpo, lo que pasó ayer invade mi mente y es ahí donde me doy cuenta de que no me cuidé, mis ojos se abren en su máximo esplendor.

Carajo. 

¿En dónde tenías la cabeza? 

Me termino de bañar rápidamente, me cambio para ir a la escuela y bajo casi corriendo,  necesito comprar la pastilla, estoy a punto de irme, pero mi mamá dice que debo desayunar, así que lo hago  prefiero evitar una discusión y perder más tiempo.

―¿Cómo te fue ayer? ―pregunta mi madre ―¿Aprendiste algo? ―sonrío.

Si supiera todo lo que aprendí...

―Sí, no mucho, pero algo es algo —respondo refiriéndome al tema que me enseñó antes de que terminaramos en la cama.

―Me alegra porque ya vienen los exámenes y no me gustaría que los reprobaras.

―Roberta  —mi hermana la mira ―¿Terminaste la exposición? ―asiente ―bien.

Mi hermana es muy inteligente y la verdad me hubiera gustado que ella naciera primero, así me explicaría lo que no entiendo de la escuela, pero por alguna extraña razón, yo nací primero.

―Mamá, el desayuno estuvo muy rico ―me levanto y me voy a lavar los dientes ―me voy ―comento cuando regreso del baño.

―Renata, ¿por qué tanta prisa? ―su pregunta me toma por sorpresa.

―Bueno...es...yo...tarde...―mi madre arquea una ceja, ni siquiera yo sé lo que dije, voy a la sala y guardo mis cosas, ayer Roberta me pidió algunos plumones, lapiceros, tijeras y pegamento para hacer su trabajo y olvidó guardarlos.

―Mi vida ―escucho la voz de mi padre detrás de mí ―¿Qué pasa? ¿Por qué tienes tanta prisa?

―Necesito pasar a una farmacia antes de ir a la escuela ―comento mientras recojo unos plumones que están en el piso.

―¿Por qué?

―Porque no quiero que seas abuelo, suficiente tenemos con Diego, ¿no crees? ―los ojos de mi padre expresan sorpresa.

―¡Renata! ― replica haciendo que mi madre nos mire desde el comedor ―¿Ayer tú...? ―asiento ―lo sospechaba cuando te vi, pero preferí hacerme el tonto.

―¿Qué pasa? ―pregunta mi madre quien está enfrente de nosotros, ambos nos miramos.

No quiero que mi madre se entere porque para ella la primera vez es muy importante, pero yo no pienso igual, supongo que por todo lo que ha pasado.

Les voy a contar un poco.

Yo tengo una prima, ella conoció a un maldito asqueroso, al que le llamaba novio, la trataba muy mal, le decía de cosas, la humillaba, incluso en una ocasión le lastimó el brazo, este asqueroso se llama Mario, yo no entiendo como es que cada que él la llamaba ella estaba disponible sin importar la hora.

Una vez yo me quedé a dormir en su casa y me levanté al escuchar un celular sonar, ella contestó y Mario le dijo que pasaba en una hora por ella, ¡Eran las tres de la mañana! ¿Qué carajos? ¿Acaso era un nahual? Mi prima se metió a bañar y se arregló.

Su mamá siempre que se iba se angustiaba mucho, era una mujer mayor y ya no estaba para esto, pero no hacía nada al respecto, creia que suplicandole que se quedara lo haría pero no, no le importaba ver a su madre en esa situación.

Era triste ver a su hija de dieciocho años con un tipo de 25 sacándola a las tres de la mañana de su casa.

Duraron mucho tiempo así, terminaban, regresaban, terminaban, regresaban, era algo de nunca acabar, su mamá la justificaba diciendo que él fue el primer hombre en su vida y a mi eso se me hizo tan estúpido, aún  recuerdo sus palabras.

"Entiéndela, él fue el primer hombre en su vida, eso siempre te va a marcar"

¿Entenderla? ¿Acaso mi tía estaba loca? Así sea el primer hombre en tu vida no tienes porque regresar si te está haciendo daño.

Lo peor no acaba ahí, él muy imbécil embarazó a una chica de diecisiete años, le pidió perdón a mi prima de rodillas ¿y adivinen quien lo perdonó? Así es, ella, Mario es un maldito cobarde, le dijo que no sé iba a hacer cargo de ese hijo y a mí me hirvió la sangre, yo sé que la chica que embarazó ni siquiera la conozco, pero por favor, debiste pensar en eso antes de acostarte con ella.

Lo último que supe fue que los padres de la chica lo querían obligar a casarse y con respecto a mi prima no sé que pasó, perdí el contacto con ella.

Por eso y por muchas historias en mi familia, me mentalice que la virginidad no es importante y que el amor es una maldita shit.

Muchas veces le he dicho a mi madre que para mí la virginidad no es importante, pero ella siempre se empeña en demostrarme lo contrario.

―¿No piensan decir nada?  —cuestiona mi madre cruzada de brazos.

―Renata tiene gastritis y vamos a comprar a la farmacia un medicamento, por eso ya se quiere ir.

―Pero yo tengo en la casa algo pa... 

―El medicamento que yo le voy a comprar es más rápido y efectivo ―termino de guardar mis plumones en mi mochila ―nos vemos ―le da un beso en los labios a mi mamá y empezamos a caminar ―Roberta, ya vámonos ―toma su mochila y salimos de la casa.