Hija De Una Mafiosa © [#2 Mortem]

Capítulo 5.

GRANT

GRANT.

—¿Estás seguro que quieres incorporarte de nuevo?

Levanto la mirada, por unos segundos consigo sostenerle la mirada a esos fríos ojos negros, pero al final la fijo en otra parte. Los vellos de mi nuca se erizan, una reacción de mi cuerpo que me indica el peligro, uno que lleva el apodo de Atheris.

—Sí señora —respondo en un tono seguro, tratando de que ella no note nada que no sea mi indiferencia. Pero por mucho que uno trate de escapar de esos ojos, es como si de alguna forma supieran lo que uno sentía y pensaba.

Era... tan exasperante.

—Bueno, si tú así lo dices, quién soy yo para llevarte la contaría —sonríe de medio lado y con ambos codos apoyados en los antebrazos del sillón de cuero, en el qué está muy cómodamente sentada, me observa fijamente por largos segundos—. Aunque debo de recordarte que no estás obligado a trabajar para mí, Grant. Prometí a Luciano —tu tío— cuidar de ti, pero eso no quiere decir que seas mi esclavo.

—Es lo menos que puedo hacer —respondo, esta vez sí consiguiendo sostener su mirada. La señora Dakota me observa intrigada. Tomo una disimulada respiración, aunque no puedo evitar fruncir ligeramente el ceño al tratar de recordar mi pasado—. Desde que tengo memoria mi tío fue quien se encargó de mí, el que me enseñó todo lo que él sabía de autos, pero sobre todo; nunca me hizo olvidar que usted la única que lo protegió cuando más necesitó protección. Y aunque él ahora ya no está, me encargaré de retribuir todas las deudas que los Caulfield tenemos con usted.

Un silencio un poco tenso e incómodo cae en ese amplio despacho. Estoy seguro que mis palabras aunque no son muy de su agrado, sabe que son sinceras. Yo le debo a Dakota “Atheris” Anderson más de lo que en esta vida sería capaz de pagar. Gracias a ella no fui a parar a un orfanato, o peor aún, a la calle. Y si el que mi tío fuera uno de los exclusivos en alterar autos —así como motos— en el influyente mundo de la mafia, estar bajo la protección de la gran Atheris nos hizo vivir en paz por muchos años. Hasta que hace un año, el cáncer se llevó a la única familia que tenía, a la única que reconocía como la figura paterna que no tuve.

—Luciano era un maldito genio cuando se trataba de autos y motos —musita con la voz ligeramente ronca—. Es una lástima que el mundo de la mafia haya perdido a un genio como él.

Tenso la mandíbula cuando los recuerdos tratan de colarse en mi mente, pero los mantengo a raya. Ahora lo importante es que aunque llevo ya años trabajando con la señora Atheris, como bien dije tratando de contribuir con mis deudas, ahora tras la pérdida de mi tío; es más una forma de sentirme útil. Por no mencionar que volví por otra razón que la de seguir trabajando para la gran Atheris.

—Por cierto —su voz me saca de mis pensamientos. Del asiento individual en el que estoy sentado, levanto la mirada. No puedo evitar fruncir ligeramente el ceño al ver ese brillo malicioso en sus ojos, uno que reconozco más que bien; porque sus dos hijos cuando ponen esa expresión, no agüera nada bueno—. ¿Todavía sigues enamorado de Ariadna?

¿¡Qué demonios!?

No se si aquella maldición consiguió escapar de mis labios, pero de lo que sí estaba seguro es que podía sentir como pasaba de estar paralizado, sudando frío, por la impresión... a sentir como mi rostro se calentaba; lo único que podía significar que me había sonrojado. ¡Maldita sea! ¡Cómo demonios puedo sonrojarme, y en frente de la líder de una de las mafias con más poder de los Estados Unidos!

—No.

La señora Dakota levanta una ceja en mi dirección con una expresión tan burlona, que aumenta el bochorno en mi cuerpo. Algo que no me agrada en lo absoluto.

—No tienes que preocuparte por mí, aunque no diría lo mismo de Drey, se podría decir que es un tanto celoso y sobreprotector —dice lo último con un ligero encogimiento de hombros.

¿Un tanto? Pienso con incredulidad. Desde que la misma señora Dakota me incluyó en su familia, hace ya más de catorce años, he aprendido mucho sobre los Kirchner. Y los celos, así como la sobre protección, no fueron cien por cierto heredado de la parte materna. Drey Kirchner podrá no ser un mafioso, pero temple no le falta.

—Te deseo mucha suerte, Grant.

—¿Suerte? —frunzo con más ahínco el ceño.

—Ariadna es muy testaruda y orgullosa. Creé que puede cambiar su destino por pura fuerza de voluntad, pero lo único que conseguirá es hacerse daño y a los que trata de ignorar.

—¿Por qué me dice esto?

La señora Dakota se mantiene por largos segundos en silencio, al final se encoge de hombros y sonríe ampliamente.



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En el texto hay: drogas narcotraficantes mafiosos

Editado: 09.10.2020

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