Cap 23
Renata
Ayer por suerte mis padres no discutieron aunque debo decir que ganas no le faltaron a mi mamá, pero por Roberta decidió guardar silencio y cenar en paz.
Hoy es viernes y tengo a Diego entre mis brazos, se lo enseño a la directora y me dan ganas de dejarlo en un arbusto y decir que lo perdí.
Espero que pronto se le olvide esta tontería.
Estoy en la última clases y es cálculo, debería ser cocina pero el día de hoy la profesota Lorraine tampoco vino así que la directora no nos quiso dejar salir temprano y nos añadió la clase de cálculo, lo bueno es que no vamos a trabajar, solo vamos a revisar el examen.
El profesor resuelve los ejercicios con ayuda de los más inteligentes, que son los únicos que participan, al final dice "ya ven, no estuvo tan difícil"
¡Por favor! ¡No sea Ridículo! El que usted sepa hacerlo no significa que yo también, fue el examen más estresante que he tenido, bueno, creo que eso es porque es el primero que hago yo sola.
La clase acaba de terminar, a cada uno le da su examen antes de salir del salón, ya todos salieron menos yo.
¿Ahora que hice?
—Señorita Symanski —me levanto de mi asiento y camino hasta su escritorio.
—Pensé que ya se había olvidado de mí —el profesor sonríe.
—Aquí esta su examen —dice mientras sostiene las hojas entre sus manos —debo admitir que me sorprendió
—¿Reprobé otra vez? —niega —¿Aprobé? —asiente y yo no lo puedo creer —o sea que... ¿Usted se sorprendió porque pensó que no lo podía lograr?
—No quise decir eso —dice un poco arrepentido —lo que quiero decir es que las asesorías con Amaury han servido bastante, felicidades, sé que se esforzó mucho.
Las palabras del profesor hacen que una sonrisa se dibuje en mis labios, jamás un profesor me ha dicho algo así, debo admitir que se siente bien.
Me entrega mi examen, recojo mis cosas y salgo del salón, veo a Mau sentado en una banca, tiene la vista en su celular, pero la levanta y nuestras miradas se encuentran.
—¡Pasé! ¡Pasé! ¡Pasé! —grito mientras corro hacia donde él está.
—¿Puedo? —pregunta mientras extiende sus brazos.
—Está bien, pero que sea rápido —me abraza y me levanta —Pensé que esto solo pasaba en las películas —Mau sonríe y me baja.
—¿Puedo ver? —le entrego mi examen y lo observa —yo sabía que lo podías lograr.
—¡No lo puedo creer, es mi primer siete! — comento emocionada y una sonrisa se dibuja en sus labios.
—¿De verdad te sientes feliz por un siete? —cuestiona una voz que reconozco perfectamente, me doy la vuelta y me encuentro con la cara de Galilea —pobre de ti, celebras una calificación tan mediocre.
—¿A ti que más te da si yo celebro esta calificación? ¿Qué te importa?
—Renata, pobre de ti, ¿así a donde vas a llegar?
—Muy lejos, recuerda algo, a ti te tocó ser lista en la escuela, pero a mí me tocó ser inteligente en la vida.
Con esas palabras la dejo, me doy la vuelta y camino hacia la salida, Galilea no va a arruinar mi felicidad, me detengo de inmediato, yo estaba con Mau y lo dejé no sé donde, me doy la vuelta y lo empiezo a buscar.
—Aquí estoy, siempre lo estaré —susurra en mi oído, me doy la vuelta —¿Nos vamos? —asiento y empezamos a caminar en dirección a mi casa.
Luego de varios minutos llegamos, saco las llaves y estoy por abrir pero la voz de Mau hace que me detenga.
—¿Qué dijiste?
—Renata, te espero aquí afuera, haces la maleta y nos vamos —lo miro confundida.
—¿Irnos? —asiente —¿A dónde?
—Lo olvidaste.
—Sí, no sé de que hablas.
—El día que tuviste reunión familiar te dije...
En ese momento lo dejo de escuchar y a mi mente viene la conversación que tuvimos.
—Necesito que me acompañes a casa de Marcus.
―Está bien, pero vete.
―No me entendiste, te estoy informando que vamos a pasar juntos el fin de semana, aunque todavía no sé cual fin de...
No puede ser.
—No estás hablando en serio, ¿verdad? —lo miro y su expresión es de "¿Tengo cara de estar bromeando?" —¡Carajo! —sonríe —¿Lo dejamos para otro día? —niega —Por favor... además no pedí permiso y no creo...
—Yo pienso en todo y le pedí permiso a tus padres, así que vamos.
—¿Hablaste con mis padres?
—Sí.
Es realmente increíble como encuentra el modo de salirse con la suya, me quedo pensando y en ese momento se abre la puerta, mi padre nos mira atentamente.
—¿Por qué no entran?
—Mau me dijo que habló contigo y con mamá, ¿es eso verdad? —asiente —¿Y le dijiste que sí?
—Le dije que nosotros te damos permiso pero la decisión es tuya —Pienso antes de dar una respuesta —¿Quieres ir? —miro a Mau y él sonríe, puedo notar que está nervioso, piensa que voy a decir que no.
—Voy a ir —digo finalmente —Ahora vuelvo, voy por mis cosas —entro a la casa pero regreso —¿Quieres pasar? —niega —bueno —vuelvo a entrar y voy directamente a mi cuarto, busco en mi closet la maleta más pequeña que tengo, la tomo, la abro y la coloco en la cama. Empiezo a guardar lo necesario cuando alguien entra.
—Quería... —se detiene al verme —¿Qué haces? ¿A dónde vas? —dejo de hacer lo que estoy haciendo y la miro.
—Que sea la primera y última vez que entras a mi cuarto sin tocar, ¿okey? —asiente y vuelvo a lo mío —estoy haciendo la maleta, voy a pasar el fin de semana con un amigo —respondo a sus preguntas.
—Bueno —termino de empacar y salgo de mi cuarto —¿Qué le digo a mi tía?
—Dile que me fui con Mau, bueno, no le digas nada, ya está al tanto de todo.
Salgo de la casa, veo a mi padre y Mau riendo, sus espaldas están retrancadas en un auto blanco con vidrios polarizados.
Ver a mi papá y al Emperador juntos es raro y luego los dos cruzados de brazos me hace pensar en la teoría que me planteé el día que nos enojamos.
No, no puede ser su hijo.