Hunter se encontraba acostado en aquella amplia cama.
Si bien, Nurie les habia asegurado que estarían a salvo, nada le daba por sentado que aquel asesino apareciería para acabar con sus vidas.
Estaba muy asustado. No sabía si confiar en ella.
Pero si su abuela deposito su confiaza ciegamente en Nurie debió ser por algo.
Aún así, su mayor miedo era cerrar los ojos y que las pesadillas se adueñaran de él por completo.
Tomó un largo suspiro.
—No morirá nadie...no pasará nada...no morirá nadie.
—Pero si sueñas otra cosa puede funcionar—dijo una voz rasposa y masculina.
Hunter se dio la vuelta lentamente. Y al hacerlo pega un grito desafinado. Pero esa persona le tapo la boca justo a tiempo.
—Shhh...no querrás infartar a tu hermana.
Era el mismo chico de la carretera, el mismo que les salvó la vida.
—Te suelto si no gritas otra vez. ¿Si?—le pregunto al seguir manteniendo una sonrisa esforazada y casi espeluznante.
Hunter intento calmarse. Pero los nervios los tenía a flor de piel.
El rubio lo fue soltando lentamente. Hasta que Hunter decidió salir disparado hacía la puerta. Pero aquel chico apareció adelante de sus narices .
—Hola, otra vez—dijo con picardía.
—¿¡Pero qu-...
Se giro hacia atrás para volver a verle.
—¿Cómo lo hiciste?
El rubio se acerco, casi acechandolo.
—Mi secreto es...—le susurro con su voz rasposa—Que me gusta comer el cocholate blanco por la noche.
Hunter se alejó con la cara desencajada.
«¿Que le pasa a este tipo?...pareciera que tuviera mi edad»
El rubio camino a su alrededor.
Allí Hunter pudo notar más detalles: una camisa desareglada y arrugada. Un pantalón negro un poco sucio. Unos zapatos negros que también se encontraban sucios.
—Me gusta el color de tus ojos. Me recuerda el color de un dulce.
Hunter seguía mirándolo extrañado .
—Ok...sea lo que seas. Te pediré que te vayas de mi habitación.
El rubio giro a un costado su cabeza.
—¿Quiéres que me vaya?
—Si. Pero antes dime por qué nos salvaste de ser atropellados.
El rubio se subió a una mesita de noche. Y lo miro desde allí.
—Hmmm eres como peluche. No dejaría morir algo tan tierno e inocente.
Hunter se sonrojo. A pesar de que su voz sonaba a la de un loco, encontró aquello cómo un coqueteo.
—¿Estas...coqueteandome?—pregunto tímido.
—¿¡Te lo parece!?—pregunto con una sonrisa aún más grande.
Allí el sonrojo de Hunter se fue disipando.
«Siento escalofrios cuando me sonrie así»
—Eh...bueno...eh...mi nombre es Hunter. ¿Y el tuyo?—pregunto al alejarse de él.
Pero en un abrir y cerrar de ojos el rubio apareció sentado a su lado: en el borde de una ventana.
—Mi nombre es Edthian...—le respondió.
A la luz de luna se podía ver con más claridad el color amarillento de los ojos de aquel chico.
—Edthian...—repitió—Jamas escuche un nombre así.
—Mi madre me lo puso. Je, je,je,je.
—Ya veo...—susurró Hunter al moverse de nuevo de lugar. Se fue hasta su cama. Dónde por tercera vez apareció.
—¿Te ayudo a soñar?
—¿Tú me ayudarás?
Edthian tomó su rostro con sus manos.
Hunter lo malinterpreto, se sonrojo mucho.
—¿Q-Q-Qué estas haciendo?
Murmuró algo por lo bajo. Casí inaudible. Pero fue como si de la nada sus parpados le pesarán.
Se fue dejando caer hasta que Edthian lo fue reposando en la almohada.
—Dulces sueños. Peluchito.—le susurro al taparlo con la sábana.
Edthian se sentó al lado de la cama justo dónde estaba el rostro de Hunter. Lo observó en silencio mientras el pequeño fue conciliando el sueño.
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Editado: 08.03.2023