Hijo de la Luna

Capítulo 3

“Estar preparado es importante, saber esperar lo es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida.“ —Arthur Schnitzler. 

 

Eran pasadas las once de la mañana, los rayos del sol incandescente golpeaban contra su rostro, haciendo que entre-cerrara los ojos por la luz. 

 Acababa de salir de su cuarta clase del día y se dirigía hacia el edificio principal, dado que el rector de la universidad quería dar un comunicado y a la vez darle la bienvenida a los estudiantes de nuevo ingreso de ese semestre.

Paso por su casillero para dejar las cosas que tenía en la mano. No tendría clase hasta después de las dos así que no tendría problema.

Entre más se acercaba al edificio, con más personas se encontraba. Algunos eran conocidos y otros era rostros nuevos, que supo identificar como los de nuevo ingreso. Saludó a algunos compañeros que no veía desde hace tiempo mientras buscaba a sus amigos. Al no encontrarlos decidió entrar al establecimiento. 

Entró al gran auditorio donde hablaría el rector y se dispuso a seguir buscando a sus amigos. Pasaron los minutos y el salón se fue llenando de gente y seguía sin encontrar a sus amigos, le restó importancia y se ubicó cerca de la pared para esperar al rector. 

Al poco tiempo, el rector Van Der Wall se hizo presente, subiendo por la pequeña escalinata hacia el centro del escenario. Un hombre algo fornido y de cabello castaño lleno de canas, vestía un traje de color gris claro y una corbata negra para complementar el atuendo. Escuchó cómo las personas terminaban de entrar al salón y como, después de eso, la puerta de entrada era cerrada. Agradecía que ese auditorio fuera muy amplio y tuviera aire acondicionado, porque si no se moriría del calor.

El señor Van Der Wall se aclaró la garganta y habló por el micrófono que reposaba en el podio— Buenos días queridos estudiantes, profesores y directivos. Quiero darles la bienvenida a este nuevo semestre en la institución educativa. Es agradable ver los rostros nuevos tanto como ver los rostros conocidos —sonrió ampliamente—. Quiero que en este semestre todos den lo mejor de sí mismos. Esto no es nada fácil, —levantó su dedo índice y dijo que no—, lo sé. Como podrán haberse dado cuenta. Las cosas se ganan con esfuerzo y dedicación y espero que ustedes los hagan. Demuestren sus fortalezas en lo que les gusta. Cada quien eligió lo que quiere hacer por algo. Algunos, simplemente por curiosidad, otros, que espero que no sea el caso, por obligación y los mejores alumnos, los que lo eligen por amor. En esta institución educamos para que ustedes, los jóvenes del futuro, muestren al mundo el potencial que tienen para cambiarlo, siempre con una sonrisa, siempre con buena actitud —el anciano sonrió y pausó un momento para mirar todas las caras de los jóvenes, con orgullo— quiero que todos elevemos nuestras voces y pidamos justicia, luchemos juntos contra las adversidades del mundo, porque unidos somos mucho más —la audiencia aplaude y se oyen algunos silbidos.

Adam soltó una risita y negó con la cabeza.

Unos policías se subieron a la tarima y se acercaron al señor Van Der Wall. Adam frunció el ceño y se apartó de la pared mientras se iba acercando de a poco a la tarima, escuchando los murmullos de los demás estudiantes a su alrededor.

El señor Van Der Wall miro a los hombres y soltó un largo suspiro— Como sabrán, queridos estudiantes, hace ya tres meses que sucedió la desaparición del joven Jeffrey O’Neill, quien desapareció en estas mismas instalaciones. Nadie ha sabido nada de su paradero. Los caballeros junto a mi van a estar muy al pendiente de lo sucedido, así que no tienen que temer. Las medidas de seguridad de la universidad han sido reforzadas desde lo sucedido —él cierra los ojos y toma una gran bocanada de aire para continuar con su discurso—  por favor —habló despacio—, si alguno de ustedes sabe algo o tiene alguna de idea de cuál pueda ser el paradero del joven O’Neill, por favor háganoslo saber.

El rector empezó a hablar sobre los horarios académicos y de las remodelaciones que habían hecho. Comentó los nombres de los nuevos docentes en las instalaciones y de los cambios que se habían realizado en la universidad luego de los reajustes en el sistema de seguridad en cada edificio.

Adam sintió una mirada algo pesada sobre su nuca, giró en redondo para encontrarse con decenas de rostros confundidos, cansados y algo adormilados. Paseo la mirada por las instalaciones hasta que se encontró con una profunda mirada posada sobre él. 

Un chico de cabellos oscuros con los ojos de un profundo color oscuro lo miraban con interés. Al percatarse de su mirada, el desconocido le regaló una media sonrisa sin apartarse de la pared en la que estaba apoyado. El Joven poseía una tez clara que hacían resaltar sus ojos oscuros, traía una chaqueta de Jean azul oscuro abierta por el frente, dejando ver una camisa blanca con un estampado sencillo. Estaba apoyado contra la pared, con los brazos flexionados sobre su pecho. 

Adam sintió como las personas a su alrededor comenzaban a moverse para salir del establecimiento. Miró por sobre su hombro, notando como el rector bajaba del podio junto a los demás directivos. Volvió su mirada hacia donde estaba el chico, pero ya no se encontraba en su lugar.

Frunció el ceño, confundido. 

Sintió como unos brazos se enrollaron en su cuello y unas delgadas piernas rodearon su cintura. Se tambaleo un poco hacia adelante por la sorpresa, sin embargo se estabilizó girando un poco su rostro. Sonrió al reconocer a su mejor amiga y la sostuvo para que no cayera de sus brazos. 




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