Hielo y Sombra - La guerra del norte

Capítulo 3

Praxius - Palacio de Anakaris

 

 

El alfa y su comitiva se presentaron puntualmente al baile, contrariamente a los delicados y finos atuendos de los demonios de la sombra, los dragones portaban trajes de pieles y cueros de animal, lo que sumado a su gran altura, los hacía verse mucho más salvajes de lo que eran. Eso a ellos les gustaba, ya que no solo resultaba intimidante, sino que atraía las miradas de las damas.

 

El salón era grande, él lo conocía bien, no era la primera vez que participaba de la temporada social. Aunque no era una festividad de su raza, les era útil para tener buen trato diplomático y de tanto en tanto algún dragón conseguía aquí su compañera.

 

Recorrió con la vista el lugar, ya casi todos habían llegado. Los más viejos estaban del lado izquierdo del salón, donde se dispusieron mesas con bocadillos y bebidas, los demás formaban grupos de charla en distintos lugares desde allí hacia la gran escalera de la derecha, por la cual, en ese instante, descendía con gracia la joven princesa.

 

Se veía realmente hermosa, desde su sedoso cabello recogido, delicados rizos caían a los costados de su rostro, sus mejillas se hallaban sonrosadas, lo que le daba un tierno aspecto juvenil. Llevaba un vestido azul, con una costura bajo los pechos, lo que la hacía ver más alta de lo que era.

 

Tan cautivante era la escena de la joven bajando suavemente los escalones que ni siquiera reparó en que iba del brazo de su hermano mayor y que el rey avanzaba delante de ella.

 

Al estar ya ellos en el salón, la música comenzó a sonar. La muchacha abrió el baile junto con su hermano, Dreysha se veía radiante. Pensó que debía bailar con ella cuando notó que no era el único interesado, prontamente un joven caballero la había invitado antes que él.

 

Con este pensamiento en la mente, sin dejar de mirarla, quiso avanzar, pero una mano fuerte, se posó en su hombro. Era Fabien, quien le hizo un gesto de negación con la cabeza haciéndolo razonar sobre su impulso de ir hacia la muchacha.

 

***
 

Dreysha - Palacio de Anakaris

 

 

Despertó extasiada, luego de una noche de bailar y bailar hasta el final de la velada, tanto que se levantó pensando en el próximo baile, que se realizaría en cinco noches. Había conocido muchos jóvenes de otros reinos, caballeros amables; todos habían querido bailar aunque sea una pieza con ella, todos menos Praxius, con quien no había podido cruzar la mirada ni una vez. Siempre estaba de espaldas a Dreysha, con alguna dama colgada de su brazo. Ahora recordaba los comentarios de su padre y su hermano sobre él, que le gustaban las mujeres con experiencia, pero que en esta temporada su beta esperaba que consiguiera compañera entre las doncellas. Él no se mostró interesado en ninguna joven, la mujer que más cerca del dragón había estado la reunión pasada era una viuda.

 

Se levantó a desayunar con su familia, quienes también acababan de levantarse. Al ver a su padre recordó haberlo visto acompañado de la misma mujer toda la noche. Pero prefirió no hacer referencia a ello.

 

—Buenos días, hija—sonrió el hombre.—¿Disfrutaste la velada?

 

—Sí, mucho, gracias padre.

 

—Es por eso que te he traído, para que disfrutes y puedas al menos una vez hacer lo que todas las muchachas de tu edad. Entiendo que es difícil para ti, tener que casarte por un acuerdo realizado antes de tu nacimiento. Debes comprender que nuestros títulos traen consigo responsabilidades. Tú no podrás elegir un esposo como una joven normal, pero tampoco pasarás por las vicisitudes que ellas pasan. ¿Puedes comprenderlo?

 

Se sentía tan feliz que no quiso oponerse, aunque pensaba diferente.

 

—Sí, lo entiendo—respondió metiéndose un bocadillo a la boca.

 

—Bien—continuó con una sonrisa.—Los mensajeros dicen que ya han despejado las rutas de las avalanchas, así que a más tardar mañana, Arelio debería estar aquí.

 

—Está bien, papá—dijo.—Te lo he dicho antes. Me casaré, aunque no sea lo ideal para mí. Puedo tener pensamientos diferentes respecto a como deberían ser las cosas, pero he aprendido el sentido de la responsabilidad con mi madre.

 

—Así debe ser, como una buena princesita—se carcajeó su hermano sentado junto a ella.—Pero te sugeriría que en el futuro te guardes todos tus… diferentes pensamientos.

 

—Si la chica no puede hablar estando con nosotros, que somos su familia, ¿dónde podrá hacerlo?—La defendió su cuñada recibiendo a cambio una gélida mirada de Dinaro.

 

—Hablaré conmigo misma—dijo con sorna,—en mi habitación, cuando ni siquiera Nani pueda escucharme—rió.—Así nadie tendrá que sentirse ofendido por una mujer que piensa.




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