Cap 40
Amaury
Bostezo al tiempo que despierto, debo admitir que dormir junto a Renata se siente bien, las platicas nocturnas sobre cualquier cosa suelen ser bastante entretenidas y curiosas.
He estado quedándome algunas noches en su casa, no quiero dejarla sola, lo que está pasando con sus padres le afecta y lo último que quiero es que sienta que no tiene a nadie, cuando no es así.
Puedo imaginar lo que siente, he pasado por algo similar, pero a diferencia de ella, yo estaba solo, no tenía a nadie, yo mismo tenía que decirme "Todo va a estar bien" y seguir adelante y siendo honestos me hubiera gustado tener el apoyo de una sola persona, pero no voy a entrar en detalles.
Me acerco a ella y le quito un par de cabellos de su cara, sonrío, así parece un ángel, pero cuando está despierta y empieza a hacer de las suyas, es todo lo contrario.
Mi celular comienza a sonar, no tengo que ser adivino para saber que es mi madre, pero ahora mismo no quiero hablar con ella, así que apago mi celular.
Me levanto de la cama y abro un poco las cortinas, el sol entra por la ventana y Renata se empieza a quejar.
—¡Cierra eso! —añade molesta —¡Déjame dormir!
—¿Eres consciente de la hora que es?
—¿Eres consiente que es domingo? —pregunta de mala manera.
—Solo mira tu reloj.
Suelta un grito de frustración y ve el reloj que está en el mueble pequeño de a lado.
—No seas exagerado, son las dos de la tarde —responde mientras bosteza —además ayer me dormí...
—Antes de media noche —le recuerdo.
—Has interrumpido un sueño donde estaba por comer una pizza que se veía muy rica, como de esas que no existen.
Toma unas almohadas y me las avienta.
—¡Cierra la maldita ventana! —esquivo algunas de las cosas que lanza —¡Amaury! —grita mi nombre cuando abro por completo las cortinas, haciendo que los rayos de sol entren por completo a la habitación.
—Te juro que te voy a matar por no dejarme dormir —se quita las sábanas de encima y antes de que pueda salir de la cama, me acerco rápidamente y me subo encima de ella —Quítate o no respondo.
—Relajate un poco.
—Mi sueño es sagrado.
—Okey, me disculpo por interrumpir tu sueño de la pizza —sonríe satisfecha —¿Tú no vas disculparte por algo?
—No he hecho nada malo.
—Escuchame, preciosa, una relación debe ser algo de...
—¿Una relación? —inquiere arqueado una ceja. Con su pregunta logra que me ponga nervioso —Ya, relájate —dice mientras me da unas palmaditas en mi mejilla.
No, no puedo relajarme, porque eso es lo que quiero tener contigo.
Estoy a punto de decirlo, pero me contengo.
—Renata —digo su nombre con seriedad —yo quisiera que tú y yo... —su sonrisa desaparece lentamente, sabe perfectamente el tema que pienso tocar —¿Me permitirías ser...? —la pregunta es interrumpida cuando me quita bruscamente de encima.
Se levanta alejándose de mí y se aclara la garganta.
—Renata, escúchame.
—¿Te parece si nos bañamos? —aprieto mis labios y con desilusión asiento —mira, tu báñate aquí y yo voy a otro cuarto.
No me da tiempo de contestar cuando sale de la habitación.
Sabía perfectamente lo que le iba a decir, por eso huyó.
Una parte de mí se siente mal.
Renata me ha dicho que me quiere, pero eso no me garantiza que quiera tener una relación seria conmigo y me preocupa porque eso es lo que yo busco.
Sé que ahora tenemos un tipo de relación, pero me gustaría formalizar las cosas, sin embargo las dos veces que he intentado hablar siempre termina huyendo y esa es una señal clara de que no quiere lo mismo que yo.
Necesitamos hablar y dejar ambos las cosas que queremos y las que no.
Me meto a bañar y tardo aproximadamente 10 minutos, al salir me enredo la toalla en la cintura, busco en su closet algo de ropa, ya que como paso tiempo aquí, Renata propuso que trajera ropa de mi departamento y fue la mejor decisión, últimamente paso más tiempo aquí que en otro lugar.
Me visto y cuando estoy listo salgo del cuarto.
Camino por el pasillo cuando escucho algo quebrarse, el ruido proviene del cuarto de Roberta, toco la puerta un par de veces hasta que me abre.
—¿Esta todo bien? —asiente pero algo me dice que miente.
—Quiero hablar contigo —se hace a un lado para que pase y procede a cerrar la puerta.
Toma asiento en la orilla de su cama.
—Sé que dominas el francés y... ¿Quiero saber si me puedes dar clases?
—Por supuesto —asiente cabizbaja —dime cuando quieres empezar, hacemos horarios y... ¿Estás segura de que solo eso querías decirme?
—Sí.
—No estás bien y discúlpame si sueno muy entrometido, pero quiero que sepas que si necesitas hablar puedo escucharte.
—Mi hermana dice que no es bueno contarle tus problemas a las personas, porque les estás dando información que pueden usar para lastimarte cuando peleen o en situaciones similares.
—¿Eso te dijo? —asiente —yo no haría eso, si quieres contarme aquí estoy para escucharte.
Se toma unos segundos para pensar, lo que me hace deducir que va a hablar porque necesita sacar lo que tiene dentro.
—Mis papás nunca habían discutido así —dice con tristeza —tal vez se divorcien y todo por culpa de Karoa —noto el enojo hacia su prima —Cuando estamos en la mesa no se hablan, cada quien está por su lado, no duermen juntos, no creo que solucionen esto pronto y menos ahora que mi papá no está —levanta la mirada y veo esos ojos negros vidriosos —Amaury, ¿Puedes darme un abrazo?
Las lagrimas comienzan a salir con aquella pregunta.
Me acerco a ella y la abrazo con fuerza, no con la intensión de lastimarla, más bien con el propósito de quitarle la tristeza y soledad que percibo.
—No le digas a Renata que lloré —dice al tiempo que se separa de mí.
—Lo que tú y yo hablemos es entre nosotros y si tú me pides que no diga nada, no lo voy a hacer, porque tuviste la confianza de contármelo.