Es una trampa, seguro que lo es... Sonus jamás se había preocupado tanto por mí, pero ahora me encontraba en su habitación, sola, rodeada de armas. Sonus había salido y yo seguía esperando, la habitación no era ni muy grande di muy pequeña, cabía perfectamente una cama, un escritorio, un armario, un gran estante lleno de libros y otro con objetos que no podría identificar, algunos incluso emitían su propia luz cuando me acercaba. Todo era muy extraño, y por alguna razón sentía un enorme deseo de investigar en ese lugar, averiguar un poco más sobre Sonus, conocer su pasado y descubrir sus miedos, cosa que, hasta ahora, se había guardado perfectamente para él.
Me acerqué al escritorio, estaba perfectamente ordenado, sobre él había una pila de papeles en blanco, una pluma fuente, un pequeño retrato que parecía muy antiguo, lo observé de cerca y me pude dar cuenta de que se trataba de Sonus, no podía adivinar exactamente la fecha de la fotografía, pero daba la impresión que ea de las primeras en su clase, de esas en las que tenías que quedarte quieto por largas horas y a decir verdad, se veía muy elegante... Mis ojos pasaron de la fotografía hacía otro lugar intentando no comenzar a apegarme a él de nuevo, por lo que enfoqué mi atención en una lámpara sin gracia y finalmente en una laptop, no me sorprendía que Sonus usara las nuevas tecnologías para investigar, o al menos eso indicaban los papeles amontonados en una esquina, y algunos cuantos que estaban pegados por pared.
Daba la impresión que había escrito algunos demasiado rápido, como si no tuviera mucho tiempo, en algunos incluso, la tinta estaba fresca, pero lo que realmente llamó mi atención fueron tes palabras "Aerolito de Calisto", jamás las había escuchado, sin embargo, no dejaban de repetirse en cada hoja una y otra vez, sin mencionar que Sonus lo había subrayado más de una vez Intenté encontrarle un inicio a todo eso, pero parecía que no lo había, por lo que comencé a leer una hoja al azar.
"Se dice que el aerolito de Calisto fue entregado a los Hijos de la Luna como señal de paz de parte de los Hijos de las Estrellas, hace más de..."
No pude seguir leyendo ya que escuché los pasos de Sonus acercándose, en un segundo volví a sentarme en la cama y desvié la mirada hacia la ventana, en ese momento Sonus entró, parecía preocupado con el cabello alborotado y un poco nervioso, enarqué una ceja preguntándole qué pasaba, pero disimuló al instante, se plantó derecho frente a mí ocultando una mano en su espalda, ladeé la cabeza intentando averiguar qué era lo que escondía, pero no logré ver nada, en cambio, Sonus se agachó hasta quedar a la misma altura en la que me encontraba, lo miré directo a los ojos y por un momento no me parecieron tan obscuros como antes, sin embargo, seguía sin poder distinguir qué era lo que pensaba. Acercó una mano a mi mejilla, sin embargo se detuvo antes de entraren contacto con mi piel y se apartó como si yo misma afuera una llama a punto de quemarlo.
—¿Sabes qué es lo que tienes ahí? —Preguntó señalando la venda que cubría mi brazo.
—una quemadura —respondí.
Él tragó saliva con dificultad, respiró hondo y prosiguió
—Es lo más probable —sonrió—. Solo quiero ayudarte.
Sus palabras eran cuidadosas, como si fuera a esfumarme en cualquier momento. El muchacho me mostró un hermoso frasco de cristal antes de seguir hablando.
—Solo necesito revisar tu brazo y todo estará bien.
Sonus esperó a una respuesta, pero había un nudo en mi garganta, no pude pronunciar nada, simplemente me quedé ahí sentada, casi congelada, mientras veía sus ojos. Sus manos fueron desatando cuidadosamente el vendaje de mi brazo hasta que quedó descubierto. Sus ojos de agrandaron al ver lo que escondía, había una marca, parecía que el fuego aún abrazaba mi piel, su semblante cambió en un segundo.
—Moon... —murmuró.
Me temía este momento, no era una simple quemadura.
—¿Sonus? —pregunté antes de asegurarme.
—Haz sido tocada por el sol.
Sentí como si un balde de agua helada me hubiera caído sobre mí, jamás volvería a ser la misma y jamás podría volver a estar cerca de Sonus. Si alguien llegaba tocado por el sol, o mejor dicho quemado con el fuego sagrado, quedaría una marca para siempre, pero no solo era eso, si algún hijo del sol llegaba a tocarme sentiría un profundo dolor, como cuando me encontré con Sonus, no podría ponerle un dedo encima.
—Tengo que esconderte —declaró.
—No puedes —protesté —. No estoy sola, mis hermanos saben que vine, si no regreso para cuando Luna esté en el firmamento, atacarán, y la guerra empeorará.
—Con eso —dijo señalando el fuego que rodeaba mi brazo—. Podrán encontrarte fácilmente.
—Pronto me iré, estoy segura de que no podrán seguirme por un largo tiempo.
—Moon ¿No lo entiendes? —preguntó irritado—Quien posea el amuleto que te hizo esto podrá encontrarte donde...