Los demás solo nos quedamos mirando los unos a los otros sin decir una palabra. Después, Ikeonwu, ignorando a todos, caminó en dirección a donde Kijim hasta alcanzarlo e ir detrás de él igualando su velocidad. Anya no tardó mucho en correr hacia donde ellos dos, y tras ella Salex siguiéndola, hasta el final solo nos quedamos Kiara y yo.
Ella solo me miraba y era como si sus labios quisieran decir algo pero por alguna razón no lo hacía, por lo que me obligó a realizar el primer paso.
-Este… -dije agachando la mirada-, supongo es el adiós, pero temporal. No quisiera obligarte o intentar que nos sigas porque no sé qué tan peligroso podría ser, quizá seas más fuerte que yo, pero de igual manera no quisiera correr el riesgo -ella sonrió un poco y respondió:
-En realidad, aunque me hubieras dicho que fuera contigo no hubiera aceptado, no puedo. Debo regresar donde las demás, mi lugar está allí.
-Entiendo -respondí tomándole la mano-. ¿Puedo volver por ti cuando esto termine?
-¿Para qué? -dijo ella, haciéndose un poco hacia atrás sin intentar quitar su mano de entre las mías.
-No me hagas decirlo, es demasiado vergonzoso -le expresé mirando hacia otro lado por la vergüenza de siquiera pensarlo.
-Hazlo -insistió ella en un tono que sonaba curioso y a la vez un poco burlón.
-So-solo diré que quiero volver a verte, es todo -y volteé hacia el otro lado rápidamente.
Kiara ahora no dijo nada, colocó sus manos sobre mi cabeza nuevamente y volvió a acercar su frente a la mía. Al terminar le dije:
-¿Por qué haces tanto eso? -pregunté apenado sin dejar de mirarla.
-Me gusta ver tus recuerdos, son diferentes -mencionó con sus ojos cerrados y continuando con su frente junto la mía.
Después de esa romántica situación (sé que quizá no fue así pero se vale soñar, después de todo es como yo mismo vi esa escena), Kiara se fue en dirección contraria a todos, hacia el sur. Y yo avancé para donde estaban los demás, aunque ya iban bastante adelantados porque los muy infelices, malos amigos, no fueron para esperarme. Corrí hacia ellos hasta alcanzarlos. Anya me dijo en un tono que me causó un poco de gracia por la misma forma, además del mensaje:
-Juraría que estarías llorando en este momento -y al preguntarle la razón de su comentario, aunque no era como que tuviera dudas de la respuesta que daría dijo-: Los ojos lujuriosos que tenías cada segundo que volteabas a ver a Kiara, me hicieron pensar que cuando nos separáramos estarías chillando como niño, pero parece que eres un poco más hombre de lo que pensaba; me alegro, así no tengo que decirle a Ikeonwu que te consuele a golpes.
Me reí de su comentario y, sin querer, le di un golpe pequeño en su brazo a modo de juego. Al darme cuenta vi mi vida pasar por mis ojos tan lento y detallado que juraría que ya estaba muerto, ni tiempo tuve de gritar, al menos hasta que me di cuenta de que en realidad no había sucedido nada; en cambio Anya, se recargó en mi hombro y me dijo algo que jamás espere de ella:
-Si te vas con ella, no me olvides -ya sabía que ella odiaba estar sola, pero en realidad pensé que solamente le importaban los demás Makin, ya que yo apenas había sido elegido por Sahame.
-¿Bromeas? -dije al abrazarla y recargar mi cabeza sobre la suya-. No podría aunque quisiera, loca. Estás pegada en mi corazón como un chicle que llevas en el zapato desde hace 10 cuadras.
-¿Chicle? -preguntó ella.
-Oh, supongo eso aquí no existe. Es algo pegajoso que sirve para masticar solamente, las personas tienden a tirarlo a la calle, por lo que al pasar por encima de uno, sin darnos cuenta se queda pegado a la suela y es un poco molesto quitarlos.
-¿Entonces soy un chicle? -dijo con un toque de inocencia que me dio mucha risa porque en realidad no sabía más que nada de los chicles.
-Así es, eres un chicle -le dije riéndome no muy fuerte -ella solo se me quedó mirando.
-Espero que no me estés mintiendo respecto a lo que es un chicle -solo negué rápidamente con la cabeza y le dije que le había contado la verdad.
Se separó de mí sonriendo, después caminó hacia adelante alcanzando a Kijim y se puso a platicar con él. Ikeonwu, por otra parte, no supe qué vio porque de la nada comenzó a correr hacia la derecha y Salex iba tras él gritándole: “¡Iki espérame!”. Anya los ignoró, Kijim solamente miró y volvió la vista al frente. Me dio un poco de curiosidad saber a dónde iba siempre que se desaparecía así, pero preferí mejor seguir a Anya y Kijim.
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Editado: 14.04.2024