Hermosa Irreverente

《Quiero que solo pase contigo》


Cap 24

Emperador
 


Renata nos deja solos y al primer insulto que suelta la interrumpo, no voy a dejar que hable mal de ella, así qué le pido que cambie de tema o me voy.

Y termina sacando lo nuestro, lo que tuvimos, el enojo que siente al verme con alguien más.

¿Con que derecho me reclama cuando fue su culpa que terminaramos? 

Realmente esto me parece absurdo en toda la extensión de la palabra.

Suelto un suspiro cuando cambia el rumbo de la conversación y comienza a insultarla.

—De Renata no vas a estar hablando.

—Ya deja de defenderla —dice cansada —no es tan especial para que...

—Lo es y es perfecta ante mis ojos.

—¡Por favor!

Vuelve a hablar mal de ella, yo no pienso escucharla, empiezo a caminar para irme pero me detiene.

—No voy a escuchar como hablas mal de Renata así que...

—Solo deja que saque todo lo que tengo en contra de ella.

—¿Tú crees que voy a escuchar hablarte mal de Renata solo para que te sientas mejor? 

—No voy a dejar que te vayas si no me escuchas. Entiéndeme, necesito sacar esto.

—En ese caso ve y cuentaselo a la pared, te aseguro que te va a escuchar, además no es la primera vez que hablas con ella.

—Te lo estoy pidiendo.

—Ya te dije que no.

—¡Lo tengo! —la miro sin mucho interés —yo hablo mientras tú escuchar una canción, solíamos hacerlo cuando eramos novios.

—No le veo caso.

—Todos ganamos, tú escuchas una canción y yo te tengo de frente diciéndote lo que pienso, acepta y no te vuelvo a...

—Acepto y te vas de la casa de Marcus. —tuerce sus labios al escucharme, aquello no le gusta —tienes cinco segundos para responder.

—¿Por qué quieres que me vaya? 

—Porque no hay alguna razón para quedarte.

—Es por ella, ¿verdad? 

—Y por mí, quiero que se sienta cómoda y contigo aquí, eso no va a pasar.

—Está bien —dice finalmente. Saco mi celular y busco en los bolsillos de mi pantalón unos auriculares inalámbricos,  me los coloco, pongo la canción que Renata cantó en el auto, le subo casi todo el volumen 

—Ahora sí, dime todo lo que tengas que decir —creo que aquello se lo grité.

Veo sus labios moverse, por accidente tira una cuchara al piso, la levanta y continúa hablando, lo mejor de todo es que no escucho nada de lo que dice.

Frunzo el entre cejo al ver a Renata enfrente de ella, así que me quito los auriculares.

—Si vas a hablar de mí que sea en mi cara. Sí tanto te gusta que yo sea tema de conversación, aquí me tienes enfrente, para que me digas toda esa mierda que sale de tu boca.

—Ya dije todo lo que tenía que decir.

—¿Y no lo quieres repetir? —niega —aprovecha que me tienes enfrente.

—Renata... —pongo mi mano en su brazo para tratar de calmar la situación, pero la quita y volte a verme

—Y tú vete a la mierda.

Aquellas palabras me sorprenden. ¿Qué hice yo? 

Empeizan a hablar y al escucharla me doy cuenta del error, antes de que pueda hablar se va.

Voy tras ella pero Eira me toma del brazo para detenerme.

—Sueltame.

—Déjala sola.

—No te metas —me suelto de su agarre y continúo mi camino pero se pone enfrente interfiriendo con mi paso.

—Deberías dejar las cosas así, no vale la pena arreglarlas. ¿no viste como te habló? 

—Sí, claro que lo noté, pero Renata piensa que dejé que hablaras mal de ella y yo ni siquiera sé que dijiste.

—Déjala, tú  y yo podemos...

—Quítate de mi camino o te juro que la forma en que te voy  quitar no te va a gustar —se hace a un lado al esuchar mi tono de voz —cuando regrese no te quiero ver aquí, ¿te quedó claro? —asiente.

Salgo de la cocina y me cruzo con Marcus.

—¿Qué pasó? —me pregunta preocupado —Renata se fue.

—¿Te dijo a dónde? 

—No, pero te dejó un mensaje —asiento, ya me imagino.

—¿Y cuál es? 

—Que te vayas al infierno.

—De acuerdo, ahora regreso.

Salgo de su casa y voy detrás de ella, no pudo haber ido muy lejos.

La busco y no la encuentro, ¿es posible que haya caminado rápido?

Sigo recorriendo las calles y no la veo, me detengo en una tienda 24/7, trato de recuperar el aire que acabo de perder, la tienda tiene un letrero muy luminoso que dice algo en ruso o chino, volteo hacia mi izquierda y la veo, está cruzando la carretera.

—¡Renata! —grito mientras corro hacia ella, no sé detiene y estoy seguro de que me escuchó —Espera —logro alcanzarla y la tomo del brazo.

Se da la vuelta y cuando nuestras miradas se encuentran, noto que su semblante no es el mismo que cuando llegamos, está decepcionada.

—Renata...

—Te dije que te fueras a la mierda.

—Tambien al infierno, entonces no supe a donde irme.

—Eres un idiota —al escucharla me doy cuenta que tengo la posibilidad de aclarar las cosas.

—¿Me quieres contar?

—¿Y todavía preguntas?

—Dime.

—Dejaste que hablara de mí como se le dio la gana, yo me puedo defender sola y lo sabes, pero por respeto y educación hubieras dicho algo y no lo hiciste.

—Te voy a explicar.

—No te estoy pidiendo que lo hagas.

—Pero lo voy a hacer porque no quiero que pienses algo que no es, no quiero que tu cabeza se dañé sobre pensando en porque yo hice o no hice algo.

Le explico detalladamente lo que sucedió antes de que ella entrara y niega al escucharme, se le hace difícil de creer y la entiendo, es absurdo.

—Ni siquera sé lo que dijo ella.

—¿En qué momento se te ocurrió aceptar algo tan estúpido? 

—Lo hice para que dejara de molestar.

—Necesito pensar.

—Entonces me voy, ¿unos diez minutos te parecen bien? 

—Sí —la veo alejarse y yo simulo que voy a otro lado.

Cuando veo que se dirige al parque y se sienta en una banca, logro estar tranquilo.



#1933 en Novela romántica

En el texto hay: humor, romace, amor

Editado: 16.08.2024

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