ALAN
Lo que me había dicho Dylan con respecto a Agus me dejó pensando mucho, los días siguientes a la visita de su papá ella estuvo algo decaída. Con sus amigas tratábamos de animarla y dejarle su espacio cuando lo necesitaba. Pero el estar tan cerca de ella solo me hacía sentir muchas más cosas cada que la veía y ver que se saludaban en los pasillos con mi hermano me llenaba de dudas. Desde el principio Agus fue clara al decirme que estaba enamorada de mi hermano y a pesar de que quise ayudarla con ese asunto... no pude evitar enamorarme de ella.
—¿Vas a cuidar a mamá? —dice la voz de mi hermano a mi espalda.
Hacía un par de horas que mi padre me dijo que mamá sufrió un accidente en el hospital por resbalar en la sangre de un paciente herido de bala. Necesitaba que uno de sus hijos viajará a casa para cuidar de mamá la próxima semana cuando él tenga que volver al trabajo. Y me ofrecí para cuidarla y también para aclarar mis sentimientos estando un poco lejos.
—Sí, me sirve como práctica el cambio de sus vendas —le respondí sin girarme. Estaba guardando algo de ropa y mis materiales de estudio para no atrasarme tanto.
—También te sirve para escapar ¿Insistes con esa idea de que la invité a salir? —dice mi hermano captando mis intenciones en el aire. No estaba escapando, solo quería un poco de espacio para pensar estando lejos.
—Solo quiero cumplir mi promesa —respondo cerrando con fuerza la maleta. Solo pensar en la idea de James cenando con Agus o viendo películas con ella me repugna, no quiero que esté cerca de ella en un sentido romántico, pero se lo había prometido.
—Al no va a ocurrir nada entre nosotros. No tenemos nada en común y mi historial amoroso tampoco es que le dé seguridad a una chica como lo es Lemus. ¿Tú crees que ella va a querer salir conmigo? —me cuestiona mi hermano tomándome por el hombro para que me girara a verlo.
—Va a aceptar, yo hablaré con ella para que lo haga. Necesito cumplir con mi palabra y dejar de fingir que tenemos citas. Quiero ser más que su amigo Jay, pero tengo miedo de que ella siga enamorada de ti y sé que no voy a soportar ser tu sombra una vez más. No cuando se trata de Agus. —respondo con amargura. Dando un paso hacia atrás caigo sentado en mi cama, mi hermano se para frente a mí y aprieta mi hombro de manera amistosa.
—No eres mi sombra Al. Sacaste lo mejor de mamá y papá, en cambio, yo fui un muy mal hermano y hombre desde que comencé a conquistar chicas. Jamás podría considerar que fueras mi sombra, yo no soy ni la mitad de bueno o gentil como lo eres tú. Sé que Agustina va a saber tomar la mejor decisión, elegirme a mí sería perder y creo que ella tomó su decisión hace tiempo. Solo que aún no lo sabe.
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—Me duele la espalda, no entiendo como puedes hacer esto en cada partido y salir en una pieza —comenta Agus frotando con ambas manos su espalda baja.
—Por eso es que entrenamos tanto y aun entrenando, también corremos el riesgo de lesionarnos. Perdón por taclear con tanta fuerza, me resbalé con el pasto mojado y no pude mantener el equilibrio para evitar caernos al suelo —le respondo tendiendo mi mano para que se levantara. Habíamos estado jugando a pases simples, pero Agus quiso hacer esto un poco más emocionante y propuso que la tackle, pero terminé resbalando y ambos nos caímos al suelo.
—Descuida, estaré bien. No fue buena idea jugar a esto cuando el pasto está húmedo por la lluvia reciente, debo tener el trasero todo lleno de barro y pasto —se lamenta la rubia intentando ver su trasero, pero hizo una mueca de dolor al intentar girar su torso.
—¿Te lastimé? —pregunto acercándome más. Tomándola por los brazos sin ejercer mucha presión, noto como sus ojos azules me miran con dulzura a pesar del dolor.
—No, solo me dio un tirón en la columna —me tranquiliza con una gentil sonrisa —¿Puedes decirme si tengo el trasero sucio de barro? —pregunta con inocencia la rubia dándose la vuelta sin esperar a que le respondiera.
Bajando mi mirada avergonzada a la parte más baja de su espalda, vi como sus vaqueros efectivamente tenían una mancha de humedad y barro. Apartando rápidamente la vista al costado sentí como la sangre se me subía por las mejillas dejándome en completa vergüenza. Pero para disimular ante la rubia me quité la campera para atarla a su cintura, queriendo cubrir la mancha en su parte trasera.
—Esto te ayudará a disimular la mancha honey — susurré contra su oreja. Ella se estremeció al sentir mi aliento chocar contra su oreja y se apartó de mí ajustando mejor el nudo que había hecho sobre su cadera con las mangas de la campera. Al igual que yo tenía el rostro rojo.
—Creo que es mejor dejar de jugar o uno de los dos va a terminar lesionado con el pasto tan resbaloso —comenta la rubia evitando el tema de sus pantalones —¿Podemos ir por un helado, osito? —propone sonriendo, el calor de sus mejillas había disminuido.
—Me parece bien, yo invito —dije comenzando a caminar. Estábamos en medio del campus y muy pocos alumnos nos vieron jugando, todos preferían estar adentro con un día tan gris. —Sigo sin entender tu repentino interés por querer jugar futbol americano —comentó mirando hacia el costado donde la rubia estaba de brazos cruzados por el frío que comenzaba a sentir ahora que no estábamos corriendo.
—Solo quería intentar algo nuevo y hacer algo que te guste a ti —responde acercándose más y enganchando mi brazo con el suyo como si fuéramos dos viejitos paseando por el parque. —Siempre haces cosas que me gustan a mí y nunca hacemos nada de lo que te gusta. Quiero hacer cosas que te gusten, tenemos que tener un equilibrio para hacer cosas que nos gusten a los dos.
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Editado: 22.08.2024